- Introducción y aspectos generales.
- La pobreza
- Un recorrido por los umbrales de la pobreza
- Estrategias para luchar en contra de la pobreza
- Objetivos específicos
- ¿Por qué debemos formular una estrategia general alternativa para luchar contra la pobreza?
- ¿Cómo lograr que estas estrategias ayuden a los pobres?
- ¿Qué relación hay que tener entre la estrategia general alternativa para combatir la pobreza y el plan nacional sostenible de desarrollo humano y social?
- ¿Cuáles son las características de la estrategia general alternativa para combatir el serio la pobreza?
- ¿Qué función deberían de desempeñar los donantes y los organismos multilaterales?
INTRODUCCIÓN Y ASPECTOS GENERALES
Hablar, tratar o referirnos al problema más doloroso -¡y más ignominioso!- que los seres humanos sufrimos en carne propia, es decir de la pobreza, miseria y falta absoluta para poder vivir dignamente, nos llena de mucho dolor por el marcado desinterés mostrado por nuestros gobernantes en toda América Latina hacia el problema número uno del continente; nos oprime el corazón por los millones de niños que tienen que sobrevivir entre los miasmas del subdesarrollo de nuestros países tercer mundistas y nos causa una mezcla de sentimientos, a cuales más espantosos y encontrados, por no tener en nuestras manos la solución a esta tragedia continental.
Por supuesto que la clave y la respuesta a la pobreza, miseria y abandono en que mal vivimos los latinoamericanos en general, ha estado en nuestros gobernantes; los que, cerrando los ojos a esta catástrofe, solamente han usado a nuestros pobres como la bandera social que les ha permitido, primero que todo, llegar al poder al tontearse de lo lindo a los incautos electores que ponen su confianza y sus votos en el demagogo habla bonito que les ofrece el cielo y las estrellas durante los procesos electorales. y segundo, instalados en el poder y libando a raudales de sus dulces mieles, salir en busca de ayuda a los organismos internacionales y países amigos que confiando en las políticas, programas e inversión sociales que recomiendan aplicar en nuestros pobres países, las comisiones y los beneficios paran en manos de los amigotes, compadres, socios y en las propios bolsillos de presidentes, ministros y secretarios de Estado que por carretadas se roban los dólares destinados a proyectos sociales.
¡Qué pobres nuestros pobres!.
No hay derecho.
Lo que ha sucedido en los últimos años es de verdad inaguantable
ya.
Pero… podemos empezar a filosofar al respecto.
¡Realmente qué diablos es la pobreza!.
¿Cuáles son sus causas?.
¿Existirán soluciones prácticas, consistentes y sostenibles para luchar contra la pobreza, extinguirla y estar seguros que nunca más volverá a estar en nuestras familias, poblaciones y sociedad en general?.
Porque la instalación que de ella tenemos en cada una de nuestras familias y hogares es una sólida y bien cimentada.
Ha corroído, prácticamente, la estabilidad emocional y sentimental de nuestros habitantes que la padecen y los ha dejado a la buena de Dios sin quién por ellos.
Por eso decíamos y expresábamos con la frase de ¡qué pobres los pobres! esa impotencia humana que tenemos ante las calamidades que millones de familias tienen que pasar día con día sin la más mínima esperanza de que alguien contribuya a sacarlos, o a intentar revertir las míseras condiciones de vida, si eso puede llamarse vida, a la que sin más remedio tienen que enfrentarse.
Pero empecemos por el principio.
Y definir a la pobreza no es difícil.
Siempre y cuando hagamos lo correcto, es decir si mejor definimos lo que no es pobreza o lo que se antepone a las condiciones que lleva implícita tal palabra, quizá así podamos captar su penoso significado.
Llegar a entenderla, interiorizar su espantoso significado y hacer algo al respecto es la vía que nos queda a quienes hemos dicho que tenemos un poco de sensibilidad social y a quienes nos afecta profundamente el sufrimiento que les causa a niños, jóvenes, mujeres y ancianos, así como a minusválidos y en general a la sociedad.
En ese sentido son la riqueza, el bienestar, los privilegios y la prosperidad, apenas cuatro estados que significan lo contrario a pobreza.
Y cada vez que mencionamos, o pensamos en este apelativo o lo colocamos antes de señalar un algo, siempre lo entendemos como la carencia casi absoluta de aquello que resaltamos.
Las limitaciones, carestías e insuficiencias son apenas algunos de los sinónimos que, como condicionamientos, nos afectan vidas, familias, comunidades y por sobre todo el futuro en el que nuestra descendencia tendrá, sin otra opción, que sobrevivir al igual que lo estamos haciendo hoy nosotros y lo tuvieron que hacer nuestros padres, abuelos y ascendencia.
¿Hereditaria la pobreza y las miserias?.
Sí.
Por supuesto que sí.
Y sin más remedio hemos tenido que aceptar ese triste patrimonio que es trasladado de padres a hijos.
El atraso, la ignorancia, el oscurantismo y la serie de efectos que estas limitaciones que afectan a la población en extrema pobreza les acarrean, les provoca, así mismo, humillación, el vasallaje y la falta de dignidad.
La desnutrición, las enfermedades y la insalubridad en general con las que tienen que lidiar las familias pauperizadas ha llevado a la tumba a millones de recién nacidos, niños y adolescentes, así como a sus madres, mujeres y adultos en general.
Cuando que con, y en condiciones diferentes, medidas preventivas y servicios públicos básicos, así como sí vivimos un bajo porcentaje de habitantes en donde nuestros hijos si no son robustos y no ganan concursos de niños sanos, sobreviven y viven pues alimentos, medio ambiente y hogar son apropiados para ellos.
Ahora sí vamos por buen camino.
Ya vamos entendiendo la multidimensionalidad que tiene este complejo y difícil problema social.
Es decir que la pobreza, en una sola frase, sencilla y comprensible para todo el mundo, no es más que la falta de dinero y recursos que nos permitirían tener acceso a vivir bien y a la superación personal, familiar y comunitaria.
En todo el sentido que las palabras bien y superación tienen.
Es decir toda la utilidad, ventajes, réditos, éxitos, recompensas, remuneraciones, frutos y provecho que una persona, familia, comunidad y país puedan obtener por los esfuerzos propios enmarcados en la ley y la moralidad de las reglas constitucionales que imperan en cualquiera de nuestras Repúblicas.
Pobre es aquel ser humano, entonces, que no tiene los ingresos, beneficios o rentas, en moneda de curso legal en y de su respectivo país, que le permitirían vivir en compañía de su grupo familiar de una manera digna, cómoda y con acceso a los bienes, productos y servicios que la sociedad tiene a disposición de sus habitantes.
¡Y san se acabó la vaina!.
Y con ésto me viene a la memoria una lamentable anécdota que nos sucedió en los años 70 cuando estudiaba Ingeniería en la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Resulta que uno de los ingenieros que nos daba clases dispuso que nos tenía que examinar a las siete de la noche porque sus actividades no le permitían otro horario en la tarde.
Uno de los compañeros se levantó y de manera respetuosa le solicitó reconsiderar la hora del examen con el argumento consistente de que por lo menos dos horas duraría el cuestionario preparado para la evaluación, y que, desgraciadamente, a las nueve de la noche o nueve y media, ya no habría transporte público y los buses que lo llevarían de regreso a su casa, a una zona populosa y de marcada pobreza donde vivía, a esa hora no circulaban.
Y, antes siquiera de la respuesta del ingeniero, uno de aquellos chispudos e ingeniosos estudiantes, la media era de unos 20 años entre nosotros, le gritó desde atrás del salón de clases: …"¡pa´qué sos pobre hijueputa!"…
Por supuesto que todos soltamos la gran carcajada a esa ocurrencia.
Y por supuesto que el examen lo tuvimos a las cuatro de la tarde.
Pero en ese momento quedó expuesta la situación amarga, llena de limitaciones y la llaga social en la que les toca que sobrevivir a millones de seres humanos sin que siquiera los amigos, compañeros o paisanos comprendamos o seamos capaces de ver la miseria de su entorno social.
Es decir, y regresando a lo que estamos tratando, que sencillamente los pobres son aquellos que no tienen dinero.
No hay vuelta de hoja.
Es decir, y bajo esta definición y conclusión a la que recién hemos llegado, que para terminar con la condición de pobreza que impera en nuestros países, la solución no es otra que poner en la mano de los seres humanos que padecen de indigencia el dinero suficiente para que tengan acceso a los bienes de consumo.
Así es.
Billete sobre billete.
Mejor si fueran dólares los billetitos.
¿Tan simple es la cosa con la pobreza?.
Si.
Por supuesto que sí.
Claro y por supuesto que para terminar temporalmente con esa condición de carencia de recursos que nos limitan para adquirir cosas, productos, servicios y bienes que ofrecen a la sociedad los empresarios e industriales, lo único que lo atenúa o mitiga es una buena cantidad de billetes y ganas, que no nos faltan, para empezar a gastárnoslo.
Mejor si son billetes de alta denominación.
Pero como normalmente no se dispone de un trabajo o de una ocupación que reditúe un buen o regular ingreso, y sin dinero disponible, obtenido y ganado en buena lid o aún obsequiado, la condición de pobres se mantiene hasta tanto no haya algo o alguien que le ponga en sus manos billete sobre billete al infortunado y al que está limitado en ingresos.
Ahora bien, ¿durante cuánto tiempo aguantarán las economías de nuestros países, Estados, gobiernos, entidades de ayuda y hasta los bancos y organismos multilaterales sin que se agoten las reservas de dinero que se debe inyectar en las economías familiares de los millones de pobres en nuestra querida América Latina para sacarnos temporalmente de nuestra maldita condición paupérrima?.
Sin ninguna duda muy poco tiempo.
Y no solucionamos nada con sólo poner dinero en manos de los indigentes, hambrientos y de quienes padecen carencias, estrecheces y penurias.
No.
Claro que inmediatamente que una familia pobre tiene dinero contante y sonante salen inmediatamente de esa condición de limitaciones y carencias en las que malamente han sobrellevado sus penas.
Pero su bienestar y prosperidad durará lo que el último billete le proporcione.
Después de agotados los recursos monetarios, y el último pedazo de pan que les queda de su oportuna pero temporal buena suerte, esa familia volverá irremediablemente a ser pobre y a padecer de las consecuencias de ese ignominioso estado de calamidad humana.
Por lo tanto es fácil concluir que, a pesar que lógicamente el dinero suficiente en manos de los pobres los saca de esa condición, no resolvemos el problema de fondo sino que únicamente hacemos un compás de espera y disfrazamos temporalmente la situación socio económica de los afectados-beneficiados.
