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La independencia personal madura: de la influencia y control, ejercido en nosotros, por nuestros gobernantes

Enviado por Felix Larocca


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    El pueblo dominicano es un pueblo prejuiciado y racista. Lo es y todos los dominicanos sabemos que es así. Para ser gentil, aquí lo digo con el debido respeto que, como lectores de estas columnas, todos merecen. Porque para muchos de mis amigos más cercanos si uno no es blanco, y no lo es de pura cepa — en este país, uno es malomuy malo.

    Siendo uno dominicano, en nuestras características raciales, como la mayoría de nosotros los dominicanos somos, no tenemos que sentirnos sobrecogidos con su presencia asombrosa… como tantos se sienten cuando se juntan con los blancos.

    Leonel, nuestro actual presidente no es blanco, Leonel es mulato. Hipólito era diferente… por lo menos, así pensaba.

    iEl Guapo!

    ¿Por qué hablo del racismo cuando pienso en los dominicanos? Hablo del racismo, porque sus influencias provocan sentimientos paranoicos en casi todo ser humano.

    Quien se percata, que, como persona, sólo sirve para ser usado, y no para poder casarse con los parientes, o hijas de a quienes sirve — se siente dolido. Como se siente dolido quienquiera que sea, cuando la gente se pregunta, ¿por qué se casó con ese negrazo?

    Porque el negro es malo… Que no sea verdad, nada cambia. Así es como aquí se miran las cosas.

    ¡Píntame angelitos negros!

    Psicológicamente, la blancura y la negrura son arcanos y metáforas a la vez.

    Deseo desglosárselas, porque, nadie, ni aún nuestros lectores, lo saben todo…

    Nadie lo sabe todo — nuestros economistas no saben ni de economía, ni de nada más. Axioma estante, permanente y fijo.

    Uno puede decir con circunspección, que ser estúpido garantiza el éxito en la política.

    Ser estúpido y ladino.

    ¡Aplauso!

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