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Módulo lectura. Construcción del pensamiento (página 2)

Enviado por asbel22


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LECTURA PREVIA Nro.1

La lectura del cuento "La Carta Robada" del famoso poeta y escritor norteamericano Edgar Allan Poe nos va a servir para adentrarnos en los vericuetos de la lectura. Le propongo que después de terminar la lectura del cuento, cambie algunas situaciones planteadas en él, por ejemplo: hagamos de cuenta que el Prefecto de policía y Dupin no son detectives o investigadores policíacos, sino lectores.

El siguiente cuestionario nos servirá de guía de lectura.

  1. ¿Porqué el lector Prefecto no encuentra el mensaje, la interpretación?
  2. ¿Dónde falló?
  3. ¿Cómo el lector Dupin si encuentra la Interpretación?
  4. ¿Qué elementos utilizó?
  5. ¿Qué tipo de lector representa cada uno de ellos?
  6. ¿Porqué la Interpretación (carta) a pesar de estar ahí, a la vista de todos los lectores, no fue vista por el Prefecto de policía?
  7. Elabore cuatro (4) proposiciones que argumenten la teoría de la lectura que se encuentra en el cuento.
  8. ¿Usted a cuál de los dos lectores (Prefecto, Dupin) pertenece?
  9. Intente la interpretación de la lectura denotativa y connotativa.
  10. Haga una reescritura del cuento.

LA CARTA ROBADA

Nil Sapientiae odiosius acumine nimio

(Séneca)

Me hallaba en París en el otoño de 18… Una noche, después de una tarde ventosa, gozaba del doble placer de la meditación y de una pipa de espuma de mar, en compañía de mi amigo C. Auguste Dupin, en su pequeña biblioteca o gabinete de estudios del No. 33, rue Dunot, au troisieme, Faubourg Saint-Germain. Llevábamos más de una hora en profundo silencio, y cualquier observador casual nos hubiera creído exclusiva y profundamente dedicados a estudiar las onduladas capas de humo que llenaban la atmósfera de la sala. Por mi parte, me había entregado a la discusión mental de ciertos tópicos sobre los cuales habíamos departido al comienzo de la velada; me refiero al caso de la rue Morgue y al misterio del asesinato de Marie Rogêt. No dejé de pensar, pues, en una coincidencia, cuando vi abrirse la puerta para dejar paso a nuestro viejo conocido G…, el prefecto de la policía de París.

Lo recibimos cordialmente, pues en aquel hombre había tanto de despreciable como de divertido, y llevábamos varios años sin verlo. Como habíamos estado sentados en la oscuridad, Dupin se levantó para encender una lámpara, pero volvió a su asiento sin hacerlo cuando G… nos hizo saber que venía a consultarnos, o, mejor dicho, a pedir la opinión de mi amigo sobre cierto asunto oficial que le preocupaba grandemente.

– Si se trata de algo que requiere reflexión- observó Dupin, absteniéndose de dar fuego a la mecha- será mejor examinarlo en la oscuridad.

– He aquí una de sus ideas raras- dijo el prefecto, para quien todo lo que excedía su comprensión era "raro", por lo cual vivía rodeado de una verdadera legión de "rarezas".

-Muy cierto- repuso Dupin, entregando una pipa a nuestro visitante y ofreciéndole un confortable asiento.

– ¿Y cuál es la dificultad?- pregunté-. Espero que no sea otro asesinato.

-!Oh, no, nada de eso! Por cierto que es un asunto muy sencillo y no dudo de que podremos resolverlo perfectamente bien por nuestra cuenta; de todos modos pensé que a Dupin le gustaría conocer los detalles, puesto que es un caso muy raro.

– Sencillo y raro- dijo Dupin.

– Justamente. Pero tampoco es completamente eso. A decir verdad, todos estamos bastante confundidos, ya que la cosa es sencillísima y, sin embargo, nos deja perplejos.

– Quizá lo que los induce a error sea precisamente la sencillez del asunto- observó mi amigo.

– !Qué absurdos dice usted!- repuso el prefecto, riendo a carcajadas.

– !Quizás el misterio es un poco demasiado sencillo! – dijo Dupin.

-!Oh Dios mío! ¿Cómo se le puede ocurrir semejante idea?

– Un poco demasiado evidente.

– !Ja, ja! !Oh, oh! – reía el prefecto, divertido hasta más no poder-. Dupin, usted acabará por hacerme morir de risa.

– Veamos, ¿de qué se trata?- pregunté.

– Pues bien, voy a decírselo – repuso el prefecto, aspirando profundamente una bocanada de humo e instalándose en un sillón-. Puedo explicarlo en pocas palabras, pero antes debo advertirles que el asunto exige el mayor secreto, pues si se supiera que lo he confiado a otras personas podría costarme mi actual posición.

– Hable usted- dije.

– O no hable- dijo Dupin.

– Está bien. He sido informado personalmente, por alguien que ocupa un altísimo puesto, de que cierto documento de la mayor importancia ha sido robado en las cámaras reales. Se sabe quién es la persona que lo ha robado, pues fue vista cuando se apoderaba de él. También se sabe que el documento continúa en su poder.

– ¿Cómo se sabe eso? – preguntó Dupin

– Se deduce claramente – repuso el prefecto – de la naturaleza del documento y de que no se hayan producido ciertas consecuencias que tendrían lugar inmediatamente después que aquél pasara a otras manos; vale decir, en caso de que fuera empleado en la forma en que el ladrón ha de pretender hacerlo al final.

– Sea un poco más explícito – dije

– Pues bien, puedo afirmar que dicho papel da a su poseedor cierto poder en cierto lugar donde dicho poder es inmensamente valioso.

El prefecto estaba encantado de su jerga diplomática.

– Pues sigo sin entender nada – dijo Dupin

– ¿No? Veamos: la presentación del documento a una tercera persona que no nombraremos pondría sobre el tapete el honor de un personaje de las más altas esferas, y ello da al poseedor del documento un dominio sobre el ilustre personaje cuyo honor y tranquilidad se ven de tal modo amenazados.

– Pero ese dominio – interrumpí – dependerá de que el ladrón supiera que dicho personaje lo conoce como tal. ¿Y quién osaría…?.

– El ladrón – dijo G… – es el ministro D…, que se atreve a todo, tanto en lo que es digno como lo que es indigno de un hombre. La forma en que cometió el robo es tan ingeniosa como audaz. El documento en cuestión – una carta, para ser francos fue recibido por la persona robada mientras se hallaba a solas en el boudoir real. Mientras la leía, se vio repentinamente interrumpida por la entrada de la otra eminente persona, a la cual la primera deseaba ocultar especialmente la carta. Después de una apresurada y vana tentativa de esconderla en un cajón, debió dejarla, abierta como estaba, sobre una mesa. Como el sobrescrito había quedado hacia arriba y no se veía el contenido, la carta podía pasar sin ser vista. Pero en ese momento aparece el ministro D… Sus ojos de lince perciben inmediatamente el papel, reconoce la escritura del sobrescrito, observa la confusión de la persona en cuestión y adivina su secreto. Luego de tratar algunos asuntos en la forma expeditiva que le es usual, extrae una carta parecida a la que nos ocupa, la abre, finge leerla y la coloca luego exactamente al lado de la otra. Vuelve entonces a departir sobre las cuestiones públicas durante un cuarto de hora. Se levanta, finalmente y, al despedirse, toma la carta que no le pertenece. La persona robada ve la maniobra, pero no se atreve a llamarle la atención en presencia de la tercera, que no se mueve de su lado. el ministro se marcha, dejando sobre la mesa la otra carta sin importancia.

– Pues bien – dijo Dupin, dirigiéndose a mí -, ahí tiene usted lo que se requería para que el dominio del ladrón fuera completo: éste sabe que la persona robada lo conoce como el ladrón.

– En efecto – dijo el prefecto -, y el poder así obtenido ha sido usado en estos últimos meses para fines políticos, hasta un punto sumamente peligroso. La persona robada está cada vez más convencida de la necesidad de recobrar su carta. Pero, claro está, una cosa así no puede hacerse abiertamente. Por fin, arrastrada por la desesperación, dicha persona me ha encargado de la tarea.

– Para la cual – dijo Dupin, envuelto en un perfecto torbellino de humo – no podía haberse deseado, o siquiera imaginado, agente más sagaz.

– Me halaga usted – repuso el prefecto -, pero no es imposible que, en efecto, se tenga de mí tal opinión.

– Como hace usted notar – dije -, es evidente que la carta sigue en posesión del ministro, pues lo que le confiere su poder es dicha posesión y no su empleo. Apenas empleada la carta, el poder cesaría.

– Muy cierto – convino G… Mis pesquisas se basan en esa convicción. Lo primero que hice fue registrar cuidadosamente la mansión del ministro, aunque la mayor dificultad residía en evitar que llegara a enterarse. Se me ha prevenido que, por sobre todo, debo impedir que sospeche nuestras intenciones, lo cual sería muy peligroso.

– Pero usted tiene todas las facilidades para ese tipo de investigaciones – dije -. No es la primera vez que la policía parisiense las practica.

– Oh, naturalmente! Por eso no me preocupé demasiado. Las costumbres del ministro me daban, además, una gran ventaja. Con frecuencia pasa la noche fuera de su casa. Los sirvientes no son muchos y duermen alejados de los aposentos de su amo; como casi todos son napolitanos, es muy fácil inducirlos a beber copiosamente. Bien saben ustedes que poseo llaves con las cuales puedo abrir cualquier habitación de París. Durante estos tres meses no ha pasado una noche sin que me dedicara personalmente a registrar la casa de Dupin

…. Mi honor está en juego y, para confiarles un gran secreto, la recompensa prometida es enorme. Por eso no abandoné la búsqueda hasta no tener seguridad completa de que el ladrón es más astuto que yo. Estoy seguro de haber mirado en cada rincón posible de la casa donde la carta podría haber sido escondida.

-¿No sería posible – pregunté – que si bien la carta se halla en posesión del ministro, como parece incuestionable, éste la haya escondido en otra parte que en su casa?

– Es muy poco probable- dijo Dupin-. El especial giro de los asuntos actuales en la corte, y especialmente de las intrigas en las cuales se halla envuelto D…, exigen que el documento esté a mano y que pueda ser exhibido en cualquier momento; esto último es tan importante como el hecho mismo de su posesión.

– ¿Qué el documento pueda ser exhibido?- Pregunté.

– Si lo prefiere, que pueda ser destruído– dijo Dupin.

– Pues bien -conviene-, el papel tiene entonces que estar en el casa. Supongo que podemos descartar toda idea de que el ministro lo lleve consigo.

– Por supuesto -dijo el prefecto-. He mandado detenerlo dos veces por falsos salteadores de caminos y he visto personalmente cómo le registraban.

– Puede usted ahorrarse esa molestia- dijo Dupin-. Supongo que D… no es completamente loco y que ha debido prever esos falsos asaltos como una consecuencia lógica.

– No es completamente loco, -dijo G…-, pero es un poeta, lo que en mi opinión viene a ser más o menos lo mismo.

– Cierto – dijo Dupin, después de aspirar una profunda bocanada de su pipa de espuma de mar-, aunque, por mi parte, me confieso culpable de algunas malas rimas.

-¿Por qué no nos da detalles de su requisición?- pregunté.

– Pues bien; como disponíamos del tiempo necesario, buscamos en todas partes. Tengo una larga experiencia en estos casos. Revisé íntegramente la mansión, cuarto por cuarto, dedicando las noches de toda una semana a cada aposento. Primero examiné el moblaje. Abrimos todos los cajones; supongo que no ignoran ustedes que, para un agente de policía bien adiestrado, no hay cajón secreto que pueda escapársele. En una búsqueda de esta especie, el hombre que deja sin ver un cajón secreto es un imbécil. !Son tan evidentes! En cada mueble hay una cierta masa, un cierto espacio que debe ser explicado. Para eso tenemos reglas muy precisas. No se nos escaparía ni la quincuagésima parte de una línea.

Terminada la inspección de armarios pasamos a las sillas. Atravesamos los almohadones con esas largas y finas agujas que me han visto ustedes emplear. Levantamos las tablas de las mesas.