Y esa es una crueldad, aún más grande en proporciones y repercusiones, que son mucho más fuertes las consecuencias que las penas ya acostumbradas y que sobrellevaban en la familia hasta antes de esa recompensa en plena crisis que les llegó.
Es casi lo mismo que lo que sucede en aquella familia a la que la suerte toca a su puerta y se ganan el premio mayor de la lotería.
Si no hacen inversiones adecuadas, y por el contrario se dilapidan a manos llenas su nueva fortuna, en el mismo instante en que se gasten la última moneda ahí entran otra vez a la condición en que vivían un día antes de sacarse el premio gordo de la lotería.
La pobreza tiene en su significado todo aquello que trae aparejado en su contenido lo que expresan la indigencia, penurias, escasez, necesidad, inopia, estrechez, carencias, hambre, apuros, crisis, infortunio, adversidad, desventura, desdicha, etc,…
Y si ya demostramos lo difícil que resulta la simple solución de poner en las manos de los pobres el dinero suficiente para paliar sus necesidades, con la lógica que nos caracteriza debemos tomar la dirección correcta en ese sentido y con madurez, sentido común y muchísima paciencia, entrarle a las cosas hasta el fondo y, de manera estructural, revolucionar la solución o respuestas a la ignominia en la que viven millones de paisanos latinoamericanos.
No hay ninguna duda al respecto que la pobreza es, junto a la miseria, el atraso, los abusos y la discrecionalidad, la consecuencia primaria que provoca el subdesarrollo de nuestros países, para no ver en esa terrible condición al enemigo al que tenemos que enfrentarnos, primero, para luego luchar por vencerlo.
Claro y por supuesto que es titánico el esfuerzo.
Pero si le entramos todos juntos podremos no sólo hacerle mella y detener el proceso, sino que revertirlo y conseguir riquezas, beneficios y estabilidad en nuestras aún míseras y paupérrimas existencias.
¿Está usted y los suyos dispuesto a participar de este esfuerzo nacional y continental que debemos emprender?.
Si al Libertador de América, a nuestro Simón Bolívar, debemos independencia y libertad de la opresión en la que estaban nuestros pueblos, hoy se hace indispensable que icemos el estandarte del Desarrollo Humano y Social para propagarlo, como fuego consumidor, en cada uno de nuestros países latinoamericanos.
Y, así como el fuego, esta estrategia tiene que consumir a la pobreza, limitaciones, miserias y lacras con las que el subdesarrollo se ha ensañado en nuestros mejores hombres, mujeres, niños y ancianos.
Pero como el subdesarrollo conlleva toda una serie de situaciones, estadios, posiciones y categorías sociales, políticas, humanas y culturales, debemos partir de un punto exacto para dar todos nuestros pasos, y encaminar los mismos, por un proceso que permita atacar de fondo cada una de las consecuencias de la falta de desarrollo.
Sólo de esa manera arribaremos al punto marcado con el éxito esperado.
Punto que por otra parte allí ha estado siempre ante nuestros ciegos ojos.
Países que hace 20 años eran muchísimo más pobres, limitados y miserables que los nuestros latinoamericanos que potencialmente son ricos, hoy no sólo salieron de esas inhumanas condiciones, sino que nos han rebasado ostensiblemente y hacen gala, y hasta presumen de ello, de su nueva condición de países capaces de brindarles a sus habitantes riqueza, oportunidades, superación y un futuro promisorio para toda su descendencia.
¿No será correcto que nuestros líderes y dirigentes nacionales se den una vuelta por esos países, o por lo menos por la Internet, y averigüen la fórmula mágica que utilizaron para paliar sus crisis, hambruna, insalubridad, falta de educación y todas y cada una de las mismas limitaciones que nosotros continuamos teniendo?.
¡Claro que eso es lo que deberían haber hecho pero hace rato!.
Aunque aún es tiempo amigos.
¿Qué diablos esperan?.
¿Acaso que se les mande en primera clase?.
No importaría, al cabo que con el dinero que se han robado hasta sobraría para que se llevaran novias y amiguetes.
Tampoco nos podemos perder, por más tiempo, y volver o continuar con los mismos remedios, soluciones y hasta sacrificios que en nada han ayudado a nuestros pueblos a salir del atraso y de las miserias.
Si uno solo de esos remedios hubiese funcionado en cualquiera de nuestras naciones latinoamericanas, aplicados una y otra vez por nuestros tan diligentes, honrados y súper capaces presidentes, no estuviésemos como estamos de hundidos en el lodazal de la pobreza, la pobreza extrema y la pauperización tan acelerada de nuestras clases medias.
Realmente lo único que hicieron estos nefastos presidentes y sus Gobiernos, así como funcionarios y equipos de tecnócratas, fue jugar al jueguito de los espejitos para tontearnos lindamente; y hacer como que se hace, y gritar que sí se hizo, y comisiones, jugosas ganancias y riqueza inmediata para ellos y sus afines.
¡Por supuesto que ese es el jueguito de la política nacional en nuestros países!.
¿O no hermanos?.
Ya no podemos tolerarlos un momento más.
Es la hora de ponerles un punto final a estos desmanes y desmadres que han hecho en nuestros países, economías y futuro.
Sin más remedio, y asumiendo toda la responsabilidad por ello, me atrevo a dejar definida a la pobreza de una manera integral, para así mismo, de manera integral, ir paso a paso, punto por punto y correlativamente, poniendo en ejecución las propuestas de solución a la escasez y a las adversidades que padecen millones de familias en Latinoamérica.
¿No es eso lo que tiene que proporcionar un manual, si no el 1,2 y 3 de las claves para dejar arreglado un algo?.
Pues entonces por ahí nos vamos a ir.
Y veamos qué cosa es pues la pobreza.
"La pobreza es la incapacidad y grave limitación que padecen y sufren las personas que les impide poder adquirir alimentos, vivienda, educación, formación, capacitación, prevenir y curar dolencias y enfermedades, vestuario, recreación y sano esparcimiento para sí mismos y para sus familias".
También es bueno dejar la comprensión sencilla del mecanismo en sí que nos coloca en la senda correcta y que nos permitirá salir, más corriendo que andando, de esta amarga situación de desastre nacional en que mal vivimos.
Y me refiero al desarrollo humano y social que, como una serie de acciones que se tienen que planificar, ejecutar, administrar, fiscalizar y reposicionar si fuera el caso en un territorio nacional de manera coordinada y de forma integral, nos permitirá sacudir el Estado, reconvertirlo y hacerlo uno al servicio de la persona, la familia y las comunidades.
Es decir que esté al servicio de la raza humana y de su entorno, tanto el natural, político, social y cultural, como el constitucional, legal y moral.
"El desarrollo humano y social es un proceso desde el cual se tienen que ir ampliando todas las capacidades personales y familiares de los habitantes y que provoca, como primera reacción, la disminución a las limitaciones en la población en general".
Sin dejar de estar en palabras sencillas, de a centavo, para que todos comprendamos este drama continental, es posible salir de la pobreza, y de la serie de limitaciones que nos acompañan desde siempre, únicamente si nos preocupamos de poner a disposición de los millones de seres humanos que las padecen, el dinero, rentas, beneficios e ingresos suficientes, pero con la condición irrenunciable que éstos sean constantes, sostenibles y con posibilidades de aumentarlos en la medida de sus capacidades productivas, pero por medio de intercambiar sus conocimientos, habilidades, mano de obra y creatividad.
¿De qué sirve obsequiarle un pez a alguien?.
¿Se recuerdan de ese viejo concepto oriental?.
Lo que hay que hacer es enseñarle a pescar sus propios peces a nuestros pobres compatriotas y a crear las condiciones para que en donde se le ocurra tirar su caña de pescar y su anzuelo, siempre se hallen peces que pescar.
Porque de qué diablos le sirve a un país invertir en sus habitantes en salud, educación, vivienda e infraestructura si no hay trabajos, oportunidades y esperanzas, así como libertad, respeto y un estado de derecho que permita la seguridad en todo el amplio sentido de su significado, tanto en el aspecto de tranquilidad, paz y protección, vigilancia y prevención al crimen, como la seguridad jurídica, comercial y emocional de todos los participantes en la vida nacional de un país.
¿De qué diablos?.
Ahora bien, y aquí está el meollo de todo este barullo, deben de darse tres condiciones básicas en nuestros países que permitirán integrar el desarrollo humano y social sostenible que necesitamos se implante en América Latina en nuestras vidas.
En primer lugar la condición personal en cada uno de nosotros, los seres humanos que conformamos las naciones, y que no es otra que seamos poseedores de buena salud, grados adecuados de educación, formación y capacitación, una autoestima y auto imagen apropiadas, contar con seguridad en nosotros mismos, y por último ser dueños y disponer de competitividad productiva.
Todo ello para estar disponibles y propuestos para aquellos que demandarán de esas cualidades que ya tenemos y que nos pagarán lo que realmente valemos.
En segundo término las condiciones de nuestro entorno familiar y hogareño que deben empezar desde tener una vivienda digna, junto a una vida familiar decente, decorosa y con moralidad, suficientes oportunidades para ir superándonos constantemente, contar con todos los servicios públicos básicos, para concluir desenvolviéndonos con equidad, sin exclusiones ni discriminaciones de ninguna especie.
Es decir en un marco y medio ambiente de respeto y honestidad.
Y en tercer lugar lo que el Estado y el entorno social deben ser capaces de proporcionarnos y mantenernos en ello, que no es otra cosa que la plenitud de convivir todos, gobernantes y gobernados en un estado de derecho; es decir donde todos nosotros, los que le damos vida a nuestras naciones, los seres humanos y nuestras familias, tengamos garantizadas nuestras vidas, la paz, la seguridad, la justicia, la libertad, la igualdad, el desarrollo integral y por sobre todo los derechos individuales.
Tres escenarios para que las condiciones de inversión y transformación social se den y puedan nuestros países ser receptores de recursos e inversiones, tanto locales como internacionales, y que el financiamiento fresco provoque nuevas empresas, industrias y comercios capaces de emplearnos y obtener ganancias y utilidades que pueden volver a reinvertirse en nuestra patria.
O sea que saldremos de la opresión, limitaciones y de la pobreza sólo sí, y solamente sí, las personas en lo individual, las familias y el Estado por medio de las instituciones y organismos que lo conforman, somos capaces de integrarnos todos juntos y armar un tejido político y social que permita sentar las bases del desarrollo humano.
