El perroflauta que escuchaba a Wagner.Episodios Nacionales de Angelillo de Uixó (página 2)
Enviado por Ángel Blasco Giménez
-Por favor señorita, la pagare, se lo juro, pero llame a la guardia civil, al ejercito, al fondo monetario internacional, necesitamos ayuda, nos están secuestrando y asesinando.
-¿ quiere que llame a Merkel para que pague el rescate?- responde sarcástica la empleaducha- haga el favor de pagar los tres euros- insiste impertinente.
Mientras habla un golpe le hace perder a su hermana que cómo Helena de Troya es llevada a hombros por unos calorro que la soban.
Rápidamente Sigfrido repuesto se pone en pie y con una quijada de burro que encuentra golpea a dos quinquis que va a darle una estocada, les revienta sendos cráneo. Persigue a su hermana que se aleja a hombros de los sátiros del agua , el atrida Juan de Dios se cruza en su camino. Sigfrido coge una navaja del cuerpo de Parua y se lanza hacia el patriarca. Grita corriendo hacia él el patriarca. Sigfrido esquiva el navajazo y le introduce por la boca la navaja atravesando dientes que suenan a cascabeles y castañuelas, cómo los de bella Mari, que ve alejarse por el hueco que le ha abierto a Juan de Dios por la nuca. Sigfrido chilla mientras a lomos de la grupa de los calorros se la llevan hacia la luna que corre, corre, corre. La ecoaldea arde y los gitanos quinquis cómo avispas dan muerte a los perroflautas. Suena el móvil de Sigfrido, se escucha las valquirias de Wagner: param- paramparam- param- paramparam , param- paramparam. Varios cuerpos corren ardiendo hasta consumirse calcinados prendiendo fuego a la floresta del edén. Los ladridos, los chillidos, la sangre, el dolor, las furgonetas volcadas, las palmeras ardiendo, los limoneros cuyo fruto se derrite, los cadáveres, el acero blanco entrando y saliendo brillante y jabonoso de la carne no le permiten a Sigfrido atinar donde está el móvil, por fin lo encuentra en un bolsillo de su pantalón.
¿Cómo te va Sigfrido en la ecoaldea?- pregunta su amigo Felipe.
Felipe, llama a la guardia civil, nos están atacando los calorros de texas- grita Sigfrido metiendo un puñal en el ojo de calorro.
Dios mio, no jodas, ya te dije que no te fueras a una ecoaldea al lado de un barrio marginal cómo el de Texas- le responde vehemente y racional Felipe- Ya te lo dije, ya te lo dije- insiste.
Felipe , ya lo hablaremos, llama a la guardia civil rápido, tienen a mi hermana, me temo que la vendan aun burdel o la cambien por drogas para un año.
Vale, vale, ¿quieres que vaya a echar una mano?- pregunta bienintencionado el bueno de Felipe.
¿Tu que crees Felipe? Pues claro, traete la motosierra.
Angelillo de Uixó.
Autor:
Ángel Blasco Giménez
Fecha 08-ago-2012 14:57 UTC
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