-¿Por qué?

-Con frecuencia, la persona que desea esconder algo levanta la tapa de una mesa o de un mueble similar, hace un orificio en cada una de las patas, esconde el objeto en cuestión y vuelve a poner la tabla en su sitio. Lo mismo suele hacerse en las cabeceras y postes de las camas.

-Pero, ¿no puede localizarse la cavidad por el sonido?- pregunté.

-De ninguna manera si, luego de haberse depositado el objeto, se lo rodea con una capa de algodón. Además, en este caso estábamos forzados a proceder sin hacer ruido.

-Pero es imposible que hayan ustedes revisado y desarmado todos los muebles donde pudo ser escondida la carta en la forma que menciona. Una carta puede ser reducida a un delgadísimo rollo, casi igual en volúmen al de una aguja larga de tejer, y en esa forma se la puede insertar, por ejemplo, en el travesaño de una silla. ¿Supongo que no desarmaron todas las sillas?

-Por supuesto que no, pero hicimos algo mejor : examinamos los travesaños de todas las sillas de la casa y las junturas de todos los muebles con ayuda de un poderoso microscopio. Si hubiera habido la menor señal de un reciente cambio, no habríamos dejado de advertirlo instantáneamente. Un simple grano de polvo producido por un barreno nos hubiera saltado a los ojos como si fuera una manzana. La menor diferencia en la encoladura, la más mínima apertura en los ensamblajes, hubiera bastado para orientarnos.

-Supongo que miraron en los espejos, entre los marcos y el cristal, y que examinaron las camas y la ropa de la cama, así como los cortinados y alfombras.

-Naturalmente, y luego que hubimos revisado todo el moblaje en la misma forma minuciosa, pasamos a la casa misma. Dividimos su superficie en comportamientos que numeramos, a fin de que no se nos escapara ninguno; luego escrutamos cada pulgada cuadrada, incluyendo las dos casas adyacentes, siempre ayudados por el microscopio.

-¿Las dos casas adyacentes? -exclamé-. !Habrán tenido toda clase de dificultades!

-Sí. Pero la recompensa ofrecida es enorme.

-¿Incluían ustedes el terreno contiguo a la casa?

-Dicho terreno está pavimentado con ladrillos. No nos dio demasiado trabajo comparativamente, pues examinamos el musgo entre los ladrillos y lo encontramos intacto.

-¿Miraron entre los papeles de D…, naturalmente, y en los libros de la biblioteca?

-Claro está. Abrimos todos los paquetes, y no sólo examinamos cada libro, sino que lo hojeamos cuidadosamente, sin conformarnos con una mera sacudida, como suelen hacerlo nuestros oficiales de la policía. Medimos así mismo el espesor de cada encuadernación, escrutándola luego de la manera más detallada con el microscopio. Si se hubiera insertado un papel en una de esas encuadernaciones, resultaría imposible que pasara inadvertido. Cinco o seis volúmenes que salían de manos del encuadernador fueron probados longitudinalmente con las agujas.

-¿Exploraron los pisos debajo de las alfombras?

-Sin duda. Levantamos todas las alfombras y examinamos las planchas con el microscopio.

-¿Y el papel de las paredes?

-Lo mismo.

-¿Miraron en los sótanos?

-Miramos.

-Pues entonces -declaré- se ha equivocado usted en sus cálculos y la carta no está en la casa del ministro.

-Me temo que tenga razón -dijo el prefecto-. Pues bien, Dupin, ¿qué me aconseja usted?

-Revisar de nuevo completamente la casa.

-!Pero es inútil -replicó G…-. Tan seguro estoy de que respiro como de que la carta no está en la casa.

-No tengo mejor consejo que darle -dijo Dupin-. Supongo que posee usted una descripción precisa de la carta.

-!Oh, sí!

Luego de extraer una libreta, el prefecto procedió a leernos una minuciosa descripción del aspecto interior de la carta, y especialmente del exterior. Poco después de terminar su lectura se despidió de nosotros, desanimado como jamás lo había visto antes.

Un mes más tarde nos hizo otra visita y nos encontró ocupados casi en la misma forma que la primera vez. Tomó posesión de una pipa y un sillón y se puso a charlar de cosas triviales. Al cabo de un rato le dije :

-Veamos, G…, ¿qué pasó con la carta robada? Supongo que, por lo menos, se habrá convencido de que no es cosa fácil sobrepujar en astucia al ministro.

-!El diablo se lo lleve! Volví a revisar su casa, como me lo había aconsejado Dupin, pero fue tiempo perdido. Ya lo sabía yo de antemano.

-¿A cuánto dijo usted que ascendía la recompensa ofrecida? -preguntó Dupin.

-Pues… a mucho dinero… muchísimo. No quiero decir exactamente cuánto, pero eso sí, afirmo que estaría dispuesto a firmar un cheque por cincuenta mil francos a cualquiera que me consiguiese esa carta. El asunto va adquiriendo día a día más importancia, y la recompensa ha sido recientemente doblada.

Pero, aunque ofrecieran tres veces esa suma, no podría hacer más de lo que he hecho.

-Pues… la verdad… -dijo Dupin, arrastrando las palabras entre bocanadas de humo-, me parece a mí, G…, que usted no ha hecho… todo lo que podía hacerse. ¿No cree que… aún podría hacer algo más, eh?

-¿Cómo? ¿En qué sentido?

-Pues… puf… podría usted… puf, puf… pedir consejo en este asunto… puf, puf, puf… ¿Se acuerda de la historia que cuentan de Abernethy?

-No. !Al diablo con Abernethy!

-De acuerdo. !Al diablo, pero bienvenido! Erase una vez cierto avaro que tuvo la idea de obtener gratis el consejo médico de Abernethy. Aprovechó una reunión y una conversación corrientes para explicar un caso personal como si se tratara del de otra persona. "Supongamos que los síntomas del enfermo son tales y cuales -dijo- Ahora bien, doctor: ¿qué le aconsejaría usted hacer?" "Lo que yo le aconsejaría -repuso Abernethy- es que consultara a un médico.

-!Vamos!- exclamó el prefecto, bastante desconcertado-. Estoy plenamente dispuesto a pedir consejo y a pagar por él. De verdad, daría cincuenta mil francos a quienquiera me ayudara en este asunto.

-En ese caso- replicó Dupin, abriendo un cajón y sacando una libreta de cheques-, bien puede usted llenarme un cheque por la suma mencionada. Cuando lo haya firmado le entregaré la carta.

Me quedé estupefacto. En cuanto al prefecto, parecía fulminado. Durante algunos minutos fue incapaz de hablar y de moverse, mientras contemplaba a mi amigo con ojos que parecían salírsele de las órbitas y con la boca abierta. Recobrándose un tanto, tomó una pluma y, después de varias pausas y abstraídas contemplaciones, llenó y firmó un cheque por cincuenta mil francos, extendiéndolo por encima de la mesa a Dupin. Este lo examinó cuidadosamente y lo guardó en su cartera; luego, abriendo un escritorio, sacó una carta y la entregó al prefecto. Nuestro funcionario lo tomó en una convulsión de alegría, la abrió con manos trémulas, lanzó una ojeada a su contenido y luego, lanzándose vacilante hacia la puerta, desapareció bruscamente del cuarto y de la casa, sin haber pronunciado una sílaba desde el momento en que Dupin le pidió que llenara el cheque.

Una vez que se hubo marchado, mi amigo consintió en darme algunas explicaciones.

-La policía parisiense es sumamente hábil a su manera -dijo-. Es perseverante, ingeniosa, astuta y muy versada en los conocimientos que sus deberes exigen. Así, cuando G… nos explicó su manera de registrar la mansión de D…, tuve plena confianza en que había cumplido una investigación satisfactoria, hasta donde podía alcanzar.

-¿Hasta donde podía alcanzar? -repetí.

-Sí -dijo Dupin-. Las medidas adoptadas no solamente eran las mejores en su género, sino que habían sido llevadas a la más absoluta perfección. Si la carta hubiera estado dentro del ámbito de la búsqueda, no cabe la menor duda de que los policías la hubieran encontrado.

Me eché a reír, pero Dupin parecía hablar muy en serio.

-Las medidas -continúo- eran excelentes en su género, y fueron bien ejecutadas; su defecto residía en que eran inaplicables al caso y al hombre en cuestión. Una cierta cantidad de recursos altamente ingeniosos constituyen para el prefecto una especie de lecho de Procusto, en el cual quiere meter a la fuerza sus designios. Continuamente se equivoca por ser demasiado profundo o demasiado superficial para el caso, y más de un colegial razonaría mejor que él. Conocía a uno que tenía ocho años y cuyos triunfos en el juego de "par e impar" atraían la admiración general. El juego es muy sencillo y se juega con bolitas. Uno de los contendientes oculta en la mano cierta cantidad de bolitas y pregunta al otro: "¿Par o impar?" Si éste adivina correctamente, gana una bolita, si se equivoca, pierde una. El niño de quien hablo ganaba todas las bolitas de la escuela. Naturalmente, tenía un método de adivinación que consistía en la simple observación y en el cálculo de la astucia de sus adversarios. Supongamos que uno de éstos sea un perfecto tonto y que, levantando la mano cerrada, le pregunta : "¿par o impar?". Nuestro colegial responde : "impar", y pierde, pero a la segunda vez gana, por cuanto se ha dicho a sí mismo : "El tonto tenía pares la primera vez, y su astucia no va más allá de preparar impares para la segunda vez.. Por lo tanto diré impar". Lo dice y gana. Ahora bien, si le toca jugar con un tonto ligeramente superior al anterior, razonará en la siguiente forma : "Este muchacho sabe que la primera vez elegí impar, y en la segunda se le ocurrirá como primer impulso pasar de par a impar, pero entonces un nuevo impulso le sugerirá que la variación es demasiado sencilla, y finalmente se decidirá a poner bolitas pares como la primera vez. Por lo tanto, diré pares". Así lo hace, y gana. Ahora bien, esta manera de razonar del colegial, a quien sus camaradas llaman "afortunado", en ¿qué consiste si se la analiza con cuidado?

-Consiste -repuse- en la identificación del intelecto del razonador con el de su oponente.

-Exactamente -dijo Dupin-. Cuando pregunté al muchacho de qué manera lograba esa total identificación en la cual residían sus triunfos, me contestó : "Si quiero averiguar si alguien es inteligente, o estúpido, o bueno, o malo y saber cuáles son sus pensamientos en ese momento, adapto lo más posible la expresión de mi cara a la de la suya, y luego espero hasta ver que pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, coincidentes con la expresión de mi cara". Esta respuesta del colegial está en la base de toda la falsa profundidad atribuida a La Rochefoicauld, La Bruyère, Maquiavelo y Campanella.

-Si comprendo bien -dije- la identificación del intelecto del razonador con el de su oponente depende de la precisión con que se mida la inteligencia de este último.