¿No le parece que bien vale la pena subirnos al carro del futuro y del desarrollo integral?.
Ese desarrollo a mansalva, el que tradicionalmente han procedido a implementar nuestros afanosos políticos, o sea invertir en infraestructura aisladamente de la salud, educación, productividad y de las personas, sueños, entorno y verdaderas necesidades de la comunidad, no nos han conducido a nada más que a un estancamiento y hasta al lamentable retroceso en los Índices de Desarrollo Humano con los que hemos salido calificados por el PNUD en su más reciente informe al respecto de nuestras naciones.
Nos ponen en los últimos lugares.
¿y culpa de quién es o ha sido esta calificación?.
Por supuesto que en esto nada tienen que ver los Organismos, como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, que únicamente nos hacen el gran favor de ir señalándonos por donde vamos.
Además que lo han venido haciendo de una manera correcta y sin ningún otro fin que no sea el de llamar la atención mundial sobre nuestras condiciones infrahumanas.
La culpa, si es que hay que echársela a alguien, la tenemos, para empezar, nosotros, los habitantes, pues no hemos sido capaces de hacer que aquellos a quienes hemos hecho representantes y presidentes cumplan con el propósito constitucional del Bienestar para todos.
Y mucho menos hacer que se les deduzcan las responsabilidades por esos delitos de lesa humanidad cometidos contra la mayoría de nuestros pueblos a los que han dejado en la más íngrima de las pobrezas y sin un futuro por delante.
Y eso de no tener ni siquiera la posibilidad de soñar, o de una esperanza de salir de ello, si que está de lo más terrible.
Y, por supuesto que también la mayor cantidad de culpa la tienen todos nuestros pasados, recientes y actuales presidentes, gobernantes, funcionarios públicos y demás hierbas políticas de lo mismo.
Que en un momento de locura y abatidos por las condiciones hemos permitido que nos hipnoticen con sus ensalivados discursos y con su melosa labia demagógica, farsante y engaña bobos.
Que eso, bobos, lelos y babosos hemos sido frente a lo obvio.
Allí, frente a ellos, sí hemos podido soñar con otro futuro para nuestros hijos.
Pero ya en la realidad, ellos, a los que les dimos votos, esperanza y nuestras vidas, nada hicieron por ayudarnos a salir de este atolladero, vericuetos y miserias que tiene el subdesarrollo.
Si algo bueno hubiesen hecho no estaríamos como desgraciadamente estamos.
Pero así mismo las cifras que se han invertido, en miles de millones de dólares, por nuestros tan gastadores y derrochadores presidentes (claro que con los dineros del Estado), en aspectos sociales son abrumadoras.
Cientos de miles de millones de dólares han corrido en Latinoamérica en los últimos 25 años.
Y así mismo, en esa misma proporción, continuamos desviados y, lo peor de ello, alejándonos de cualquier solución integral a la pobreza y miseria que nos carcome día con día.
Por supuesto que sólo con la población común y corriente sucede todo esto, pues con nuestros pícaros gobernantes y sus amiguetes la cosa sí fue buena.
¡Ellos sí salieron de pobres!.
¡Dichosotes!.
¡Qué envidia!.
Ellos y sus familiares, algunos correligionarios y los arribistas de siempre.
¡Que les aproveche zánganos desgraciados!.
Lo que es nosotros, nuestra generación, no debemos ni podemos permitir que siga la fiesta y los desplantes politiqueros de nuestros tan folclóricos, cínicos y maleantes funcionarios, dirigentes y supuestos líderes que han sido electos o nombrados.
De aquí en adelante en cada uno de nuestros países, desde el Presidente, los ministros, secretarios y todo el Gabinete, hasta los cuadros medios y bajos de los empleados públicos, deben cumplir con la Constitución y respetar que vivimos, o tratamos de hacerlo, en un estado de derecho; y proporcionar los medios para que las instituciones y organismos sean capaces de garantizarnos la vida, la libertad, seguridad, justicia, desarrollo integral, paz, igualdad y todos los derechos individuales.
Por nuestra parte, y en el seno de nuestras familias, debemos de tener la suficiente capacidad, nosotros los padres y madres de nuestros hijos, pues ya el Estado estableció las condiciones para ello, y disponer de una vivienda digna para empezar a formarles la personalidad, carácter y figura de cada uno de nuestros hijos e hijas, así como una vida familiar decente y apropiada, tener disponibles los servicios públicos básicos, vestuario, educación, salud, recreación y esparcimiento.
Y en lo personal, e internamente, cada individuo debe tener y contar con buena salud, educación, información, formación, capacidad y si es posible una profesión técnica o universitaria para disfrutar y disponer de auto imagen y autoestimas sólidas y, con seguridad en sí mismos, poder enfrentarse en la sociedad con competitividad productiva, respeto y por sobre todo con espíritu solidario.
El desarrollo humano y social integral y sostenible, que debemos luchar por implantar en nuestros países y comunidades, consiste en un proceso que amplía todas las opciones, posibilidades y oportunidades de superación que existan y ponerlas a disposición, en igualdad de condiciones, para los habitantes, residentes temporales y turistas.
Y la pobreza, en la que lamentablemente todavía mal vivimos millones de familias, señala con su dedo ingrato a nuestros gobernantes, líderes, dirigentes y políticos incapaces que, a costa de vidas, sufrimientos, limitaciones, carestías, miserias y adversidades nos han negado las oportunidades y hasta aquellas expectativas fundamentales de superación a cientos de millones de seres humanos en Latinoamérica.
¡Qué hijos de mala madre!.
Sin ninguna duda la pobreza tiene múltiples dimensiones.
Ya hemos hecho un recorrido por algunas de ellas en este inicio y en todo el contenido de este maravilloso manual se encuentran casi todos los vericuetos del subdesarrollo, lo que nos permitirá llegar a espulgarlos y disponer de las mejores propuestas integrales para enfrentarlos con éxito.
A pesar de esa multiplicidad de dimensiones del subdesarrollo hay una línea clara que podemos tomar como camino para salir de esas lastimosas y sufridas emanaciones que suelta esa condición de indignidad humana.
Y esta línea es la de implementar una Política Integral de Desarrollo Humano y Social.
No hay de otra.
Claro y por supuesto que el Estado, a la par de lo anterior, debe tener capacidad de darnos seguridad, justicia y libertad empresarial.
Sin olvidarnos que nosotros, los ciudadanos, que le damos vida y sabor a nuestras naciones, debemos cumplir con obligaciones fiscales y pagar impuestos tal y como lo demandan nuestras respectivas legislaciones.
No lo olvidemos.
Y mucho menos continuemos haciéndonos los despistados al respecto.
Pues un Estado es y será incapaz de implementar el Desarrollo Humano y Social con cascaritas de huevo.
Mucho menos la seguridad y la justicia, indispensables para darle sostenibilidad al estado de derecho.
Si no hay capacidad de inversión social no salimos de nada.
Así que a pagar nuestros respectivos impuestos.
No sigamos evadiendo y/o robándonos el IVA y otros impuestos.
Recordemos que esta es una función de ciudadanos concientes.
Y la otra cosa básica en esto de salir todos del atraso y miseria en la que nos tienen inmersos tanto el subdesarrollo como nuestros pícaros políticos, es en la participación cívica y política.
La organización, la participación, la delegación de nuestra representación y la fiscalización de nuestras autoridades, son las actividades en las cuales debemos estar inmersos.
Óigase y léase bien.
Debemos estar haciéndolo constantemente y educar y enseñar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos a que lo hagan.
Si no nos mantenemos ojo al Cristo con nuestros representantes, presidentes, senadores, congresistas, gobernadores, alcaldes, síndicos, concejales y alcaldes auxiliares, seguiremos como hasta hoy.
Presos y secuestrados en nuestra propia debilidad y falta de acciones a favor de nuestra nación.
No se nos olvide que el ojo del amo engorda el ganado.
Y para concluir con esta introducción, quiero dejarlos con un pensamiento, para que se convierta en un sentimiento que toque sus corazones y no se nos olviden más nunca nuestras obligaciones y misión cívica y política con nuestros pueblos latinoamericanos, y que va con la Declaración de los Derechos del Niño.
En 1,989 la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos de los Niños.
Sólo dos países no lo han ratificado.
Y entre los derechos de los niños, es decir de nuestros hijos, nietos y futura descendencia, figura uno importantísimo, como para que no lo olvidemos nunca.
…"los niños tienen el derecho a ser protegidos de la pobreza"…
¿Qué está haciendo usted para mantener protegidos y alejados a sus niños de la pobreza?.
Desgraciadamente, para miles de millones de personas en el mundo actual, la pobreza es una condicionante externa con la que nace el ser humano.
Es externa puesto que adentro del ser humano, recién nacido, están en potencia todos aquellos atributos y características que genéticamente le corresponden; y la pobreza, que no es una que tengamos que desarrollar de adentro para afuera, es, en todo caso, una circunstancia, estado y hasta mala suerte del bebé recién nacid@.
Por supuesto que en nuestros países de Latinoamérica es una verdadera excepción el nacer en un hogar o adentro de una familia de clase media o media alta; y ya no digamos del suertazo que sería haber nacido o nacer en cuna de oro y con padres de mucho dinero, posición y grandeza material.
Si nos referimos, según las cifras que manejan organismos internacionales, a que más del 80% de nuestras poblaciones están en la pobreza y pobreza extrema o en el proceso de pauperización de las clases medias, no hay de otra más que entender, procesar y aceptar, con la boca callada, que en esos altos porcentajes de limitaciones y dramas sociales nos tocará que nacer, mal vivir y dejarles a nuestros hijos y a sus hijos, con creces, las mismas condiciones que nos dejaron nuestros padres, abuelos y tatarabuelos.
Y por esto es que no estamos equivocados cuando repetimos que la pobreza, y toda la secuela de males que acarrea el subdesarrollo, es una maldición heredable.
Y, si antes dijimos desgraciadamente, es porque en primer lugar no tenemos capacidad de elección del hogar en que nacemos, y en segundo término porque los padres, abuelos y ascendencia hemos aceptado e internalizado que es propio y natural haber nacido pobres y pobres tendremos que morir.
Lo que realmente estamos recibiendo como herencia, y a su vez lo que heredaremos a nuestra descendencia, son en esencia las limitaciones mentales, emocionales y físicas de todo ello; puesto que la aceptación y lo irreversible de esa condición de pauperismo nos dejan con poco campo en el cual labrar nuestro destino y el de nuestros hijos y nietos.
Emocionalmente tenemos aceptada como normal en nosotros, nuestros hijos y demás descendencia, a la pobreza.
El que nace para maceta del cielo le caen las flores y del corredor no pasa.
Y el que nació para martillo del infierno le vienen los clavos.
Pero el que nació en la pobreza ni el cielo ni el infierno lo libran.
¿No le parece?.
Esta imposición no es más que otra de la serie de cargas que nos tiene reservado el sistema político y social en el que hemos nacido.
Por supuesto que, como imposiciones y cargas que son las severas limitaciones en las que tenemos que mal vivir, cada una de ellas son sujetas a revertirse y a erradicarse de nuestras vidas, familias, comunidades y países.
Eso sí, tenemos que hacerlo juntos todos aquellos actores de la vida nacional en nuestros países.
Gobernantes y gobernados debemos de unificar criterios para lanzar una Cruzada Nacional, y mejor si es una verdadera Revolución Social, en contra del subdesarrollo hasta acabar con la secuela de males que se vinculan a esa condición que impera en nuestras naciones.
Y tirar a la basura, en primer lugar, ese tonto pensamiento que llevamos impuesto y decir que es cosa de Dios el cruel destino, la familia pobre y el país sin oportunidades en los que nos tocó que nacer, crecer y reproducirnos; para luego, desechar, con nuestras acciones, la idea esa que llevamos clavada en nuestro psiquismo de aceptación a las severas limitaciones y que no hay nada que podamos hacer para revertirlas y salir airosos de la pobreza.
Dios nos dio, a todos los seres humanos por igual, las herramientas físicas, mentales y emocionales necesarias para convertir nuestros entornos, vidas y sociedades en unos felices, prósperos y con bienestar, o todo lo contrario; razón por la cual somos los seres humanos, unos por acción y otros por omisión o sumisión que es lo peor, los únicos que podemos hundirnos en los fangos del subdesarrollo, vivir en él aceptándolo como cosa natural y hasta como bendición divina, o unificarnos para salir adelante.
Y sí se puede.
Allí están los ejemplos de países y sociedades que no hace muchos años, recientemente, 20 ó 30 años de eso, que salieron de la pobreza y del subdesarrollo y hoy son prósperos y llenos de oportunidades.
Y algunos de ellos ni siquiera tienen las grandes riquezas naturales y recursos que en todos nuestros países tenemos a raudales.
No digamos de nuestra gente y de toda esa potencialidad productiva que tenemos a flor de piel.
Si hemos tenido que ser creativos e imaginativos, para llevar el pan nuestro de cada día a nuestras casas, con las condiciones y limitaciones tan severas en las que nos ha tocado que desenvolvernos; esa misma viveza y creatividad debemos ponerlas a trabajar para imaginar el nuevo país en el que nos corresponde vivir.
Para encaminarnos al pleno bienestar contamos con el recurso de la fuerza mental y emocional que mueve montañas.
Y, lo repetimos hasta el cansancio, que las condiciones intrínsecas que traemos, hereditariamente hablando, no son sujetas, la mayoría de ellas, a ser alteradas.
Pero las condiciones sociales, políticas, humanas y culturales, como caso contrario a lo que genéticamente nos afecta y que desgraciadamente es, si no imposible en algunos casos, sí sumamente difíciles de revertir condiciones de altura, raza y demás rasgos físicos y emocionales que recibimos de las líneas de ascendencia de nuestras madres y padres, estas otras sí que les podemos meter mano y hacer con ellas lo que decidamos hacer.
Claro que buscando el bien común.
Y, luego de lo que vimos en la introducción, la pobreza está sujeta a ser combatida y vencida sólo por el esfuerzo de todos, gobernantes y gobernados.
Por supuesto que hay factores internos o familiares y otros provenientes del medio ambiente social o externos que definitivamente tienen un gran peso específico en condicionar la pobreza en nuestros hogares.
La raza, cultura, lengua, dependencia agrícola, desnutrición, el desarraigo, los complejos heredados y la aceptación de la condición de indigentes, heredar y compartir la subvaloración, la falta y escasez de recursos, la insalubridad y las desastrosas condiciones de vida en la familia y hogar en el que nacimos, son algunas de esos factores.
Así como recibimos y nos condiciona el medio ambiente social y cultural en el que nacemos y nos desenvolvemos, que de él recibimos y vivimos en la mayor de las indiferencias, inequidades, discriminaciones, corrupción, falta de oportunidades y de educación, salud, infraestructura, productividad, servicios básicos, y mucha miseria, lo que nos hace estar bajo las enormes cargas sociales que no permiten, ni siquiera atisbar, un futuro que no sea más y más pobreza y degradación humana en nosotros y alrededor nuestro.
La estrategia debe estar dirigida hacia dos puntos.
Es decir focalizar nuestros esfuerzos hacia el ser humano y las familias; y hacia el medio ambiente social, político y cultural.
Y los objetivos deben estar centrados, entre otros, en:
No han servido para nada. Si sirvieran, o hubiesen servido de algo, hoy no estaríamos en las condiciones miserables en las que nacemos y morimos.
- Transformar las estructuras del Estado:
Y no al fortalecimiento del Estado y de las instituciones. Pero por supuesto que es deseable contar con Estados fuertes y que sus instituciones también lo sean, pero no a costa de sacrificar al ser humano y a las familias.
- Que las instituciones, organismos y oficinas públicas estén orientadas al servicio del ser humano y de las familias:
¿Qué si no eso es lo que tenemos?. Estamos conviviendo, en cada instante, con las degradaciones, limitaciones y condiciones infrahumanas que nos imponen el subdesarrollo que no permiten la vida diga, decorosa y satisfactoria en la que todos los habitantes debemos de convivir. Y si durante una inundación, terremoto o cualquier desastre natural se declaran estados de calamidad y de emergencia ¿qué si no eso es en lo que mal vivimos diariamente?.
- Declarar un estado de calamidad pública por la pobreza y miseria en cada uno de nuestros países:
- Que sea una política de Estado, y no de Gobierno, ejecutar el Plan de Desarrollo Humano y Social y la implementación de la Estrategia de lucha, combate y erradicación de la pobreza.
- Deducir las correspondientes responsabilidades a gobernantes y funcionarios públicos por la mala actuación o pequeños resultados de sus gestiones y castigarlos penalmente por ello.
UN RECORRIDO POR LOS UMBRALES DE LA POBREZA
Pobreza y pobre son términos absolutamente imprecisos; pero duramente experimentados por millones de seres humanos a los que las complicaciones en las que comparten la vida en familia son desastrosas, miserables y por sobre todo frustrantes, al no poder hacer nada por revertirlas, ya que las condiciones nacionales, políticas y sociales lo impiden y no permiten dar un solo paso hacia adelante, a la superación y desarrollo.
Y esto sí es terriblemente un doble infortunio puesto que ni siquiera nosotros, los jefes de hogar, podemos auto engañarnos con la falacia de decir que son condiciones temporales, mala suerte que en cualquier momento se revierte o causa de la fatalidad.
Aunque ya estamos acostumbrados a definirlos y a aceptarlos, a la pobreza y a la condición de pobre, como el poco nivel de acceso al consumo, educación, salud y en general a los estatus que rigen en algunas vidas y condiciones sociales, que tienen y padecen muchos de nuestros paisanos latinoamericanos.
Son millones de ellos que pululan sin un futuro decente en que basar su descendencia.
En cada uno de nuestros países padecemos y convivimos con altos índices de pobreza y de extrema pobreza; y por supuesto con toda la secuela que traen aparejados tales conceptos que nos tienen inmisericordemente aplastados contra las ingratas circunstancias nacionales.
Entendiéndolas como la condición de vida en la que millones de seres humanos, hombres, mujeres, niños y ancianos han estado condenados a amanecer todos los días de su vida sin la esperanza, o la menor oportunidad, de tener acceso a los niveles mínimos de sobrevivencia y decoro, tanto en alimentación, vestido, educación, salud, recreación, como en respeto y tratamiento justo y equitativo.
Somos, en nuestras comunidades, víctimas y a la vez victimarios.
Como hemos recibido el impacto social negativo de las condiciones de miseria y hartas limitaciones, allí, es que somos y nos comportamos como las sufridas víctimas.
¡Pero es que realmente eso es lo que somos!.
Por supuesto que son esos millones de indigentes que con sus limitaciones prueban el extremo anterior.
Pero, al dejar las cosas como están, sin hacer nada por salir o sacar a nuestros vecinos, paisanos y familias de esas podredumbres, nos convertimos en cómplices y por lo tanto en victimarios de las actuales y futuras generaciones.
Así que no nos confundamos y pensemos que la culpa la tienen otros, alejados de nuestro entorno y comunidad.
La cantidad de culpa es compartida entre gobernantes y gobernados.
Los pobres, ellos mismos, para agregar una desgracia más a sus condiciones extremas, en las que sobreviven, se excluyen de toda participación social, cívica y política, ya no digamos la de fiscalizar y pedir el correspondiente rendimiento de cuentas a las autoridades, funcionarios y gobernantes de turno; argumentando, para ello, toda una serie de razonamientos que constituyen excusas y justificaciones para continuar en el triste papel de víctimas.
No con pocas razones.
¡No qué va!.
Y para esto basta que recordemos que, no hace muchos años, aquellos que se metían a decir, criticar o a hablar babosadas de las autoridades y gobernantes, no amanecían vivos; para que tampoco perdamos o dejemos de considerar la validez de las exclusiones o de la poca participación en la vida social, cívica y política en nuestros países, hacia miles de seres humanos tan irresponsablemente tratados por sus dirigentes y líderes.
Lo que ha permitido que nuestros nada lerdos ni poco sagaces políticos hayan perdido esta oportunidad de oro para perpetuar, de manera sostenible, la gran estafa latinoamericana por medio del Sistema Electoral y de Partidos Políticos que han implantado en nuestros países.
Como la inmensa gran mayoría no participa, y deja por un lado los derechos cívicos y políticos que nuestras constituciones nos garantizan, en eso de elegir y ser electos, con los pocos votos necesarios obtenemos el poder público; y una vez acomodados en la Presidencia y en el Gobierno Nacional, procedemos a darles migajas a la sociedad.
Pero nosotros, los grandes participantes, compartimos la verdadera riqueza nacional.