-Depende de ello para sus resultados prácticos -replicó Dupin-, y el prefecto y sus cohortes fracasan con tanta frecuencia, primero por no lograr dicha identificación y segundo por medir mal -o, mejor dicho, por no medir- el intelecto con el cual se miden. Sólo tienen en cuenta sus propias ideas ingeniosas y, al buscar alguna cosa oculta, se fijan solamente en los métodos que ellos hubieran empleado para ocultarla. Tienen mucha razón en la medida en que su propio ingenio es fiel representante de la masa; pero, cuando la astucia del malhechor posee un carácter distinto de la suya, aquél los derrota, como es natural. Esto ocurre siempre cuando se trata de una astucia superior a la suya y, muy frecuentemente, cuando está por debajo. Los policías no admiten variación de principio en sus investigaciones; a lo sumo, si se ven apurados por algún caso insólito, o movidos por una recompensa extraordinaria, extienden o exageran sus viejas modalidades rutinarias, pero sin tocar los principios. Por ejemplo, en este asunto de D…, ¿qué se ha hecho para modificar el principio de acción? ¿Qué son esas perforaciones, esos escrutinios con el microscopio, esa división de la superficie del edificio en pulgadas cuadradas numeradas? ¿Qué representan sino la aplicación exagerada del principio o la serie de principios que rigen una búsqueda, y que se basan a su vez en una serie de nociones sobre el ingenio humano, a las cuales se ha acostumbrado el prefecto en la prolongada rutina de su tarea? ¿No ha advertido que G… da por sentado que todo hombre esconde una carta, si no exactamente en un agujero practicado en la pata de una silla, por lo menos en algún agujero o rincón sugerido por la misma línea de pensamiento que inspira la idea de esconderla en un agujero hecho en la pata de una silla? Observe asimismo que esos escondrijos rebuscados sólo se utilizan en ocasiones ordinarias, y sólo serán elegidos por inteligencias igualmente ordinarias; vale decir que en todos los casos de ocultamiento cabe presumir, en primer término, que se lo ha efectuado dentro de esas líneas; por lo tanto, su descubrimiento no depende en absoluto de la perspicacia, sino del cuidado, la paciencia y la obstinación de los buscadores; y si el caso es de importancia (o la recompensa magnífica, lo cual equivale a la misma cosa a los ojos de los policías), las cualidades aludidas no fracasan jamas. Comprenderá usted ahora lo que quiero decir cuando sostengo que si la carta robada hubiese estado escondida en cualquier parte dentro de los límites de la perquisición del prefecto (en otras palabras, si el principio rector de su ocultamiento hubiera estado comprendido dentro de los principios del prefecto) hubiera sido descubierta sin la más mínima duda. Pero nuestro funcionario ha sido mistificado por completo, y la remota fuente de su derrota yace en su suposición de que el ministro es un loco porque ha logrado renombre como poeta. Todos los locos son poetas en el pensamiento del prefecto, de donde cabe considerarlo culpable de un non distributio medii por inferir de lo anterior que todos los poetas son locos.

-¿Pero se trata realmente del poeta? -pregunté-. Sé que D… tiene un hermano, y que ambos han logrado reputación en el campo de las letras. Creo que el ministro ha escrito una obra notable sobre el cálculo diferencial. Es un matemático y no un poeta.

-Se equivoca usted. Lo conozco bien, y sé que es ambas cosas. Como poeta y matemático es capaz de razonar bien, en tanto que como mero matemático hubiera sido capaz de hacerlo y habría quedado a merced del prefecto.

-Me sorprenden esas opiniones -dije-, que el consenso universal contradice. Supongo que no pretende usted aniquilar nociones que tienen siglos de existencia sancionada. La razón matemática fue considerada siempre como la razón por excelencia.

Il y a à parier -replicó Dupin, citando a Chamfort –que toute idée publique, toute convention recue est une sottise, car elle a convenu au plus grand nombre. Le aseguro que los matemáticos han sido los primeros en difundir el error popular al cual alude usted, y que no por difundido deja de ser un error. Con arte digno de mejor causa han introducido, por ejemplo, el término "análisis" en las operaciones algebraicas. Los franceses son los causantes de este engaño, pero si un término tiene alguna importancia, si las palabras derivan su valor de su aplicación, entonces concedo que "análisis" abarca "álgebra", tanto como en latín ambitus implica "ambición"; religio, "religión", u homines honesti, la clase de las gentes honorables.

-Me temo que se malquiste usted con algunos de los algebristas de París. Pero continúe.

-Niego la validez y, por tanto, los resultados de una razón cultivada por cualquier procedimiento especial que no sea el lógico abstracto. Niego, en particular, la razón extraída del estudio matemático. Las matemáticas constituyen la ciencia de la forma y la cantidad; el razonamiento matemático es simplemente la lógica aplicada a la observación de la forma y la cantidad. El gran error está en suponer que incluso las verdades de lo que se denomina álgebra pura constituye verdades abstractas o generales. Y este error es tan enorme que me asombra se lo haya aceptado universalmente. Los axiomas matemáticos no son axiomas de validez general. Lo que es cierto de la relación (de la forma y la cantidad) resulta con frecuencia erróneo aplicado, por ejemplo, a la moral. En esta última ciencia suele no ser cierto que el todo sea igual a la suma de las partes. También en química este axioma no se cumple. En la consideración de los móviles falla igualmente, pues dos móviles de un valor dado no alcanzan necesariamente al sumarse un valor equivalente a la suma de sus valores. Hay muchas otras verdades matemáticas que sólo son tales dentro de los límites de la relación. Pero el matemático, llevado por el hábito, arguye, basándose en sus verdades finitas, como si tuvieran una aplicación general, cosa que por lo demás la gente acepta y cree. En su erudita Mitología, Bryant alude a una análoga fuente de error cuando señala que, "aunque no se cree en las fábulas paganas, solemos olvidarnos de ello y extraemos consecuencias como si fueran realidades existentes". Pero, para los algebristas, que son realmente paganos, las "fábulas paganas" constituyen materia de credulidad, y las inferencias que de ellas extraen no nacen de un descuido de la memoria sino de un inexplicable reblandecimiento mental. Para resumir : Jamás he encontrado a un matemático en quien se pudiera confiar fuera de sus raíces y sus ecuaciones, o que no tuviera por artículo de fe que X2 + px es absoluta e incondicionalmente igual a q. Por vía de experimento, diga a uno de esos caballeros que, en su opinión, podrían darse casos en que X2 + px no fuera absolutamente igual a q; pero, una vez que le haya hecho comprender lo que quiere decir, sálgase de su camino lo antes posible, porque es seguro que tratará de golpearlo.

-Lo que busco indicar -agregó Dupin, mientras yo reía de sus últimas observaciones- es que, si el ministro hubiera sido sólo un matemático, el prefecto no se habría visto en la necesidad de extenderme este cheque. Pero sé que es tanto matemático como poeta, y mis medidas se han adaptado a sus capacidades, teniendo en cuenta las circunstancias que lo rodean. Sabía que es un cortesano y un audaz intrigant. Pensé que un hombre semejante no dejaría de estar al tanto de los métodos policiales ordinarios. Imposible que no anticipara (y los hechos lo han probado así) los falsos asaltos a que fue sometido. Reflexioné que igualmente habría previsto las pesquisiciones secretas en su casa. Sus frecuentes ausencias nocturnas, que el prefecto consideraba una excelente ayuda para su triunfo, me parecieron simplemente astucias destinadas a brindar oportunidades a la perquisición y convencer lo antes posible a la policía de que la carta no se hallaba en la casa, como G… terminó finalmente por creer. Me pareció asimismo que toda la serie de pensamientos que con algún trabajo acabo de exponerle y que se refieren al principio invariable de la acción policial en sus búsquedas de objetos ocultos, no podía dejar de ocurrírsele al ministro. Ello debía conducirlo inflexiblemente a desdeñar todos los escondrijos vulgares. Reflexioné que ese hombre no podía ser tan simple como para no comprender que el rincón más remoto e inaccesible de su morada estaría tan abierto como el más vulgar de los armarios a los ojos, las sondas, los barrenos y los microscopios del prefecto. Vi, por ultimo, que D… terminaría necesariamente en la simplicidad, si es que no la adoptaba por una cuestión de gusto personal. Quizá recuerde usted con qué ganas rió el prefecto cuando en nuestra primera entrevista, sugerí que acaso el misterio lo perturbaba por su absoluta evidencia.

-Me acuerdo muy bien -respondí-. Por un momento pensé que iban a darle convulsiones.

-El mundo material -continuó Dupin- abunda en estrictas analogías con el inmaterial, y ello tiñe de verdad el dogma retórico según el cual la metáfora o el símil sirven tanto para reforzar un argumento como para embellecer una descripción. El principio de la vis inertiae, por ejemplo, parece idéntico en la física y en la metafísica. Si en la primera es cierto que resulta más difícil poner en movimiento un cuerpo grande que uno pequeño, y que el impulso o cantidad de movimiento subsecuente se hallará que los intelectos de máxima capacidad, aunque más vigorosos, constantes y eficaces en sus avances que los de grado inferior, son más lentos en iniciar dicho avance y se muestran más embarazados y vacilantes en los primeros pasos. Otra cosa: ¿Ha observado usted alguna vez, entre las muestras de las tiendas, cuáles atraen la atención en mayor grado?

-Jamás se me ocurrió pensarlo- dije.

-Hay un juego de adivinación -continuó Dupin- que se juega con un mapa. Uno de los participantes pide al otro que encuentre una palabra dada : el nombre de una ciudad, un río, un Estado o un imperio; en suma, cualquier palabra que figure en la abigarrada y complicada superficie del mapa. Por lo regular, un novato en el juego busca confundir a su oponente proponiéndole los nombres escritos con caracteres más pequeños, mientras que el buen jugador escogerá aquellos que se extienden con grandes letras de una parte a otra del mapa. Estos últimos, al igual que las muestras y carteles excesivamente grandes, escapan a la atención a fuerza de ser evidentes, y en esto la desatención ocular resulta análoga al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones excesivas y palpablemente evidentes. De todos modos, es éste un asunto que se halla por encima o por debajo del entendimiento del prefecto. Jamás se le ocurrió como probable o posible que el ministro hubiera dejado la carta delante de las narices del mundo entero, a fin de impedir mejor que una parte de ese mundo pudiera verla.

"Cuándo más pensaba en el audaz, decidido y característico ingenio de D…, en que el documento debía hallarse siempre a mano si pretendía servirse de él para sus fines, y en la absoluta seguridad proporcionada por el prefecto de que el documento no se hallaba oculto dentro de los límites de las búsquedas ordinarias de dicho funcionario, más seguro me sentía de que, para esconder la carta, el ministro había acudido al más amplio y sagaz de los expedientes : el no ocultarla.

"Compenetrado de estas ideas, me puse un par de anteojos verdes, y una hermosa mañana acudí como por casualidad a la mansión ministerial. Hallé a D… en casa, bostezando, paseándose sin hacer nada y pretendiendo hallarse en el colmo del ennui. Probablemente se trataba del más activo y enérgico de los seres vivientes, pero eso tan sólo cuando nadie lo ve.

"Para no ser menos, me quejé del mal estado de mi vista y de la necesidad de usar anteojos, bajo cuya protección pude observar cautelosa pero detalladamente el aposento, mientras en apariencia seguía con toda atención las palabras de mi huésped.

"Dediqué especial cuidado a una gran mesa-escritorio junto a la cual se sentaba D…, y en la que aparecían mezcladas algunas cartas y papeles, juntamente con un par de instrumentos musicales y unos pocos libros. Pero, después de un prolongado y atento escrutinio, no vi nada que procurara mi sospecha.

"Dando la vuelta al aposento, mis ojos cayeron por fin sobre un insignificante tarjetero de cartón recortado que colgaba, sujeto por una sucia cinta azul, de una pequeña perilla de bronce en mitad de la repisa de la chimenea. En este tarjetero, que estaba dividido en tres o cuatro compartimientos, vi cinco o seis tarjetas de visitantes y una sola carta. Esta última parecía muy arrugada y manchada. Estaba rota casi por la mitad, como si a una primera intención de destruirla por inútil hubiera sucedido otra. ostentaba un gran sello negro, con el monograma de D… muy visible, y el sobreescrito, dirigido al mismo ministro revelaba una letra menuda y femenina. La carta había sido arrojada con descuido, casi se diría que desdeñosamente, en uno de los compartimientos superiores del tarjetero.

"Tan pronto hube visto dicha carta, me di cuenta de que era la que buscaba. Por cierto que su apariencia difería completamente de la minuciosa descripción que nos había leído el prefecto. En este caso el sello era grande y negro, con el monograma de D…; en el otro, era pequeño y rojo, con las armas ducales de la familia S… El sobreescrito de la presente carta mostraba una letra menuda y femenina, mientras que el otro, dirigido a cierta persona real, había sido trazado con caracteres firmes y decididos. Sólo el tamaño mostraba analogía. Pero, en cambio, lo radical de unas diferencias que resultaban excesivas, la suciedad, el papel arrugado y roto en parte, tan inconciliables con los verdaderos hábitos metódicos de D…, y tan sugestivos de la intención de engañar sobre el verdadero valor del documento; todo ello, digo, sumado a la ubicación de la carta, insolentemente colocada bajo los ojos de cualquier visitante, y coincidente, por tanto, con las conclusiones a las que ya había arribado, corroboraron decididamente las sospechas de alguien que había ido allá con intenciones de sospechar.