Esas cosas, y otras que iremos estudiando y poniendo sobre la mesa a lo largo de este maravilloso manual (¿no le parece que eso es lo que es este librito?), son las que nos han hecho vivir y ser sujetos a la conmiseración, a la caridad y a la bondad de los que, aparte de llorar nuestras desgracias y lamentarlas, luchan por llevarnos paliativos a nuestras miserias.
Hablamos y nos referimos a la Comunidad Internacional que con esos ojos nos ven y con esos sentimientos nos tratan.
Y esta actuación, que nuestros pobres han hecho parte de su propia intimidad y cultura, como es una muy cómoda y simple y además reditúa algo, es el impedimento número uno que no permite tomar acciones contundentes, tanto personales, familiares como comunitarias, a favor de acciones profundas y socialmente viables en el conjunto nacional.
Es por ello que no vemos a la mayoría de latinoamericanos participando en la toma de decisiones; ya sea en los procesos eleccionarios como en los de desarrollo social.
El problema es que han afrontado siempre grandes dificultades para expresarse o estar debidamente representados y, sus intereses, necesidades, sueños, problemas y anhelos, por eso mismo, carecen de fuerza en las propuestas y negociaciones.
Luego decimos, y nos hemos acostumbrado a ello, que no han sido atendidas sus demandas ni tomados en cuenta porque no tienen capacidad de expresarse y ser escuchados.
Pero, ¡cómo no va a hacer de otra manera! si cuando lo han querido hacer son tomados como comunistas, agitadores, vende patrias, subversivos, revolucionarios, insurrectos, agitadores y perturbadores del orden público y como tales han sido tratados y maltratados.
Los enfrentamientos a eso de deben.
Unos gritando las carencias, insatisfacciones y necesidades no atendidas de la población, y por el otro lado aquellos señalándolos de agitadores sociales.
Pero la verdad es que ambos representantes de esas olas lo que buscan, en lo más salvaje de sus acciones disfrazadas de defensa de la comunidad, unos, y los otros del orden y sistema democrático, es el poder.
Los dirigentes sociales, esos que se dicen o se dijeron defender los intereses de las mayorías, con los tristes ejemplos de Cuba con Castro, Nicaragua con los sandinistas, Chile con Allende, Argentina, Perú, Guatemala, Colombia, República Dominicana y en fin de casi todos nuestros países que tuvimos sangrientos ejemplos al respecto, lo que buscaban, y algunos de ellos lo consiguieron, fue alzarse con el poder; y, ya con él en sus garras, se comportaron igual o peor, en la mayoría de los casos, que aquellos gorilas militaroides que defendían el sistema y sus grandes intereses con y en base a los abusos, violaciones y desordenes en los derechos individuales de las grandes mayorías.
¿O queda todavía algún ingenuo que piense, crea y defienda lo contrario?.
Por supuesto que los hay.
Pero, al igual que los gorilas militaroides, tanto del lado institucional de nuestros ejércitos, como de las huestes guerrilleras y de los subversivos alzados en armas, ya no es posible tomarlos como los protectores de las grandes mayorías.
Fidel Castro y Daniel Ortega son los dos mejores ejemplos de estas cosas.
Ambos empezaron con la defensa social de sus respectivos pueblos, y ambos, también, se convirtieron en monstruos peores que los monstruos a los que derrotaron.
Y la mayor confusión la tenemos cuando hemos creído que pobreza y miseria significan lo mismo. Pero lo más lamentable de todo esto es cuando vemos que se ha tratado de combatir a ambas como si fueran lo mismo y como si tuvieran las mismas causas y efectos en la sociedad.
Las causas descansan en el Sistema Político y Social que nos han recetado los mismos políticos.
¿Quiénes cree usted que hicieron la Constitución, leyes ordinarias y la Ley Electoral y de Partidos Políticos de su país?.
¿Acaso el Rector de la Universidad del Estado y los decanos de las diferentes facultades y escuelas de ella, junto a los rectores y decanos de otras universidades y casas de estudio superiores, ayudados por los presidentes de los Colegios Profesionales y con el concurso del más selecto grupo de Ciudadanos Conspicuos y Notables de nuestros países?.
¡No mi querido@ y estimad@ lector o lectora!.
No seamos tan ilusos o románticos al respecto.
Fueron políticos postulados por partidos políticos los padres del entuerto constitucional y de los reglamentos que rigen para elegir y ser electos que, desde el Congreso Nacional y/o Senado, depende, y de la respectiva Asamblea Nacional Constituyente, los que visualizaron el futuro sólo para que ellos, los dirigentes y líderes partidarios, estuvieran con y adentro de las prebendas, oportunidades y beneficios derivados de ejercer el poder entre ellos y nada más que entre ellos.
Y así ni modo compadre que hicieran algo bien hecho y que permitiera que el poder público estuviera en manos de seres humanos ajenos a los miasmas politiqueros del país.
Por lo mismo, y por lo tanto, debemos ser un poco más listos que esos tradicionales y negativos seudo dirigentes políticos y hacer las cosas con inteligencia, astucia y serenidad.
Debemos, para empezar, estar inscritos en uno de los partidos de nuestro país.
Pero en uno de los que de verdad tengamos el chance y la oportunidad de acceder al poder público y a los niveles del mismo, es decir que garantice que podemos ser electos alcaldes, concejales y síndicos en una corporación municipal, diputados o senadores, y por supuesto presidentes o vicepresidentes.
Y ya adentro del sistema, tratar de luchar por transformarlo para democratizarlo, lo suficiente, como para que el acceso de otros dirigentes ciudadanos quede absolutamente garantizado y que lleguen a hacer de nuestro Sistema Electoral y de Partidos Políticos, en el más corto plazo, uno que permita el Desarrollo Humano y Social.
En cualquiera de nuestros países el deterioro de calidad de vida es y ha sido abrumador; tanto, que día con día y año con año aumenta el número de pobres, de personas dependientes y de miserables.
Y con ello de desesperados capaces de cometer cualquier cosa, atropello y abuso con tal de satisfacer necesidades primarias.
La Revolución Francesa eso fue.
Y las manifestaciones populares, así como la ola criminal y delincuencial que ataca inmisericordemente nuestras naciones, tienen su asiento en esto.
¡Qué no se nos olvide!.
Y no sigamos perdidos en el rumbo y norte como estamos.
Ante estas cosas, y situaciones con las que nos enfrentamos diariamente, se ha estado conformando un nuevo fenómeno social en nuestras narices, conocido o que podemos identificar mejor, como el de los pobres miserables que, aunque suene peyorativo en su extremo, representan exactamente esa grotesca nueva realidad latinoamericana.
Y está compuesta por desempleados, subempleados o subocupados, por los insatisfechos, por miles de seres humanos encandilados en la luz brillante y engañosa de las innovaciones (televisión y programas vía cable, televisión, computadoras, carros, drogas, satisfactores, otras sociedades que viven en la modernidad y el desarrollo) que los minimiza y los deja reducidos a la improductividad y a la carencia de sus valores y recursos personales e individuales.
Y que al compararse con personas de carne y hueso de otras latitudes y países, en donde sí viven con bienestar y acceso a disfrutar de bienes y servicios, así como a las oportunidades reales de superación personal y familiar, esa frustración de las limitantes absurdas que encuentran en sus propios países los hacen tomar decisiones poco reflexionadas y toman por asalto los bienes, productos y servicios ajenos que, de otra forma, de la tradicional y de ser constantemente explotados si es que consiguen un trabajo o una ocupación, nunca podrían o podrán llegar a tener, disponer y disfrutar, como unos pocos privilegiados sí lo hacen en sus narices.
Si no, es fácil que hagan un pequeño resumen o recuento de lo que les ha estado sucediendo a ellos y a sus padres, para enfrentarse con la amarga y cruda realidad diaria.
Su acceso a una vida como la que sí viven en los Estados Unidos, Canadá, Francia, Japón, Alemania o la de cualquier país del Primer Mundo, está, en nuestros paupérrimos países latinoamericanos, a cien años luz de alcanzarse por las condiciones políticas y sociales en las que nos tienen nuestros gobernantes, dirigentes y líderes.
Ninguna de la múltiples ocupaciones y oficios en los que se metieron nuestros padres y ascendencia o en las que estamos las actuales generaciones, pensando en ganarnos unos centavos honradamente, les permitieron o nos permiten más que sobrevivir con la miseria y el atraso bajo el brazo, como horrenda herencia y patrimonio que pasaremos a nuestros hijos, y éstos a los que tengan.
Irremediablemente esas son y así están las cosas.
Las tristes cosas de nuestras vidas y pueblos.
¡No hay vuelta de hoja con ello!.
Pero no sólo ellos, los pobres, los extremadamente pobres y los que vivimos adentro de las clases sociales medias y en el deterioro diario de nuestras condiciones, tenemos la culpa de haber como aceptado tan lamentable situación.
No.
Hemos sido nosotros, en su conjunto, la sociedad completa en cada uno de nuestros respectivos países, la que cuando los necesitados, los pobres y los limitados nos han pedido trabajo les hemos ofrecido migajas de caridad.
O cuando nos exponen sus problemas y anhelos, lo que hacemos es un diseño nuestro y absurdamente alejado de su realidad para esas necesidades no atendidas que poco o nada tienen que ver con lo que se esperaba en sus propias comunidades, y hemos provocado este círculo vicioso en el que nos encontramos actualmente.
Ahora bien, y esta es otra apreciación que habrá que tener muy en cuenta a la hora de tomar las mejores decisiones gubernamentales y empezar a romper ese círculo vicioso y convertirlo en uno virtuoso, cuando le preguntamos directamente a los que sufren de la pobreza y de la serie de limitaciones en las que viven ¿por qué son pobres?, responden: "porque no estudié". O bien: "Porque Dios así lo quiso".
Y esto lo que nos viene a demostrar es que ya están como convencidos de su condición, de su ineficiencia y que han aceptado su marginalidad, fracaso y su inclusión entre los antisociales, entre aquellos millones de seres humanos que sin más remedio, en nuestros países, según la dramática conclusión a la que llegan, tienen que sobrevivir a como de lugar hasta que Dios se apiade de su mísera condición.
Ninguno es capaz de ver las cosas afuera de la esfera religiosa, de esa fatalidad y fanática limitación religiosa que ha quedado impuesta desde la Conquista.
Es más fácil que las culpas se las echemos a Dios que a nosotros mismos, por haber permitido que políticos y líderes se afianzaran en nuestras miserias.
Y ambos grupos son unos descarados y desconsiderados con la vida de millones de personas a las que mantienen en el más cruel de los engaños y estafas posibles de imaginar.
Ya lo hemos dicho, y lo vamos a repetir, Dios, nuestro Creador, ya nos dio las herramientas físicas, mentales y emocionales para superarnos y salir adelante por nuestros propios medios humanos.
Las penas, miserias y las grandes limitaciones que son producto del subdesarrollo no pueden ser castigo ni mucho menos.
Las penas, miserias y las grandes limitaciones son susceptibles de ser superadas, revertidas y purgadas de nuestras vidas por nosotros mismos.
Si ustedes votan por mi candidatura y por los miembros de mi partido, y me hacen el próximo presidente y a ellos diputados y alcaldes, les prometemos sacarlos de la pobreza y de la miserias que el anterior gobierno los metió.
¿Se ha cumplido acaso, por parte de los políticos que en campaña dicen una cosa pero que en el poder hacen otra, y hoy con nuestros votos depositados a favor de los demagogos y estafadores de conciencias ya tenemos asegurado el acceso al bienestar y a las oportunidades de superación?.
¡NO!.
De verdad que estamos bien jodidos.
Y si el pobre ya cree ser ineficiente, eso lo lleva a aceptar que no es competitivo; y concluye que es su propia culpa el haber llegado a ser pobre miserable sin ninguna oportunidad de superarse o desarrollar sus potencialidades, las que de todos modos no cree poseer ninguna.
La historia de la pobreza en América Latina tiene matices sumamente contrastantes, tal y como hemos visto y vamos a ver en este maravilloso manual que, como instrumento abre mentes, nos servirá de mucho.
Resulta que las constantes migraciones del área rural municipal y comunitaria hacia los centros urbanos en la provincia, departamentos o estados, y luego de éstos hacia las capitales o sedes del Gobierno Central en nuestros países, en busca de mejores condiciones de vida que no pudieron encontrar en su comunidad, municipio, provincia, departamento o estado, tuvo un tremendo impacto social negativo en donde, las consideraciones o previsiones de ese fenómeno que se pudieron haber hecho en su momento por los estudiosos, sociólogos y demás tecnócratas, con lo que estamos experimentando y sintiendo actualmente, se quedaron cortas.
Las complicaciones en todos los órdenes de la vida de nuestras ciudades ha sufrido un deterioro enorme con ese constante flujo de familias que todos los días amanecen en terrenos municipales o privados con chozas y champas para protegerse de la intemperie y sin uno solo de los servicios básicos.
¿Y qué decir de aquellos muchísimos que ocupan laderas, barrancos y sitios peligrosísimos para asentarse y "vivir" a la buena de Dios rezando para que la naturaleza no les juegue mal con deslaves, lluvias o hundimientos que matan cada año a cientos de familias que invaden terrenos inapropiados para fincar su hogar?…
Esas miles de personas que sin más remedio salieron, y continúan haciéndolo, de sus comunidades en busca de unos ingresos adecuados para ellos y sus familiares, se enfrentan con una saturación de seres humanos igual que ellos y no les queda más remedio que subemplearse o delinquir.
Y aquí entran los grupos de criminales, pandillas y bandas delincuenciales que reciben con los brazos abiertos a los nuevos miembros provenientes de las miserias que, por esa condición de primerizos son los que tienen que arriesgarse más que los miembros un poco más antiguos del grupo de ladrones y asaltantes.
Luego y con un poco de más necesidad de dinero fácil, y por supuesto con suficiente experiencia en el ramo, pueden optar a ingresar a las bandas del crimen organizado en donde el robo de vehículos, asaltos a bancos y financieras, así como extorsiones, secuestros y el narcotráfico, representa la graduación de hampones y la culminación de su carrera en el crimen.
La otra opción, la de trabajar vendiendo fruta, flores, artefactos diversos y periódicos en los cruceros más concurridos por el tráfico, o dulces, cigarrillos y galletas en un puesto no ambulante y lustrar zapatos en las esquinas o parques, es lo que les va quedando.
Aunque pueden pedir limosna, limpiar vidrios de los vehículos o escupir fuego por la boca al incendiar el diesel o gasolina que escupen en los cruceros.
Esas opciones tan pobremente retribuidas y de tanto esfuerzo para recibir pocos centavos, es la que más rápido los hace tomar decisiones antisociales a nuestros jóvenes y emigrados del interior.
Nuestras ciudades capitales, y muchas de las más importantes ciudades latinoamericanas, están rodeadas de cinturones de miseria y pobreza y sus habitantes, todos y cada uno de ellos están, desde que llegaron a ser parte de esos asentamientos humanos, a la espera del milagro que los saque de las condiciones infrahumanas en las que tienen que sobrevivir.
Se asientan a la orilla de los barrancos y con las primeras lluvias del año muchas de esas precarias viviendas sucumben a las inclemencias del tiempo; y vidas, destrucción y pérdida de sus pocas pertenencias terminan en unos pocos segundos.
Las viviendas en las que comparten la vida en familia carecen de todos los servicios básicos; no tienen agua potable, drenajes, sanitarios ni condiciones mínimas para poder sobrevivir a su miserable situación.
Y si hablamos de escuelas, centros de salud o clínicas que puedan atender la necesidad de educación y salubridad de la familia, principalmente niños y ancianos, el Estado y el Gobierno respectivo no tienen la capacidad de reacción pues el dinero programado en el Presupuesto de Gastos nunca prevé esas extremas condiciones.
Las municipalidades, por su parte, como las obligadas a proporcionar los servicios en las comunidades, se encuentran al borde del colapso porque no tienen los recursos para invertirlos en las necesidades no atendidas de asentamientos y comunidades que florecen como por generación espontánea en las periferias de las ciudades.
Y los asentamientos humanos, por eso mismo, representan vívidamente esa realidad que hoy nos ocupa y que para cualquier curioso, estudioso o simple vecino es fácil llegar a verlos y comprender la triste situación en la que tienen que pasar días y semanas sin esperanza alguna de que alguien se preocupe de ellos y los saque de la miseria.
Y ya es sumamente preocupante la búsqueda de satisfactores sociales y de infraestructura básica, que al día de hoy ha sido insuficiente poder llevarles y hacer llegar algún mínimo detalle a las comunidades más desprotegidas que pueda traducirse en su bienestar.
El agua es tan escasa que perforar más pozos es un dolor de cabeza, ya que las capas freáticas se han ido a grandes profundidades y para producir agua es necesario irse más al fondo, para luego distribuirla en las viviendas de los asentamientos humanos.
La Globalización y las transformaciones económicas y financieras, así como las sociales, que nos ha tocado que vivir en estos últimos 25 años, en donde la recesión, la desaceleración de nuestras economías, la inflación, la pérdida de poder adquisitivo de nuestras monedas con las devaluaciones y unido todo ello al saqueo de los dineros del Estado por aquellos que temporalmente ocuparon cargos públicos recientemente, ha traído un fenómeno con el que, nos guste o no, ya nos hemos acostumbrado a convivir.
No hemos tenido otra opción.
Por lo menos la gran mayoría de los latinoamericanos.
Algunos, imitando a nuestros hermanos del interior y de la provincia de nuestros países que acuden en masa a las grandes ciudades y a las capitales, se han ido a los Estados Unidos buscando un mejor futuro y una vida digna para sus familias que no pudieron encontrar aquí en su propio país.
Y han tenido que soportar todo el calvario que significa ponerse en manos de coyotes, polleros y personas que se dedican al tráfico de ilegales y han sido estafados, las más de las veces junto a violaciones de mujeres, robos, degradación y ultrajes a la dignidad de las personas que viajan en las condiciones que lo hacen buscando llegar al paraíso, según ellos.
Pero la llegada a territorio estadounidense no es garantía de nada.
Si logran burlar la migra, a pesar de ello, pende de su cabeza que en cualquier momento puedan ser deportados y pierdan lo poco que habían logrado hacer.
Trabajar en condiciones de ilegalidad representa otro calvario.
Pero en fin ese es un recurso en el que se arriesgan muchísimos seres humanos desesperados por las limitaciones de sus países. Y si de todos modos su expectativa de vida es pequeña en su país, y los riesgos de morir son tan grandes en su patria, es mejor intentarlo y llegar al sueño americano.
Y, aunque usted no lo crea, las remesas de dinero que envían a sus familias desde los Estados Unidos, o Canadá, los latinoamericanos que consiguieron hacer su vida por allá, es un recurso tan grande o mayor que los que ingresan por concepto de exportaciones de productos tradicionales y no tan tradicionales.
Por lo menos en Guatemala, El Salvador, Honduras, la República Dominicana, Ecuador, Bolivia y otros países las remesas familiares han sido la salvación de nuestras economías nacionales.
Lo crea usted o no esa es la realidad.
El grave deterioro de nuestras capacidades, en casi todos los niveles sociales, dio como consecuencia un enorme aumento en los desocupados, en los sin empleo y en los que sin más remedio tuvieron que abrirse campo entre los sub ocupados y entre los informales.
Es decir que hemos estado viviendo un corrimiento brutal de personas trabajadoras, productivas y generadoras de algún grado de riqueza a su alrededor, hacia capas inferiores sociales de menor escala productiva en donde ha crecido, de manera alarmante, el llamado sector informal de la economía; viniendo, como consecuencia de ello, millones de latinoamericanos bajo un notable deterioro en los niveles de ingresos.
Grandes grupos sociales, y principalmente los étnicos, nos hemos visto presionados a sobrevivir excluidos de cualquier posibilidad de poder cubrir nuestras necesidades básicas y de las de nuestras familias.
Y surgió así, sin saber el momento preciso en que ello ocurrió, el nuevo grupo social de latinoamericanos condenados a que se nos denomine, por parte de los que estudian estos fenómenos, como los nuevos pobres localizados en las áreas urbanas de nuestros países; en donde estamos todos aquellos que pertenecemos al sector medio de la población cuya característica principal, y obvia además, es la imposibilidad de tener acceso a los bienes y servicios básicos; y además públicos que son indispensables para llevar una vida digna, decorosa y respetable.
Ya no tenemos, ni contamos en nuestras patrias, solamente con pobres o con personas que ocupan los espacios en la extrema pobreza, ubicados en áreas marginales, rurales y focalizados en comunidades bien definidas.
No.
Hace muchos años que hay grandes niveles de concentración de nuevos pobres en colonias y barrios eminentemente urbanos.
Esto hace que los valores tradicionales de la pobreza, y de la extrema pobreza, con los que hemos estado acostumbrados a verla, hoy, con la aceptación de su existencia y con la incursión de los nuevos ciudadanos pobres urbanos ha marcado un cambio fundamental en nuestros países, no sólo por el tamaño, localización y exposición de la pobreza en sí, sino que ahora habrá que agregar otros elementos importantes, como lo pueden ser sus propias características.