"Prolongué lo más posible mi visita y, mientras discutía animadamente con el ministro acerca de un tema que jamás ha dejado de interesarle y apasionarlo, mantuve mi atención clavada en la carta. Confiaba así a mi memoria los detalles de su apariencia exterior y de su colocación en el tarjetero; pero terminé además por descubrir algo que disipó las últimas dudas que podía haber abrigado. Al mirar atentamente los bordes del papel, noté que estaban más ajados de lo necesario. Presentaban el aspecto típico de todo papel grueso que ha sido doblado y aplastado con una plegadera, y que luego es vuelto en sentido contrario, usando los mismos pliegues formados la primera vez. Este descubrimiento me bastó. Era evidente que la carta había sido dada vuelta como un guante, a fin de ponerle un nuevo sobreescrito y un nuevo sello. Me despedí del ministro y me marché en seguida, dejando sobre la mesa una tabaquera de oro.

"A la mañana siguiente volví en busca de la tabaquera, y reanudamos placenteramente la conversación del día anterior. Pero, mientras departíamos, oyóse justo debajo de las ventanas un disparo como de pistola, seguido por una serie de gritos espantosos y las voces de una multitud aterrorizada. D… corrió a una ventana, la abrió de par en par y miró hacia afuera. Por mi parte, me acerqué al tarjetero, saqué la carta, guardándola en el bolsillo, y la reemplacé por un facsímil (por lo menos en el aspecto exterior) que había preparado cuidadosamente en casa, imitando el monograma de D… con ayuda de un sello de miga de pan.

"La causa del alboroto callejero había sido la extravagante conducta de un hombre armado de un fusil, quien acababa de disparar el arma contra un grupo de mujeres y niños. Comprobóse, sin embargo, que el arma no estaba cargada, y los presentes dejaron en libertad al individuo considerándolo borracho o loco. Apenas se hubo alejado, D… se apartó de la ventana, donde me le había reunido inmediatamente después de apoderarme de la carta. Momentos después me despedí de él. Por cierto que el pretendido lunático había sido pagado por mí.

-¿Pero qué intención tenía usted -pregunté- al reemplazar la carta por un facsímil? ¿No hubiera sido preferible apoderarse abiertamente de ella en su primera visita, y abandonar la casa?

-D… es un hombre resuelto a todo y lleno de coraje -repuso Dupin-. En su casa no faltan servidores devotos a su causa. Si me hubiera atrevido a lo que usted sugiere, jamás abría salido de allí con vida. El buen pueblo de París no hubiese oído hablar nunca más de mi. Pero, además, llevaba una segunda intención. Bien conoce usted mis preferencias políticas. En este asunto he actuado como partidario de la dama en cuestión. Durante dieciocho meses, el ministro la tuvo a su merced. Ahora es ella quien lo tiene a él, pues, ignorante de que la carta no se halla ya en su posesión, D… continuará presionando como si la tuviera. Esto lo llevará inevitablemente a la ruina política. Su caída, además, será tan precipitada como ridícula. Esta muy bien hablar del facilis descensus Averni; pero, en materia de ascensiones, cabe decir lo que la Catalani decía del canto, o sea, que es mucho más fácil subir que bajar. En el presente caso no tengo simpatía -o, por lo menos, compasión- hacia el que baja. D… es el monstrum horrendum, el hombre de genio carente de principios. Confieso, sin embargo, que me gustaría conocer sus pensamientos cuando, al recibir el desafío de aquélla a quien el prefecto llama "cierta persona", se vea forzado a abrir la carta que le dejé en el tarjetero.

-¿Cómo? ¿Escribió usted algo en ella?

-!Vamos, no me pareció bien dejar el interior en blanco! Hubiera sido insultante. Cierta vez, en Viena, D… me jugó una mala pasada, y sin perder el buen humor le dije que no la olvidaría. De modo que, como dudo de que sentirá cierta curiosidad por saber quien se ha mostrado más ingenioso que él, pensé que era una lástima no dejarle un indicio. Como conoce muy bien mi letra, me limité a copiar en mitad de la página estas palabras:

Un dessein si funeste,

S il n´est digne d´Atrée, est digne de Thyeste.

Las hallará usted en el Atrée de Crébillon.

LECTURA PREVIA Nro.2

Texto: "Sobre la lectura"

  1. ¿ Por qué dice Nietzsche que el que lo elogia está más lejos de él que los que lo critican?
  2. ¿Qué clase de lectura exige el "Zaratustra"?
  3. ¿Por qué se dice que leer es trabajar?
  4. ¿Qué quiere decir eso de que no existe un código común entre el texto y el lector?
  5. ¿Piensa usted que entre una telenovela y un televidente o entre un artículo de periódico y su lector sí existe un código común? ¿Por qué?
  6. ¿Qué problemas plantea Zuleta para la lectura de "El Capital" de Carlos Marx?
  7. ¿Qué significa el alimento para Kafka, según Estanislao Zuleta?
  8. ¿Qué aspectos debemos tener en cuenta para la lectura de "Don Quijote"?
  9. ¿Por qué imponernos la lectura de "El Quijote" como deber, es realmente una prohibición?
  10. El deber impide que la lectura de ciertos textos sea una fiesta del conocimiento. ¿Por qué?
  11. ¿Qué es interpretar?
  12. ¿Por qué al estudiante le es tan difícil interpretar?
  13. ¿Por qué se dice que la educación es un sistema de prohibición del pensamiento?
  14. ¿Qué hace falta para leer "El Quijote"?
  15. ¿Qué es una ideología dominante?
  16. ¿Por qué se dice que no hay textos fáciles?
  17. ¿Por qué hay que dejarse afectar, perturbar o trastornar por un texto?
  18. El verdadero problema no está en lo que quiso decir el autor sino lo que dice el texto. ¿Por qué?
  19. ¿Por qué es importante leer a la luz de un problema?
  20. Explique, ¿por qué la lectura es un riesgo?

NOTA BENE: Se sugiere, para la comprensión de lectura, cuando hay un cuestionario de por medio, leer las preguntas referidas al texto y luego leer el texto, cuando se pretende responder contra-reloj. Este método es válido para la discusión en grupo, aunque hay que reconocer que limitaría la asimilación total del texto.

Le sugiero, para este último caso, primero leer el texto y luego hacer la discusión. Las preguntas pueden servir como ejes temáticos.

SOBRE LA LECTURA

Autor: Estanislao Zuleta

Voy a hablarles de la lectura. Me referiré a un texto escrito hace unos años. Espero que lo comentemos en detalle para que logremos acercarnos al problema de la lectura. Comencemos con un comentario sobre Nietzsche. Nietzsche tiene muchos textos sobre este tema, pero por ahora les recomiendo sólo dos: el prólogo a la Genealogía a la moral y el capítulo de la primera parte de Zaratustra que se llama "Del leer y el escribir"; hay otros muy buenos en el Ecce Homo y en las Consideraciones intempestivas, particularmente en la que lleva por título, Schopenhauer educador. En ella se habla de lo que significó Schopenhauer para Nietzsche en su juventud y en qué sentido fue para él un educador. Además les recomiendo que se lean Sobre le porvenir de nuestros institutos de enseñanza, pues en él, Nietzsche, hace una crítica de la Universidad como pocas veces se ha hecho, incluso hoy.

Vamos a leer el texto sobre la lectura; lo comentaremos y contestaré las objeciones, críticas o insatisfacciones que ustedes me manifiesten.

Acaso ningún escritor haya hecho tan conscientemente como Nietzsche de su estilo, un arte de provocar la buena lectura, una más abierta invitación a descifrar y obligación de interpretar, una más brillante capacidad de arrastrar por el ritmo de la frase y, al mismo tiempo de frenar por el asombro del contenido. Hay que considerar el humorismo con el que esta escritura descarta como de pasada lo más firme y antiguamente establecido y se detiene corrosiva e implacable en el detalle desapercibido; hay que aprender a escuchar la factura musical de este pensamiento, la manera alusiva y enigmática de anunciar un tema que sólo encontrará más adelante toda amplitud y la necesidad de sus conexiones. Este estilo es la otra cara, el reverso de un nítido concepto de lectura, de un concepto que a medida que se hace más exigente y más quisquilloso libera la escritura de toda preocupación efectista, periodística, de toda aspiración al gran público y de esta manera abre al fin el espacio en que pueden consignarse las palabras del Zaratustra y elaborse la extraordinaria serie de obras que lo continúan, comentan y confirman. Al final del prólogo de la Genealogía de la moral Nietzsche dice que requiere un lector que se separe por completo de lo que se comprende ahora por el hombre moderno. El hombre moderno es el hombre que está de afán, que quiere rápidamente asimilar; "por el contrario, mi obra requiere de lectores que tengan carácter de vacas, que sean capaces de rumiar, de estar tranquilos". Nietzsche dice que existe la ilusión de haber leído, cuando todavía no se ha interpretado el texto. Y esa ilusión existe por el estilo mismo en que escribe.

Pero él va más lejos, el texto que viene más a la mano es el Zaratustra y se encuentra en el primer discurso del Zaratustra. Dice Nietzsche que va a contar la manera como el espíritu se convierte en primer lugar en camello, el camello se convierte en león y éste se convierte finalmente en niño.

Nietzsche dice que primero el espíritu se convierte en camello, es el espíritu que admira, que tiene grandes ideales, grandes maestros, por ejemplo, en el caso de Nietzsche, Schonhauer, y una inmensa capacidad de trabajo y dedicación; el camello es el espíritu sufrido, el espíritu que busca una comunidad con cualquier cosa. –Es un aspecto que se refiere al pensamiento, todo el Zaratustra es una teoría del pensamiento-. Si no se logra leer así, no se entiende nada; pero el espíritu no es sólo eso, admiración, dedicación, fervor, trabajo; el espíritu es también crítica, oposición y entonces dice que el espíritu se convierte en león. Como león se hace solitario casi siempre y en el desierto se enfrenta con el dragón lleno de múltiples escamas y todas esas escamas rezan una misma frase: tú debes. Entonces el espíritu se opone al deber, es el espíritu rebelde, el que toma el tú debes como una imposición interna contra la cual se rebela, que mata todas las formas de imposición y de jerarquía, pero que todavía se mantiene en la negación. Y dice Nietzsche que el león se convierte finalmente en niño y explica así: el niño es inocencia y olvido, un nuevo comienzo, y una rueda que gira, una santa afirmación. Eso ya no es rebelión contra algo; la rebelión contra algo sigue estando determinada por aquello contra lo cual uno se rebela, de la manera en que por ejemplo el blasfemo sigue siendo religioso, porque para pegarle una puñalada a una hostia hay que ser tan religioso como para tragársela; es inocencia y olvido; olvido en Nietzsche es una fórmula muy fuerte, una potencia positiva. Nuestra capacidad de olvidar es nuestra superación del resentimiento. Ahora, el pensamiento funciona con las tres categorías: capacidad de admiración: idealización, trabajo o labor; la capacidad de oposición: crítica, rebelión, y otra: la capacidad de creación: sin oponernos a nada, de juego, de inocencia, de rueda que gira. El espíritu es las tres cosas; sólo si esas tres cosas se combinan funciona el pensamiento filosófico; cuando cualquiera de las tres se enuncia sola es una determinada frustración, una filosofía sombría, un dogmatismo o una idealización de cualquier tipo, o una filosofía rebelde que no es más que rebelión, o es también una filosofía que no tiene ni apoyo en aquello a lo que busca integrarse, ni en aquello contra lo cual lucha sino que se predica sólo como juego y que como juego sólo es anarquismo vacío.