A la denominada nueva pobreza urbana en Latinoamérica habrá que sumarla con la pobreza y con la extrema pobreza tradicional.
Es decir que un impresionante número creciente de familias que vienen de los más diversos sectores y niveles de nuestras respectivas sociedades, con su cultura e historia económica y financiera muy diferente, tienen demandas y necesidades producto de su carencia y del deterioro progresivo en su calidad de vida que, de alguna manera habrá que atender inmediatamente, sin descuidar los planes para llevar satisfactores sociales a los marginados y a los grandes excluidos de siempre.
Los nuevos pobres urbanos cuentan con vivienda y con acceso a servicios públicos básicos, a los cuales pudieron acceder o llegar en los momentos previos al deterioro de sus ingresos y de su calidad de vida.
Con estos nuevos elementos, y que sin más remedio tenemos que aceptarlos, además de la complejidad, tamaño y del fenómeno progresivo de la pobreza que mina día con día nuestras sociedades, no podemos dejar de mencionar y estudiar, por eso mismo, el otro factor socio político, cultural y étnico que tiene la pobreza, y es su intensidad, su ímpetu y su violencia.
Es decir, y nos referimos, a ¡cuán pobres son los pobres!.
¿De qué tamaño es la brecha en los ingresos familiares que impiden una vida digna?.
¡Qué tan violento es el virus de la pobreza que carcome, sin detenerse, a nuestras familias!.
Lo dramático es que la presencia de los hijos, en la familia tradicional latinoamericana, tiene un efecto multiplicador negativo, pues provoca el círculo vicioso de la progresiva reducción en los ya magros ingresos familiares, del que luego, los hijos de los hijos ya no pueden salir y la pobreza estructural se dispara, como ha ocurrido, hasta niveles inconcebibles en la realidad nacional de nuestros países.
Los niños, ancianos, minusválidos, los improductivos y los que han caído en vicios como el alcohol, las drogas y otras dependencias tienen un efecto múltiple, devastador y catastrófico para las comunidades, pues sus familias, al aumentar el número de personas que dependen de los pequeños y medianos ingresos logrados, ven la disminución de los mismos y como consecuencia descuidan la educación, salud, alimentación y atención; trayendo otro mal a la familia que es el deterioro en la auto estima y auto imagen personal y entonces, y como consecuencia de ello, la psiquis del grupo familiar y de la comunidad pierde su seguridad y la fortaleza social.
Y se reduce, aún más, la participación, organización y la toma de decisiones.
Se suprime el valor cívico y la competitividad social comunitaria.
El carácter multidimensional que tiene la propia complejidad de la pobreza, de la pobreza extrema y de los nuevos pobres urbanos demanda urgentemente la implementación de políticas sociales que superen los riesgos de los desposeídos y que se proceda a buscar mecanismos de integración humana, social, productiva y territorial, sin descuidar los servicios públicos y la infraestructura básica.
Con esta horrenda realidad social muy a la latinoamericana, muy nuestra diríamos mejor, no caben las grandes esperas ni las falsas promesas ni que sigamos aparentando que no es con nuestra generación o con nuestro respectivo Gobierno la cosa; mucho menos que dejemos la situación tal como está para que otros en el futuro lejano busquen las salidas y soluciones.
Hoy, ahora, la demanda social es de nuestra generación.
Y debemos estar dispuestos a asumir este reto que cada uno de nuestros bellos países y nuestras familias demandan de nosotros como habitantes, como Gobiernos y como políticos concientes de nuestra respectiva realidad nacional.
ESTRATEGIAS PARA LUCHAR EN CONTRA DE LA POBREZA
Todas las capacidades del ser humano, así como sus mejores habilidades, se hacen pocas a la hora de enfrentarnos con el enemigo número uno de la sociedad y de las naciones del Tercer Mundo.
Las nuestras, las Repúblicas de América Latina, por estar ubicadas en los tristes y lamentables renglones de aquellos países en donde la pobreza, la pobreza extrema y la pauperización de las clases medias han enraizado limitaciones, atrasos y miserias, a cuales más dramáticas, y soportamos unas condiciones infrahumanas para nuestros habitantes que ya son social y políticamente inaguantables, somos los obligados a detener este cáncer socio-político que nos está acabando.
La maestría y tácticas con las que empecemos a espulgar el subdesarrollo y cada una de sus manifestaciones, así como el arte que le imprimamos para atacarlas, hasta acabarlas, son parte de esas estrategias necesarias e indispensables que debemos implementar en esta desigual lucha contra la pobreza.
Es ineludible aceptar que el desarrollo humano y social de los habitantes de nuestros sufridos pueblos no es más que un proceso en el que la búsqueda de la transformación de las comunidades, y en general de la sociedad completa, se produce y se da en el curso de muchos años.
Para concluir con las limitaciones y atrasos que nos tienen hundidos en el fango social en el que estamos, tenemos que comprender que no serán eventos que se vean de la noche a la mañana.
No.
Nada de eso.
Todo proceso lleva su tiempo para completarse.
Y a pesar que si nos comparamos con naciones desarrolladas y del llamado Primer Mundo y soñamos en estar como sus habitantes, es cosa del tiempo llegar a conseguir las condiciones sociales, políticas, humanas y culturales que en otras latitudes se viven.
Lo que no debemos de perder de vista es que la posibilidad de lograrlo está delante de nosotros y que con solo poner nuestros pies, uno detrás del otro, en la dirección correcta del desarrollo humano y social, poco a poco veremos coronado el éxito que nos espera.
Tendremos que buscar un mecanismo y un enfoque integral nacionalista para que el proceso del desarrollo humano y social de nuestras poblaciones no descuide, ni pierda, el sentido real con la multidimensionalidad que tiene la pobreza en América Latina.
Es decir que no es sólo de agarrar nuestro entusiasmo y buenos deseos como se consiguen las cosas en estas condiciones de pobreza en las que vivimos.
No.
Hay que saber integrarnos a la multidimensionalidad de la pobreza y no descuidar ni uno solo de sus puntos para, así mismo, plantear una estrategia integral que tome en cuenta todas y cada una de las manifestaciones, consecuencias y miserias que tiene.
Y, una vez enfocadas esas dimensiones, proceder al diseño de las estrategias.
Es importante que una de las metas sea proponernos hacer que la participación de las comunidades y sectores agobiados por la pobreza se produzca para ir logrando, en la medida que esto se vaya dando, una reducción sostenida en los índices alarmantes con los que hoy convivimos.
Y para lograr combatir en serio la pobreza tenemos que empezar a programar y diseñar una serie de eventos que nos permitan un crecimiento económico mucho más ágil y rápido que el que tenemos sin descuidar al ser humano y a las familias.
Si es que acaso hemos tenido crecimiento económico.
Si logramos identificar plenamente los objetivos nacionales de cada uno de nuestros respectivos países, y a eso le agregamos una serie de estrategias creativas e ingeniosas, junto a una orientación gubernamental con políticas de desarrollo humano y social amplias, estamos más que seguros que el camino arduo y lleno de vicisitudes que nos espera lo podremos andar de una mejor manera para cumplir con la meta de reducir la brecha y las líneas de pobreza que agobian a nuestros hermanos desposeídos.
Debemos buscar la ayuda y el apoyo de los Organismos Internacionales de Desarrollo, para que colaboren estrechamente forjando alianzas estratégicas, racionalizando programas de cooperación y poder aprovechar mucho mejor las ventajas que nos ofrecen.
El reto que todos los habitantes de esta tan querida América Latina tenemos, participando activamente en estas acciones, es la erradicación de la extrema pobreza, lograr satisfactores sociales en las clases más desposeídas, las de menores ingresos y pobres de nuestra respectiva nación, así como la atención a las clases medias para detener su acelerada pauperización.
- Mejorar las condiciones de vida y de trabajo, empezando en los asentamientos humanos.
- Ejecutar en forma metódica nuevos enfoques y conceptos que contribuyan al desarrollo sostenible de los asentamientos humanos desde una perspectiva comunitaria y de los Distritos Municipales Desarrollados.
- Distribuir los recursos del Estado con transparencia y con énfasis en las zonas pobres y excluidas.
- Generar empleos permanentes.
- Crear y consolidar actividades microempresariales en las comunidades.
- Mejorar la focalización de todos los programas sociales.
- Brindar especial y oportuna atención a los grupos humanos más vulnerables y tradicionalmente excluidos.
- Aumentar la cobertura de programas de capacitación.
- Tratamiento especial, oportuno y directo hacia jóvenes, mujeres jefas de hogar y ancianos.
- Construir centros de emergencia social que permitan orientar y atender transitoriamente a las personas afectadas.
- Diseñar e implementar un sistema de información en red nacional para la atención de emergencias de todo tipo.
- Atención a los niños y adolescentes en abandono.
- Prevenir la deserción escolar en todos los niveles.
- Apoyar la modernización en la enseñanza media, con énfasis en la tecnología y la informática.
- Incorporar a maestros, profesores y al personal docente en general al proceso de modernización de la educación.
- Aumentar la cobertura en la atención escolar.
¿POR QUÉ DEBEMOS FORMULAR UNA ESTRATEGIA GENERAL ALTERNATIVA PARA LUCHAR CONTRA LA POBREZA?
- Porque la situación en nuestros países es una dramática e insoportable para los habitantes más desposeídos y más excluidos.
- Para garantizar que las demandas, los problemas y necesidades de la sociedad que vive en la pobreza, se lleguen a considerar prioritarias en la política pública que se implemente desde las esferas del Gobierno de nuestro país, y hacer con ellas un Compromiso de Estado. Sólo así podemos ir eliminando las exclusiones y la falta de igualdad.
- Para lograr concienciar, tanto a la sociedad civil como a la iniciativa privada y a las demás instituciones del Estado, en el sentido de conseguir una real transformación de nuestras naciones.
- Para buscar y tener, en la verdadera transformación de la sociedad, el respaldo de aquellos que realmente saben lo que es la pobreza, es decir los pobres, los extremadamente pobres y los nuevos pobres urbanos.
- Para que esta lucha frontal contra la pobreza permita que adquiramos dominio sobre nuestro desarrollo humano, social, económico, de infraestructura, de servicios públicos y territoriales, y con ello llegar a disponer de una mejor visión nacional futura; y formular, entonces, un Plan Sistemático de Desarrollo Sostenible de largo alcance.