En un libro más tardío, La voluntad de dominio, Nietzsche retoma estas ideas y las da como historia de su vida; ese mismo juego de oposiciones contiene una filosofía que nos impone un trabajo: interpretar; si no, no entendemos nada. Nietzsche dice comentando algunos artículos sobre su obra: "Creo que la incomprensión que tienen hacia mí, es en el fondo alejada de la lengua que yo hablo; todavía no pueden llegar a mis textos ya que cuando uno no oye nada, puede tener la ilusión de que allí no se dice nada, entonces, hace falta un tiempo para que me oigan. En todo caso los que me elogian están más lejos de mí, incluso que lo que me critican".

Es al primer discurso del Zaratustra al que Nietzsche se refiere cuando dice que la lectura requiere la interpretación en el sentido fuerte. Es precisamente por eso que su estilo logró imponer la necesidad de interpretar. El Zaratustra es por eso un libro curioso; casi no existe hoy entre nosotros un libro alemán más famoso que el Zaratustra. Es difícil encontrar en Colombia un zapatero que no se haya leído el Zaratustra; se vende en las librerías de segunda al lado de las obras completas de Vargas Vila y sin embargo probablemente no haya un libro más difícil que el Zaratustra; es como si se vendiera al lado de Vargas Vila La fenomenología del espíritu. Tiene pues una situación muy particular, ya que se puede recibir como poesía, o se puede hacer una lectura religiosa; en realidad es un libro muy exigente con el lector; hay que cogerlo casi que párrafo por párrafo y someterlo a una interpretación: eso es lo que exige del lector.

Nietzsche es particularmente explícito sobre este punto al final del prefacio a la Genealogía de la moral (1887) y al final del prefacio a Aurora: "No escribir de otra cosa más que de aquello que podría desesperar a los hombres que se apresuran". No se trata, sin embargo aquí, como podrían hacer pensar éste y muchos otros textos del "Afán del hombre moderno" que requiere informarse lo más rápidamente posible y al que debiérase oponer una lectura lenta, cuidadosa, y "rumiante". Al poner el acento sobre la "interpretación" Nietzsche rechaza toda concepción naturalista o instrumentalista de la lectura: leer no es recibir, consumir, adquirir. Leer es trabajar. Lo que tenemos ante nosotros no es un mensaje en el que un autor nos informa por medio de palabras –ya que poseemos con él un código común, el idioma- sus experiencias, sentimientos, pensamientos o conocimientos sobre el mundo; y nosotros provistos de ese código común procuramos averiguar lo que ese autor nos quiso decir.

Que leer es trabajar, quiere decir ante todo que no hay un tal código común al que hayan sido "traducidas" las significaciones que luego vamos a descifrar. El texto produce su propio código por las relaciones que establece entre sus signos; genera, por decirlo así, un lenguaje interior en relación de afinidad, contradicción y diferencia con otros "lenguajes", el trabajo consiste pues en determinar el valor que el texto asigna a cada uno de sus términos, valor que puede estar en contradicción con el que posee el mismo término en otros textos. Para tomar un ejemplo muy sencillo, en contradicción con el valor que tiene en el texto de la ideología dominante, Platón en el Teeteto incluye en el concepto de "Esclavos" a los reyes, los jueces y en general a todos los que no pueden respetar el tiempo propio que requiere el desarrollo del pensamiento porque están obligados a decidir o concluir en un plazo determinado y ese plazo prefijado los excluye de la relación con la verdad, la cual tiene sus propios ciclos, sus caminos y sus rodeos, sus ritmos y sus tiempos que ninguna instancia y ningún poder pueden determinar de antemano. Así Nietzsche llama "Voluntad de dominio" a una fuerza unificadora perfectamente impersonal que confiere una nueva ordenación y una nueva interpretación a los elementos que estaban hasta entonces determinados por otra dominación. Esta noción es por lo tanto no sólo ajena a la significación que le asigna la ideología dominante, sino directamente opuesta, puesto que en ésta se entiende como deseo de dominar, superar, de oprimir a otros dentro de los valores y jerarquías existentes y por lo tanto de someterse a esos valores y jerarquías. (Ver Genealogía de la moral II, 12). Traemos esto a cuento, sólo para indicar que toda lectura "objetiva", "neutral" o "inocente" es en realidad una interpretación: la dislocación de las relaciones internas de un texto para someterlo a una interpretación de la ideología dominante.

Quiero subrayar aquí un punto: no hay un tal código común. Cuando uno aborda el texto, cualquiera que sea, desde que se trate de una escritura en el sentido propio del término, es decir, en el sentido de una creación, no de una habladuría, como dice Heidegger (porque las habladurías también se pueden escribir, eso es lo que hacen todos los días los periodistas, escribir habladurías) cuando se trata de una escritura en sentido fuerte del término entonces no hay ningún código común previo, pues el texto produce su propio código, le asigna su valor; ese es un punto importantísimo en la teoría de la lectura; voy a tratar de acercarme un poco más a las lecturas de ustedes; como desgraciadamente ustedes tienen una idea del marxismo según la cual hay que estudiar marxismo y sólo marxismo, entonces cojo a Marx; bueno, por lo menos sí es un gran escritor. Cuando nosotros abrimos El Capital, no tenemos con Marx un código común; por ejemplo: Marx comienza a hablarnos de la mercancía: "La riqueza de las sociedades donde impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías"… pero precisamente el concepto de mercancía y el concepto de riqueza que están en la primera frase de El Capital no nos es común. Nosotros lo entendemos sin necesidad de buscarlo en el diccionario, nadie ignora qué es una mercancía, nosotros creemos y lo entendemos también por una vía empírica porque podemos dar ejemplo. ¡Ah! Sí, la marcancía… lo que está exhibido en las vitrinas de los almacenes. Pero Marx nos va a mostrar que nosotros no sabemos qué es la mercancía, ni tampoco qué es la riqueza. Marx nos dice en el primer apartado de la Crítica del programa de Gotha, que dicho programa comenzaba tan tranquilamente con la tesis de que toda la riqueza procede del trabajo y Marx dice, no, la riqueza no procede del trabajo, procede igualmente de la naturaleza; Marx complica inmediatamente la cosa mercancía; son las relaciones sociales de producción las que llevan en sí el poder sobre el trabajo.

La riqueza se presenta (se presenta pero no es) como una gran acumulación de mercancías, incluso, "se presenta", en una formulación permanente de Marx. Luego dice Marx: la manera cono las cosas se presentan no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría. Por lo tanto, el texto produce su código, no tenemos un código común, tenemos que extraer el código del texto mismo de Marx. Código quiere decir un término al que el receptor y el emisor asignan un mismo sentido. Sin un término al que se le asigne un mismo sentido no hay mensaje y por eso, por ejemplo, un hablante de una lengua como el chino u otra lengua desconocida, no constituye para nosotros un mensaje porque no tenemos código común. El problema de la lectura es que nunca hay un código común cuando se trata de una buena escritura. Tenemos que descifrar el código de la manera como esa escritura lo revele. La literatura como la filosofía imponen un código que hay que definir y el texto lo define; cada término se define por las relaciones necesarias que tiene con los otros términos.

Si nosotros no llegamos a definir qué significa para Kafka el alimento, entonces nunca podremos entender La metamorfosis, "Las investigaciones de un perro", "El artista del hambre", nuca los podremos leer; cuando nosotros vemos que alimento significa para Kafka motivos para vivir y que la falta de apetito significa falta de motivos para vivir y para luchar, entonces se nos va esclareciendo la cosa. Pero, al comienzo no tenemos un código común, ese es el problema de toda lectura seria.

Ahora, ustedes pueden coger cualquier texto que sea verdaderamente una escritura, si no le logran dar una determinada asignación a cada una de las manifestaciones del autor, sino que le dan la que rige en la ideología dominante, no cogen nada. Por ejemplo, no cogen nada del Quijote si entienden por locura una oposición a la razón, no cogen ni una palabra, porque precisamente la maniobra de Cervantes es poner en boca de Don Quijote los pensamientos más razonables, su mensaje más íntimo y fundamental, su mensaje histórico, y no es por equivocación que a veces delira y a veces dice los pensamientos más cuerdos. Ustedes encuentran en el Quijote los textos más alarmantemente locos; en boca de Don Quijote también encuentran la parodia más maligna y los textos más razonables: "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos…". Ahí está Don Quijote hablando de la locura. En cierto sentido es la locura en el sentido de la inadaptación, es la sabiduría en el sentido de la inadaptación. El Quijote es el hombre tardío, el hombre que ha fracasado en todo durante la vida, que no ha sido más que un fracaso y que no resigna a la vida cotidiana y prefiere salir y salir quiere decir muchas cosas: nacer, enloquecerse, desadaptarse, aventurarse, entonces Cervantes construye todo el comienzo del Quijote, con la imagen del hombre cotidiano, por parejas de oposición, una cosa verdaderamente extraordinaria, una estructura musical, todo está en parejas de oposición: "Y tenía en su casa un ama que no pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y se pasaba las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio leyendo libros de caballería" –todo cae en oposiciones- "hasta que cayó en la más extravagante idea que hubiese dado loco alguno y fue que parecióle convenible y necesario, así como para el aumento de su honra como para el servicio de su república hacerse caballero andante" y culmina ahí, eso es música. Pero el Quijote es eso, un hombre que se iba a morir allí, en una haciendita, con un caballito, con un perrito, con una sobrina y un ama; ya tiene 50 años y no ha pasado nada, y Cervantes tiene 50 años y está en la cárcel y no ha pasado nada, y ha fracasado en todo y de pronto sale y ese salir es un nacimiento y sale Cervantes y sale Don Quijote, esa maravilla, el hombre con 50 años de fracasos se niega a que su vida termine en una muerte solitaria, en una vida cotidiana apagada y prefiere la locura a la cotidianidad, pero eso no lo dice Cervantes, eso lo tenemos que construir los lectores al ir construyendo el código.

La más notable obra de nuestra literatura –porque en toda nuestra literatura no hay nada comparable- en el bachillerato nos la prohiben, es decir, nos la recomiendan; es lo mismo que prohibir, porque recomendar a uno como un deber lo que es una carcajada contra la adaptación, es lo mismo que prohibírselo. Después de eso uno se atreve ni leerlo, le cuentan que el gerundio está muy bien usado, le hablan de sintaxis, de gramática, del arte de los que saben cómo se debería escribir pero que escriben muy mal: una cosa que a Cervantes no le interesaba, pues lo que hacía era escribir soberanamente, con las más ocultas fibras de su ser. Cuando nosotros llegamos a abrir los ojos ante el Quijote, con asombro, nos damos cuenta que tanto Sancho como el Quijote pueden estar de acuerdo porque ambos son irrealistas, el uno construye una realidad, el otro se atiene a la inmediatez, lo real pasa por encima de uno y por debajo del otro y en conjunto los dos son una crítica de la realidad, a nombre de la inmediatez del deseo y a nombre de la trascendencia del anhelo. La realidad es la que queda muerta, no ellos.

Y sin embargo, Cervantes no nos puede dar eso inmediatamente; el más grande de nuestros autores, un hombre de la altura de Shakespeare, nos da un texto que si nosotros no somos capaces de descifrar, de interpretar, no lo entendemos. No somos capaces ni siquiera de leerlo, o lo leemos por "fuerza de voluntad", que es peor; pero de lo que se trata es de coger el entusiasmo, coger el ritmo, coger el estilo de Cervantes, o mejor dicho los estilos de Cervantes. Cervantes sabe hacerlo todo, el estilo metonímico de Sancho, apoyado en refranes para darse aire de que no es él el que lo dice y poner la ponzoña por debajo; el estilo lírico de Don Quijote: "Ya no hay hombre que saliendo de este valle entre en aquella montaña y de allá pise una desierta y desolada playa de mar"; esa combinación de estilos que nos da el Quijote se nos escapa porque no sabemos leerlo; ese es el problema que yo les planteo, pues el problema no es que tengamos nada qué leer porque traduzcan mal, sino que no sabemos leer nosotros. Claro, ya en el bachillerato nos prohiben El Quijote; ¿por qué nos lo prohiben?; desde la primaria, antes del bachillerato, se introduce una serie de oposiciones en las que ingresamos desde el primer año: el tiempo de clase donde se aprende, aburridor, y el recreo donde se disfruta sin aprender. El Quijote no cabe en esos dos tiempos, porque el Quijote es una fiesta y al mismo tiempo el más alto conocimiento.

Si nosotros tomamos El Capital como un deber, si no somos capaces de tomarlo como una fiesta del conocimiento, tampoco lo podemos conocer; es ese sentido también nos está prohibido el Zaratustra, que es un verdadero libro, la filosofía más rigurosa, más completa de la Alemania del siglo XIX, dicha en forma de verdadera fiesta. Nietzsche quiere romper el saber del lado del deber, y del lado de la diversión, el olvido de sí, el embrutecimiento. Nietzsche quiere romper eso, entonces hace la filosofía más rigurosa que se pueda hacer, en tono de fiesta, eso es el Zaratustra –es el sentido fundamental del Zaratustra-.

Pero si queremos saber qué significa interpretar, partamos de una base: interpretar es producir el código que el texto impone y no creer que tenemos de antemano con el texto un código común, ni buscarlo en un maestro. ¡Ah! es que todavía no tengo elementos, dicen los estudiantes; el estudiante se puede caracterizar como la personificación una demanda pasiva. "Explíqueme", "déme elementos", "¿cuáles son los prerrequisitos para esta materia?", "¿cómo estamos en la escalera?", "¿cuántos años hay que hacer para empezar a leer el Quijote?". No hay que hacer ningún curso, hay que aprender a pensar. Lo que se les olvida de El Capital a todos los marxistas es el prólogo. Esta obra no requiere conocimientos previos, sólo la capacidad de saber pensar por sí mismos. No podemos leer a Marx con la disculpa de que "realmente me faltan elementos, sería mejor haber conocido a Hegel, entonces vamos con Hegel, pero Hegel está discutiendo a Kant, entonces me faltan elementos y vamos con Kant, pero Kant está discutiendo a Hume, entonces me faltan elementos y vamos con Hume, pero Hume está discutiendo a Descartes y vamos…" y entonces comience con Tales de Mileto y cunado tenga 80 años llegará a Sócrates, si le va bien. Lo que le falta no son elementos, lo que le falta es interpretación, posición activa, discusión con el texto. Pero el estudiante tiene una posición pasiva, déme elementos, métodos, es decir cabestro, pero ¿cuál es el método? El método es pensar, es interpretar, criticar. Se puede empezar un estudio de filosofía perfectamente con El ser y el tiempo de Heidegger, los pre-requisitos están en el texto mismo. Pero la educación es un sistema de prohibición del pensamiento, transmisión del conocimiento como un deber, el conocimiento como algo dado, petrificado.

¿Qué le falta para leer el Quijote? Le falta aprender a leer. ¡Qué elementos ni qué apoyos, ni qué críticos, ni qué muletas, ni qué cabestros! Le falta aprender a leer, eso es lo que pasa y por eso no siente la maravilla del tono, del estilo, no siente la música secreta, la finura de la parodia, la terrible ponzoña de Cervantes. Don Quijote cree en los libros de caballería, es una locura, ¿por qué una locura? Porque no son una ideología dominante y por eso los pone Cervantes; en cambio si fueran una ideología dominante no serían una locura. Por ejemplo, el cura le dice a Don Quijote: "Y vos alma de cántaro, Don Quijote o Don Tonto, o como os llaméis, quién ha venido a contaros que hay gigantes, malandrines y encantadores, ni los hubo nunca en el mundo y por qué no vais a preocuparte por tu mujer y tus hijos en vez de ir disparatando por el mundo?". Y Don Quijote le dice: "¡Ah! pero la biblia que no puede faltar en nada a la verdad, nos enseña que los hubo, contándonos la historia de aquel gigantazo de Goliat". En otras palabras Don Quijote le dice al cura que el problema consiste en que mientras él –Don Quijote- cree en los libros de caballería, el cura cree en la biblia. El cura cree que lo de Don Quijote es loco porque lo siguen pocos y lo suyo es cuerdo porque lo siguen muchos

Esa finura y esa ponzoña de Cervantes, su agudeza de pensamiento, su crítica fundamental de la ideología, eso no se coge de buenas a primeras si no se interpreta el texto; sólo así se comprende que es una verdadera fiesta del pensamiento y del lenguaje, que párrafo por párrafo es una música que se derrama una y otra vez. Sin embargo, a nosotros nos la prohíben. Todos nos dicen que es una vergüenza que no lo hayamos leído, entonces nos callamos, pero con vegüenza, claro, porque eso sí lo aprendemos, la capacidad de avergonzarnos, o lo leemos por fuerza de voluntad, pero de todas maneras nos está prohibido.

Estamos instalados en un lenguaje complejo y hay que aprender a leer; la primera fórmula es ésta: el código que producimos como lectores. Hay algunos autores que nos desafían desde la primera frase: Kafka, Musil, nos desafían a que produzcamos su código, que no es común.

Cuando uno abre La Metamorfosis y lee: "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda, y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre obscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha que estaba visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia". Ahí hay que interpretar o cerrar el libro, ahí si no se llama nadie a engaño. Hay que tener en cuenta esto: "No hay obras fáciles". Es una frase de Valery: no hay autores fáciles, lo que hay son lectores fáciles.

Hay autores que son más francos, como Kafka, que de una vez le muestra a uno que si no interpreta lo mejor es devolverse. Hay otros que son camuflados como Dostoievski; uno puede leer Crimen y Castigo sin darse cuenta de que no ha entendido nada, sino que un señor mató a dos viejas y finalmente lo metieron a la cárcel; y en las páginas rojas de los periódicos aparecen cosas de esas todos los días, eso no quiere decir nada, eso no tiene que ver nada con Crimen y Castigo.

No hay textos fáciles; no busquen facilidad por ninguna parte, no busquen la escalera, primero Marta Harneker, después Althusser; eso es lo peor; no hay autores fáciles, lo que hay son lectores fáciles, que leen con facilidad porque no saben que no están entendiendo, por eso les parece más sencillo Descartes que Hegel. Toda lectura es ardua y es un trabajo de interpretación: fundación de un código a partir del texto, no de la ideología dominante preasignada a los términos.

Pregunta: ¿Pero yo me imagino que eso no se va a descubrir en un párrafo sino en el desarrollo mismo del texto?

Respuesta: Sí, en el desarrollo mismo del texto, pero hay que preguntárselo y no poner esta disyuntiva básicamente estudiantil: entiendo o no entiendo. Esa disyuntiva estudiantil quiere decir, "¿con esto podría presentar examen o no podría?. Hay que dejarse afectar, perturbar, trastornar por un texto del que uno todavía no puede dar cuenta, pero que ya lo conmueve. Hay que ser capaz de habitar largamente en él, antes de poder hablar de él; como hacemos con todo, con la Novena sinfonía, con la obra de Cezanne, ser capaz de habitar mucho tiempo en ella, aunque todavía no seamos capaces de decir algo o sacarle al profesor –porque siempre hay para los estudiantes un profesor, ese es el problema- la pregunta, "¿y esto qué quiere decir?". Ese profesor puede ser uno mismo, puede ser imaginario o real, pero siempre hay una demanda de cuentas a alguien, en vez de pedirle cuentas al texto, de debatirse con el texto, de establecer un código.

Pero no vaya a creerse que el trabajo a que aquí nos referimos consiste en restablecer el pensamiento auténtico del autor, lo que en realidad quiso decir. El así llamado autor no es ningún propietario del sentido de su texto.

Si cogemos el ejemplo del Quijote, el verdadero problema no es el preguntarse qué quería decir Cervantes; el problema es qué dice el texto y el texto dice siempre las cosas que se escapan al autor, a la intención del autor. El autor no es una última instancia. Lo que Cervantes quiso decir no es la clave del Quijote. No hay ningún propietario del sentido llamado autor; la dificultad de escribir, la gravedad de escribir, es que escribir es un desalojo. Por eso, es más fácil hablar; cuando uno habla tiende a prever el efecto que sus palabras producen en el otro, a justificarlo, a insinuar por medio de gestos, a esperar una corroboración, aunque no sea más que un Shhh, una seña de que le está cogiendo el sentido que uno quiere; cuando uno escribe, cambio, no hay señal alguna, porque el sujeto no lo determina ya y eso hace que la escritura sea un desalojo del sujeto. La escritura no tiene receptor controlable, porque su receptor, el lector, es virtual, aunque se trate de una carta, porque se puede leer una carta de buen genio, de mal genio, dentro de dos años, en otra situación, en otra relación; la palabra en acto es un intento de controlar al que oye; la escritura ya no se puede permitir eso, tiene que producir sus referencias y no la controla nadie; no es propiedad de nadie el sentido de lo escrito. "Este sentido es un efecto incontrolable de la economía interna del texto y de sus relaciones con otros textos; el autor puede ignorarlo por completo, puede verse asombrado por él y de hecho se le escapa siempre en algún grado: Escritura es aventura, el "sentido" es múltiple, irreductible a un querer, decir, irrecuperable, inapropiable. "Lo anterior es suficiente para disipar la ilusión humanista, pedagógica opresoramente generoso de una escritura que regale a un "Lector Ocioso" (Nietzsche) un saber que no posee y que va a adquirir".

Estas observaciones pueden servir de introducción a un tema central en la teoría de la lectura, tema en el que dejaremos otra vez para comenzar, la palabra a Nietzsche, estudiando dos proposiciones aparentemente contradictorias y formuladas con todo el radicalismo deseable en Ecce Homo:

  1. "En última instancia nadie puede escuchar en las cosas, incluidos los libros, más de lo que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar aquello a que no se tiene acceso desde la vivencia. Imaginémonos el caso extremo de un libro que no hable más que de vivencias que, en su totalidad, se encuentran más allá de la posibilidad de una experiencia frecuente o, también, poco frecuente, de que sea el primer lenguaje para expresar una serie nueva de experiencias. En este caso sencillamente, no se oye nada, lo cual produce la ilusión acústica de creer que donde no se oye nada, no hay tampoco nada".
  2. "Cuando me represento la imagen de un lector perfecto siempre resulta un monstruo de valor y curiosidad, y además, una cosa dúctil, astuta, cauta, un aventurero y un descubridor nato. Por fin: mejor que lo he dicho en Zaratustra no sabría yo decir para quién únicamente hablo en el fondo; ¿a quién únicamente quiere él contar su enigma?" (Pág. 60).

"A vosotros los audaces, buscadores, y a quien quisiera que alguna vez se haya lanzado con astutas velas a mares terribles. A vosotros los ebrios de enigmas que gozáis con la luz del crepúsculo, cuyas almas son atraídas con flautas a todos los abismos laberínticos, allí donde podéis adivinar, odiáis el deducir…". (Id. Págs. 60-61, todos los subrayados son de Nietzsche).

¿Cómo mantener asidos los dos extremos de esta cadena en la que se nos propone que no se lee sino lo que ya se sabe y que para leer es preciso ser un aventurero y un descubridor nato?

La primera cita parece amargamente pesimista, la segunda es terriblemente exigente; considerémoslas de cerca. En el primer caso Nietzsche especifica el "ya se sabe" como aquello a lo cual se tiene acceso desde la vivencia. Declara muda, inaudible, invisible, toda palabra en la que no podemos leer algo que ya sabíamos; ilegible todo lenguaje que no sea el lenguaje de nuestro problema, si nuestros conflictos y nuestras perspectivas no han llegado a configurarse como una pregunta y una sospecha de la que ese lenguaje es expresión, desarrollo y respuesta, nada podemos oír en él. Recordemos aquí la extraordinaria tensión que se produce al final de la segunda parte del Zaratustra, en el capítulo titulado "La más silenciosa de todas las horas", principalmente en el pasaje que Zaratustra está lleno de terror. "Entonces algo volvió a hablarme sin voz: lo sabes, Zaratustra, pero no lo dices" (Pág. 213).