- Para que podamos ser sujeto y objeto de la Comunidad Internacional Organizada, incluidos los donantes bilaterales y las instituciones financieras multilaterales.
¿CÓMO LOGRAR QUE ESTAS ESTRATEGIAS
AYUDEN A LOS POBRES?
- Estableciendo una Política Integral de acciones gubernamentales y del Estado absolutamente coordinadas.
- Concentrándonos en los resultados y no en enunciados políticos teóricos.
- Determinando qué tipo de medidas debemos implementar para orientarlas y llegar a producir, y generar en la sociedad en general, el mayor impacto posible sobre y contra la pobreza.
- Aceptando que el fenómeno social de la pobreza es un problema complejo y multidimensional, y por lo tanto, debemos empezar a implementar acciones integrales, interinstitucionales y de la mano con la cooperación internacional, para elaborar un Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social que incluya una política de Estado para lograr un rápido crecimiento económico, adaptando políticas macroeconómicas acertadas, no de shock ni mucho menos radicales, sin descuidar al ser humano y a las familias; además de una profunda reforma estructural del Estado, en cada uno de nuestros malogrados países, basado en la Descentralización y el progreso.
- Reconociendo nuestra propia multidimensionalidad nacional en cada país latinoamericano, la realidad económica, social, cultural e histórica, en el marco de la paz social, la convivencia fraternal y la solidaridad; además del espíritu constitucional de la Justicia Social, del Principio de Subsidiariedad y del Bien Común.
- Estableciendo parámetros socio-político-económicos para alcanzar el Progreso Cuantificable; y ver efectivamente los beneficios del crecimiento. Es decir la elevación de los niveles de vida y la reducción de la vulnerabilidad al riesgo que pobres, extremadamente pobres y pobres urbanos sufren y padecen en la actualidad.
- Midiendo constantemente el impacto social y publicando los resultados al respecto de nuestras actividades, sean estos positivos o negativos.
- Reconociendo que la búsqueda de estos loables resultados no se lograrán de la noche a la mañana, para entonces ir buscando la verdadera transformación institucional, además de empezar a desarrollar la capacidad de fiscalización de los habitantes desde sus propias comunidades y municipios, consolidando la organización ciudadana, la participación cívica y la responsabilidad política individual, o sea que el ciudadano latinoamericano común y corriente exija el rendimiento de cuentas de los funcionarios, empleados públicos, autoridades, representantes y de sus gobernantes.
- Consiguiendo un compromiso a largo plazo con la Comunidad de países amigos, organismos de desarrollo y la cooperación internacional; sin descuidar a las organizaciones no gubernamentales que operan en nuestros países, así como clubes, patronatos y asociaciones nacionales.
¿QUÉ RELACIÓN HAY QUE TENER ENTRE LA ESTRATEGIA GENERAL ALTERNATIVA PARA COMBATIR LA POBREZA Y EL PLAN NACIONAL SOSTENIBLE DE DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL?
- El Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social tiene un enfoque de formulación basado en grandes líneas políticas: Desarrollo Productivo Sostenible y Generación de Empleo. Desarrollo de Infraestructura Básica. Desarrollo Humano. Desarrollo Social. Desarrollo Territorial. Desarrollo Económico. Buscando con ello un mejor equilibrio entre los aspectos económicos de las comunidades, de infraestructura básica en los municipios, de superación personal en las familias y de recuperación territorial en zonas bastas de nuestros países. Por lo que la relación entre estrategias y planes deberá estar amalgamado en mejores relaciones con la Cooperación y Colaboración Internacional para que nos ayuden a conseguir el equilibrio buscado.
- Para lograr un desarrollo duradero y una reducción amplia en la pobreza es fundamental terminar con la exclusiones (étnicas, de género, etc.), con la impunidad, inseguridad, corrupción y, amén de otras consideraciones, sin olvidarnos, por supuesto, de la insalubridad, analfabetismo y de la lucha a favor del medio ambiente, y de la capacitación técnica de nuestros jóvenes; elementos que integran, junto a otros, la Estrategia General Alternativa para combatir en serio la pobreza, que guardan una intrínseca relación con las grandes líneas del Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social.
- Y la principal de todas las acciones que relacione una y consolide ambas líneas, descansa en la voluntad política directa del Presidente de la República, así como la comprensión del Organismo Legislativo para hacer de estos pasos una Real Política de Estado en cada uno de nuestros países que lo demandan de manera urgente.
¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA ESTRATEGIA GENERAL ALTERNATIVA PARA COMBATIR EL SERIO LA POBREZA?
- EL DIAGNÓSTICO DE LOS OBSTÁCULOS QUE FRENAN LA LUCHA CONTRA LA POBREZA Y EL CRECIMIENTO ECONÓMICO: Un paso fundamental es disponer de los datos reales de quiénes son los pobres, los extremadamente pobres y los pobres urbanos, dónde viven, y la plena identificación de sus necesidades, problemas y servicios no atendidos, cada uno en los niveles que les corresponde. Y con esta información básica, analizar los factores macroeconómicos, sociales, estructurales, institucionales y los tradicionales, tanto políticos, culturales y étnicos, como los de influencia externa, tecnológicos y educativos, que frenan el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza.
hora bien, los Grandes Objetivos Nacionales tienen que ser de varios tipos o niveles:
- DE LARGO PLAZO: En relación y función a los indicadores generales nacionales del Crecimiento Económico y de las carencias y penurias comunitarias y municipales. Así como acomodarnos a las Políticas de Desarrollo Social generados y propuestos por la Comunidad Internacional y Cooperantes.
- DE MEDIANO PLAZO: Basándonos en indicadores más verificables, como tazas de crecimiento anual, relación anual de nuevos empadronados, relación anual de nuevos mayores de edad, inscripción de nuevos alumnos en escuelas públicas y privadas, deserciones estudiantiles en todos los niveles (primaria, básicos o nivel medio, tecnológico y universitario), relación anual de nuevos profesionales graduados, relación anual de pacientes atendidos, relación anual en políticas de prevención y curación, jornadas de vacunación, inflación, devaluación, índice de precios, relación anual de nuevos empresarios, relación anual de cierre de empresas, relación anual de la masa monetaria depositada e invertida, relación anual de la producción agro industrial, relación anual de exportaciones e importaciones, mortalidad, morbilidad, estudios de opinión y encuestas para determinar satisfactores personales y superación personal. Etc.
- DE CORTO PLAZO: Adentro del contexto del Presupuesto General de Gastos, de cada uno de nuestros países, del Presupuesto de Inversión Social, así como de los presupuestos municipales y de cada estado, si fuera el caso, basaríamos las propuestas y objetivos nacionales, estatales, departamentales o de provincia, municipales y comunitarios.
- POLÍTICAS Y OBJETIVOS: Una vez comprendido, ubicado y bien analizado el Fenómeno de la Pobreza en cada uno de nuestros países, así como sus causas y su dispersión y multiplicación progresiva, deberíamos empezar a establecer metas a corto, mediano y largo plazo que formarían parte de la Estrategia Principal, para con ello, entonces, disponer e iniciar la formulación de Políticas Macroeconómicas, Estructurales, Sociales, Territoriales y Legales, para conseguir el mayor objetivo que es hacer de todo esto una Línea de Política de Estado, y sólo así disponer de la posibilidad de llegar a alcanzar los resultados por todos deseados.
- SEGUIMIENTO: En la estratégica lucha contra la pobreza debemos incluir todos los mecanismos a nuestro alcance para verificar y mantener un seguimiento apropiado de las políticas, avances, frenos, apoyos, el impacto social político y las consecuencias, para integrarlo y manejar toda la información para que dispongan de ella los Organismos Cooperantes de la Comunidad Internacional, los estudiosos y no digamos la población en general, e ir haciendo las correcciones necesarias en el rumbo y en las diferentes líneas políticas.
- LONGEVIDAD: Que la podemos medir en base a la esperanza de vida al nacer.
- NIVEL DE CONOCIMIENTOS: Que representa el coeficiente de alfabetización de adultos, junto al promedio de años de escolaridad.
- ACCESO A NIVELES DECENTES DE VIDA: Medible por una serie de ajustes del ingreso per cápita.
- LA MEDICIÓN DEL DESARROLLO HUMANO: El Índice o los Índices de Desarrollo Humano (IDH) que permiten esta medición por medio de la ponderación de tres elementos, nos dan una visión clara de valores en una escala comprendida entre el 0 y el 1, en la que 0 es la mínima y 1 es la máxima. Los países que tienen un Índice de Desarrollo Humano inferior al 0.5 tiene un bajo nivel de desarrollo, aquellos cuyo IDH esté comprendido entre 0.5 y 0.8 tienen un nivel medio; y aquellos otros que su IDH es superior al 0.8 un nivel alto. Estos elementos son:
- COOPERACIÓN Y ASISTENCIA EXTERNA: Una bien estudiada, planificada y coordinada acción en este campo, unificada bajo y en una sola institución, puede incrementar la eficacia y eficiencia de la Asistencia Internacional de la Comunidad de Donantes y Cooperantes, tanto en el aspecto financiero, técnico y humano, como en el político y de proyectos y servicios.
- PROCESO PARTICIPATIVO: Con esta estrategia estaríamos involucrando a la población en general, para que por medio de comités, juntas de vecinos, asociaciones, gremios y en general la sociedad civil organizada, se mantenga un examen perenne de la situación nacional, la consulta directa, el análisis, las propuestas, apoyos y la fiscalización y el seguimiento ciudadano.
¿QUÉ FUNCIÓN DEBERÍAN DE DESEMPEÑAR LOS DONANTES Y LOS ORGANISMOS MULTILATERALES?:
- Para asegurar el éxito del Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social, así como la Estrategia General Alternativa para Combatir la Pobreza, debemos contar con todo el respaldo de los Organismos de Desarrollo y recibir de ellos el soporte político, financiero y de cooperación, a favor de nuestros respectivos países.
- Lo ideal es que todos los donantes, cooperantes y las instituciones multilaterales de desarrollo colaboren en la Estrategia General Alternativa para Combatir en serio la Pobreza en nuestras naciones, así como en el Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social; identificando su participación directa y específica y comprometiendo recursos desde el principio para respaldar esa participación desde el inicio del proceso.
- Una participación mayor, y sobre todo coordinada, de toda la comunidad de donantes, cooperantes y organismos multilaterales, facilitaría el seguimiento de los avances y de objetivos en el propio marco del desarrollo internacional, fin por el cual ellos nacieron.
GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ
Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería Política y Comunicación.