Y en efecto Nietzsche despliega en estas páginas de transición entre la segunda y tercera parte, todas las sutilezas de su arte para indicar que la mayor dificultad consiste en decir lo que ya se sabe, en reconocer lo que secretamente se conoce; que es un abismo aterrador porque se conoce, porque si no se conociera sería una palabra vacía; pero si se reconoce nos hace pedazos. Aquí encontramos el vínculo entre lo "Que ya se sabe", y la exigencia de valor, de audacia y de arriesgarse a ser descubridor. El lector que Nietzsche reclama no es solamente cuidadoso, "rumiante", es capaz de interpretar. Es aquel que es capaz de permitir que el texto lo afecte en su ser mismo, hable de aquello que pugna por hacerse reconocer aún a riesgo de transformarle, que teme morir y nacer en su lectura; pero que se deja encantar por el gusto de esa aventura y de ese peligro. Pero ¿cómo puede el lector permitir que el texto lo afecte en su ser? Y además, ¿cuál ser? Es evidente que esas exigencias nos conducen hacia la lectura, pero no sabemos nada aún de ese "Dejarse afectar" y ninguna apelación al "coraje" o al valor, es suficiente aquí.

Así como, téngase buena o mala vista, hay que mirar desde alguna parte, así mismo hay que leer desde alguna parte, desde alguna perspectiva. Y ahora, ¿qué puede ser una perspectiva para leer? Esa perspectiva tiene que ser una pregunta aún no contestada, que trabaja en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una escritura (sólo se debe escribir para escritores y sólo el que escribe realmente lee). Una pregunta abierta es una búsqueda en marcha que tiene un efecto específico sobre la lectura; ¿cuál?. Algunos amigos me han dicho que esa frase es muy fuerte; yo la respaldo; sólo se debe escribir para escritores y sólo el que escribe, realmente lee. En este caso mi inspiración consciente más próxima, es también Nietzsche: "Un siglo más de lectores y el espíritu mismo olerá mal" dice Nietzsche. Qué cantidad de lectores: Se lee desde un trabajo, desde una pregunta abierta, desde una cuestión no resuelta; ese trabajo se plasma en una escritura; entonces, todo lo que se lee alude a lo que uno busca, se convierte en lenguaje de nuestro ser. No se lee por información, ni por diversión; eso no es lectura en el sentido que queremos darle en este texto a la lectura.

Siempre que se lee porque uno tiene una cuestión qué resolver y aspira a que el texto diga algo sobre la cuestión; lo más importante en toda la teoría de la lectura es salir de la idea de la lectura como consumo; esa idea rige por ejemplo en la crítica literaria, claro que no en freudiana, o en la de Barthes o la de Bajtin. Le recomiendo a todo el que pueda conseguirlo que se lea un libro de Bajtin sobre Dostoievski, titulado La poética de Dostoievski; lo escribió en el 29; lo prohibió el camarada Stalin y acaba de ser publicado en Rusia y traducido al francés. Es lo más grande que hay hoy en la critica literaria. Mientras tanto Bajtin se pasó 40 años en una pequeña aldea siberiana como profesor de Gramática Rusa.

Es una obra sencillamente gigantesca; el análisis del siglo de Dostoievski; sobre nadie tenemos una cosa tan incompleta, tan global. Es un tipo de lectura que no se pone a hablar de lo que pueden querer decir las obras de Dostoievski, sino que se escribe sobre el estilo de Dostoievski; eso es lo verdaderamente sorprendente. Creo que con Bajtin la estilística, como rama efectivamente independiente de conocimiento, queda fundada.

Observación preliminar. Poseemos una magnífica, una redentora capacidad de olvidar todo lo que no podemos convertir en un instrumento de nuestro trabajo. Y como ese trabajo es en realidad un proceso que sigue vías múltiples, senderos tortuosos y a menudo toma por atajos inesperados, solemos recoger materiales en los lugares más inesperados, casi en todas partes; cualquiera que tenga una experiencia de lectura (y con mayor si es "adicto"), ya que algunos psicoanalistas, Fenichel por ejemplo, hablan de adición a la lectura en sus estudios sobre drogadictos, cualquiera que acostumbre a tomar al azar en un rato de ocio, el primer libro que tenga a la mano, habrá notado sin duda, con cierto asombro, cuán frecuentemente encuentra allí, donde quería olvidarse un rato, que el libro le habla del problema que en ese momento le estaba trabajando.

No hay sin embargo aquí nada de extraño, ni es necesario negar el azar de la escogencia apelando por ejemplo a una premeditación inconsciente: la selección había sido hecha por el problema durante la lectura misma, el problema buscaba sus conceptos, sus conexiones y recibía y capturaba todo lo que le pudiera llenar sus lagunas, las discontinuidades entre los puntos que parecían esclarecidos, y desechaba todo lo demás; o mejor dicho, como no lo capturaba no podía verlo puesto que era el problema mismo el que leía, aquel del que queríamos descansar un poco y que sin embargo seguía trabajando oscuramente como un topo.

Hay que tomar por lo tanto en su sentido más fuerte la tesis de que es necesario leer a la luz de un problema. Como se ve, a medida que escribo estas líneas, el concepto de "problema" ha venido a substituir subrepticiamente el concepto de "preguntas abiertas" como si se tratara de la misma cosa, o como si fuera algo más explícito, cuando en realidad en el lenguaje corriente es el término más vago que existe. Sin embargo aquí además de substituirse comienza ya a definirse: un problema es una esperanza y una sospecha. La sospecha de que existe una unidad, una articulación necesaria allí donde hay algunos elementos dispersos, que creemos entender parcialmente, que se nos escapan, pero insisten como una herida abierta; la esperanza de que si logramos establecer esa articulación necesariamente quedará explicado algo que no lo estaba; quedará removido algo que impedía el proceso de nuestro pensamiento y funcionaba por lo tanto como un nudo en nuestra vida; quedará roto un lazo de aquéllos que nos atan, obligándonos a emplear toda nuestra energía, nuestra agresividad y nuestra libido en lo que Freud llamaba "una guerra civil" sin esperanzas. El trabajo de la sospecha consiste en entregar o someter todos los elementos a una elaboración, a una crítica, que permita superar el poder de las fuerzas que los mantienen dispersos y yuxtapuestos o falsamente conectados. Porque se trata siempre de una fuerza: represión, ideología dominante, racionalización, etc.

Leer a la luz de un problema es, pues, leer en un campo de batalla, en el campo abierto por una escritura, por una investigación.

El que quiere descifrar en su vida realmente, efectivamente, un problema, por ejemplo, el que quiere descifra en su vida el enigma del matrimonio, las dificultades de la compaginación, de convivencia de la pareja, de amor y amistad, de dependencia y amor, de hostilidad y dependencia, entonces puede leer con provecho Ana Karenina; el que no está en eso, no lo lea; no la lea, puede que la termine, pero lo que se llama leer, pensar a Tolstoi, no. Ahora, si nosotros queremos evitar todos los problemas y en abstracto aprender, nos volvemos unos estudiantes, porque los estudiantes, como se sabe, "leen".

Así pues, eso era lo que quería decir la fórmula, que hay que leer desde alguna parte, así como hay que mirar desde alguna parte. "Por lo demás no cabe duda de que esta batalla no se libra principalmente en el escenario de la conciencia: Basta leer El hombre de los lobos o La organización genital infantil de Freud, para saber que ya los cuentos de hadas y las explicaciones sobre el nacimiento y la diferencia de los sexos son leídos, es decir, interpretados, criticados, capturados y desechados a partir del drama que Freud no vacila en calificar de Investigación Originaria".

Recomiendo a todo el que quiera tener una teoría del conocimiento más o menos fundada, la lectura de La organización genital infantil; probablemente no poseemos hoy una teoría del conocimiento que pueda ser considerada superior a esa; especialmente el capítulo que se llama Teorías sexuales infantiles. Ahí Freud nos dice que el niño es un investigador, esa es su esencia; pero describiéndonos al niño como un investigador, nos da las condiciones de todo investigador niño o no y de toda la investigación.

Pero, inconscientemente o no, la lectura es siempre el sometimiento de un texto que por sus condiciones de producción y por sus efectos escapa a la propiedad de cualquier "autor"; es una elaboración, parte de un proceso, que en ningún caso puede ser pensado como consumo; puede ser lenguaje en que se reconoce una indagación o puede ser neutralizado por una traducción a la ideología dominante, pero no puede ser la apropiación de un saber. Y ese es el punto al que hay que llegar para romper la concepción y la práctica de la lectura en una ideología burguesa.

También aquí el capital tiene su propia concepción que corresponde natural y humildemente al sentido común, el más peligroso de los sentidos.

  1. Como producción, la lectura es: trabajo, deber, empleo útil del tiempo. Actividad por medio de la cual uno se vuelve propietario de un saber, de una cantidad de conocimientos, o en términos más modernos o más descarnados, de una cantidad de información, y, en términos algo pasados de moda "adquiere una cultura". Este es el período del ahorro, de la capitalización; aquí es necesario abrir la caja de ahorros, la "memoria", y sus sucursales: archivadores, notas y ficheros.

  2. Ante todo la lectura no puede ser sino una de las dos cosas en las que el capital divide el ámbito de las actividades humanas: producción o consumo. Cuando es consumo, gasto, diversión, "recreación", se presenta como el disfrute de un valor de uso y el ejercicio de un "derecho" (la burguesía esgrime como su consigna más querida el derecho, los derechos, la igualdad de derechos; con lo cual oculta siempre, como demostró una y otra vez Marx, el problema mucho más interesante, de las posibilidades reales y de los procesos objetivos que determinan las posibilidades y las imposibilidades).
  3. En el primer momento se trata, como demostró Marx, de todo "consumo final", de la reproducción de las clases, aquí de la reproducción ideológica, de la inculcación de los "valores", las opiniones y las cegueras que necesita para funcionar".

En la segunda forma de lectura se procede por una división del trabajo mucho más precisa, puesto que la lectura, ahorro-deber, no es ya el consumo final sino la formación de los funcionarios de la repetición, de la reproducción ideológica, aun cuando se trate de una reproducción ampliada y su capital fructifique; es decir, no sólo transmiten los conocimientos adquiridos sino que los desarrollan; producen dentro de la misma rama, o tecnológicamente hablando `crean`. Pero sea que se trate como ahorro o como gasto, la lectura queda siempre como recepción.

Ahora bien, si la lectura no es recepción, es necesariamente interpretación. Volvemos pues a la interpretación.

Psicoanalítica, lingüística, marxista, la interpretación no es la simple aplicación de un saber, de un conjunto de conocimientos a un texto de tal manera que permita encontrar detrás de su conexión aparente, la ley interna de su producción. Ante todo porque ningún saber así es una posesión de un sujeto neutral, sino la sistematización progresiva de una lucha contra una fuerza específica de dominación; contra la explotación de clase y sus efectos sobre la conciencia, contra la opresión, contra las ilusiones teológicas, teleológicas subjetivistas, sedimentadas en la gramática y en la conciencia ingenua del lenguaje.

El texto citado en realidad es una alusión a Nietzsche.

Nietzsche dice: No nos liberamos de Dios mientras mantengamos nuestra fe ingenua en el lenguaje, porque el lenguaje, la gramática, impone un sujeto y distingue al sujeto de las actividades que realiza; esto es teológico; la estructura del lenguaje nos impone un sujeto allí donde el sentido de la frase lo destruye, por ejemplo, en la frase: el viento sopla. ¿Quién sopla? El viento. Qué sopla ni qué sopla, el viento es aire en movimiento, ahí no hay nadie que sople; pero la estructura del lenguaje nos impone siempre la denominación de la cosa como un sujeto que actúa y un objeto que padece. El sujeto impone. Eso lo había visto muy bien Nietzsche; en Más allá del bien y del mal lo plantea. El lenguaje nos impone una estructura teológica, por todas partes está inventando un sujeto de la acción y algo que padece la acción; por eso dice Nietzsche que no nos liberaremos de Dios mientras permanezcamos presos de la gramática.

Pregunta: ¿Dios entonces es la contaminación ideológica del lenguaje, la imposición subrepticia?

Respuesta: Sí, por eso cuando pronunciamos una palabra tenemos que vivir alerta de su contaminación ideológica. Las palabras no son indicadores neutrales de un referente, sino calificativos aunque uno no lo quiera; en una determinada formación social, si uno dice mujer, con eso quiere ya decirlo todo: un ser que es mitad florero y mitad sirvienta, pero en otra formación social podría querer decir otra cosa, por ejemplo, compañera; pero siempre la palabra tiene una adherencia, la palabra es siempre más calificativa de lo que uno cree.

Nadie ha llegado a saber marxismo si no lo ha llegado a leer en una lucha contra la explotación, ni psicoanálisis si no lo ha leído (sufrido) desde un debate con sus problemas inconscientes; y el desarrollo de la lingüística y su meditación actual, por Derrida, muestra que nadie llegará a ser lingüísta, sin una lucha contra la teología implícita en nuestro lenguaje y en las formas clásicas de pensarlo.

Unos psicoanalistas hablan del problema del tiempo propio del lenguaje: me refiero principalmente a Lacan y naturalmente a algunos de sus discípulos. El problema se puede describir así: cualquier formulación en el lenguaje, espera su sentido de lo que la complementa; lo que quiere decir que cualquier recepción del lenguaje es necesariamente una interpretación retrospectiva de cada uno de sus términos a la luz del conjunto de la frase o el texto.

Es decir, que no es una suma de informes progresivos, sino una reinterpretación por el conjunto de los momentos del discurso. Hay pues una espera para la interpretación retrospectiva, que es el arte de escuchar, o si ustedes quieren, también el arte de leer pero ya en el lenguaje como tal, ya en el escuchar más simple, hay una espera, es un ejercicio interesante el de darse cuenta de que las palabras más corrientes son terriblemente indefinibles; si a uno le dicen qué quiere decir una palabra uno se pone a pensar seriamente en eso, se da rápidamente cuenta de que su significado depende de los contextos en que esté dicha, es decir, que si a nosotros nos preguntan por ejemplo qué quiere decir un verbo bien corriente, el verbo hacer: ¿qué es hacer? Hacer es casi todo, se puede dejar por hacer y deshacer un tejido. ¡No hagas eso!, se le dice al niño. ¿Y qué está haciendo él? Está deshaciendo algo, entonces hacer es deshacer. En una palabra, el término más corriente deriva su sentido del contexto.

El que crea encontrar el sentido de una fórmula de El Capital allí donde está y no tenga la idea del viaje de regreso, no lo encuentra. Por ejemplo, una fórmula como ésta: Se va a conocer el capital por medio del estudio de la mercancía, porque en las sociedades donde domina el modo de producción capitalista, la riqueza se presenta como una gran acumulación de mercancías. ¿Qué quiere decir "se presenta"?. Sólo avanzando en la lectura, llegamos a descubrir que esa tendencia a presentarse es esencial a la cosa, pero en la frase misma no sabemos qué es lo que quiere decir, pues Marx después demuestra que riqueza no es lo mimo que valor, que valor no es lo mismo que valor de uso, que todos los recursos naturales también son riquezas aunque no sean valores, porque no son producto del trabajo, y luego nos ilustra más y nos dice que tienden a devenir mercancías precisamente por estar bajo un régimen de producción de mercancías, así pues sólo poco a poco la frase nos resulta inteligible retrospectivamente, pero inicialmente no da la razón de sí.

Ante la lectura, si se hace una lectura seria, se tiene que asumir una posición similar a la forma de escuchar que propuso Freud.

Es necesario aprender una disciplina difícil; esa disciplina la puedo determinar así: la suspensión del juicio. El lector de El Capital tiene que tomar ese libro –o cualquier otro libro serio- como una pregunta. Si lo enfrenta como una respuesta anula toda posibilidad de lectura seria, es decir, transformadora. Con ese "método" se pueden dogmatizar hasta los libros más revolucionarios.

Uno de los problemas de la lectura es la lectura posesiva, cosa que a los estudiantes les cae supremamente bien, porque les enseña el modelo de la escalerita. La escalerita quiere decir: ir de escalón en escalón, de lo simple a lo complejo, y lo simple es el profesor. ¿Cuál simple? ¿Dónde hay algo simple? ¡Ah! pero la pedagogía dice: "primero los elementos esenciales y después veremos…".

Ese es el modelo desgraciadísimo y que nos produce el efecto de una lectura obsesiva. El obsesivo quiere orden; cada cosa en su lugar dice el ama de casa obsesiva, la neurosis colectiva del ama de casa lo manda así: el aseo, el orden, los pañales, cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. Y así quiere uno leer también: primero tengamos esto claro para poder seguir, porque cómo vamos a seguir si no tenemos eso claro. Esto es falso, pues precisamente los problemas se esclarecen después; es necesario seguir, plantear los problemas, volver, en síntesis, trabajar. ¡Qué cuentos de detenernos!

¡No! La lectura es riesgo. La exigencia de rigor muchas veces puede ser una racionalización, el temor al riesgo hace que la lectura sea prácticamente imposible y genera una lectura hostil a la escritura cuando lo que debe predicarse es exactamente lo contrario; que sólo se puede leer desde una escritura y que sólo el que escribe realmente lee. Porque no puede encontrar nada el que no está buscando y si por azar se lo encuentra, ¿cómo podría reconocerlo si no está buscando nada, y el que está buscando es el que está en el terreno de una batalla entre lo consciente y lo inconsciente, lo reprimido y lo informulable, lo racionalizado o idealizado y lo que efectivamente es válido? Si no está buscando nada, nada puede encontrar. Establecer el territorio de una búsqueda es precisamente escribir, en el sentido fuerte, no en el sentido de transcribir habladurías. Pero escribir en el sentido fuerte es tener siempre un problema, una incógnita abierta, que guía el pensamiento, guía la lectura; desde una escritura se puede leer, a no ser que uno tenga la tristeza de leer para presentar un examen, entonces le ha pasado lo peor que le puede pasar a uno en el mundo, ser estudiante y leer para presentar un examen y como no lo incorpora a su ser, lo olvida. Esa es la única ventaja que tienen los estudiantes: que olvidan, afortunadamente; qué tal que no tuvieran esa potencia vivificadora y limpiadora, qué tal que nos acordáramos de todo lo que nos enseñaron en el bachillerato.

(Medellín, junio 8 de l982).

EL PENSAMIENTO Y SU HISTORIA

(Autor: Lizandro Cabrera)

PRESENTACIÓN

El intelectual debe conocer como funciona el celebro, pues es allí donde se realizan las actividades que le permiten desenvolverse e interactuar en sociedad. El comprehender el funcionamiento del sistema nervioso y del magnifico órgano llamado cerebro, mostrará caminos para mejorar su inteligencia social, lo que aseguraría una mejor calidad de vida.

PROPÓSITOS

Al finalizar el capítulo el alumno estará en capacidad de:

  1. Distinguir los elementos constitutivos del sistema nervioso humano.
  2. Comprender las bases neurofiológicas del conocimiento.
  3. Distinguir los órganos y las funciones del sistema nervioso que intervienen en el proceso de conocimiento.
  4. Realizar algunas anotaciones sobre la evolución del pensamiento.

CONCEPTOS PREVIOS

  1. Escriba falso (F) o verdadero (V) según el caso.
  1. El cerebro está en estrecha relación con el aprendizaje. ____
  2. El sistema nervioso periférico tiene como una función mantener el equilibrio homeostático. ____
  3. El cerebro se ha dividido en dos hemisferios por la fisura central. _____
  4. Existen cinco secciones o lóbulos en el cerebro, todas con la misma función. _____
  5. El lóbulo parietal se encarga del equilibrio humano. _____
  6. El lóbulo occipital está estrechamente relacionado con la visión. _____
  1. Describa brevemente la función de las siguientes partes del sistema nervioso.
  1. Cerebro ___________________________________________________
  2. Cerebelo ___________________________________________________
  3. Médula espinal ______________________________________________
  4. Nervios ____________________________________________________
  5. Neuronas __________________________________________________
  6. Dendritas __________________________________________________

BASES NEUROFIOLÓGICAS DEL PENSAMIENTO

AnatomÍa y fisiologÍa dentro de la cual se genera y desarrolla el pensamiento humano

El sistema nervioso es el rector y coordinador de todas las funciones, conscientes e inconscientes, del órgano humano. Consta del sistema espinal (encéfalo y médula espinal), los nervios y el sistema vegetativo o autónomo.

El sistemas nervioso se puede comparar como un ordenador porque las unidades periféricas (Organo internos u órganos de los sentidos) aportan gran cantidad de información a través de los cables de transmisión (nervios) para que la unidad de procesamiento central (cerebro) provista de su banco de datos (memoria), la ordene, analice, muestre, archive y ejecute.

El sistema nervioso central realiza las más altas funciones: atiende y satisface las necesidades vitales y da cumplida respuesta a los estímulos. Ejecuta tres acciones esenciales que son, la detección de estímulos, la transmisión de información y la coordinación general. El cerebro es el órgano clave de todo este proceso, sus diferentes estructuras rigen la sensibilidad, los movimientos, la inteligencia o el funcionamiento de los órganos. Su capa más externa, la corteza cerebral, procesa la información y transmisión nerviosa, recibe una cascada constante de datos externos e internos, los procesa e integra y en consecuencia ordena o reajusta la actividad de los órganos.

El sistema nervioso se divide en sistema nervioso central y sistema nervioso periférico, que constituyen el sistema nervioso-cerebro espinal y sistema nervioso vegetativo o autónomo, de actividad involuntaria

El sistema nervioso-cerebro espinal, relaciona el organismo con el mundo exterior, al tiempo que controla y coordina todas las funciones orgánicas e intelectuales. Está formado por el sistema nervioso central y el sistema periférico. El sistema nervioso central, a su vez, está compuesto por el encéfalo (cerebro, bulbo raquídeo y cerebelo) y la médula espinal, y el sistema nervioso periférico, integrado por doce pares de nervios craneales y treinta y un pares de nervios raquídeos o espinales.

Los nervios captan los estímulos recogidos por los receptores corporales, los transmiten al cerebro y conducen las respuestas de vuelta. Así, los distintos órganos o aparatos corporales entran en acción o reajustan su actividad según los nuevos requerimientos. Gracias a la Formación Reticular Ascendente y Descendente (FRA-FRD).

El sistema nervioso vegetativo dirige las funciones automáticas del órgano. Está formado por dos redes asociadas, antagónicas y complementarias. Una actúa por estimulación; la otra, por represión. Son respectivamente, el sistema simpático y el sistema parasimpático. Ambos sistemas son de control involuntario, aunque están sometidos a las órdenes de los centros nerviosos del sistema nervioso-cerebro espinal.

El sistema nervioso vegetativo inerva los órganos internos, algunas glándulas, los vasos sanguíneos y todos los músculos lisos o de contracción involuntaria, como los que recubren largos tramos del tubo digestivo o forman la pared de los vasos sanguíneos. Así, como la circulación de la sangre por el aparato cardio-circulatorio.

EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

El encéfalo recibe, procesa y ejecuta las funciones y las actividades que mantiene la vida y hacen agradable la existencia, por tal razón, se le denomina el centro de las funciones nerviosas.

El sistema nervioso central tiene encomendadas las más altas responsabilidades del órgano, pues atiende y satisface todas las necesidades de la vida y da cumplida repuestas a los estímulos externos.

Las tres funciones esenciales ejecutadas por el sistema nervioso central, son obra y gracia de sendas estructuras u órganos concretos. Así, la detención de estímulos corresponde a los órganos de los sentidos; la transmisión de informaciones, en ambos sentidos.

Trío Encefálico

El encéfalo se aloja en el interior del cráneo donde es protegido por una recia caja ósea. Está construido por tres órganos importantIsimos: el cerebro, el cerebelo, y el bulto raquídeo.

El cerebro es el centro de control corporal. La sensibilidad, los movimientos, la inteligencia o el funcionamiento automático de los órganos, todo esta sujeto al férreo control cerebral.

El cerebelo esta ubicado detrás y por debajo del cerebro, sobre el bulbo raquídeo y pesa unos 140 gramos. Está formado por dos lóbulos laterales, llamados hemisferios cerebelosos, y por un cuerpo central. La corteza posee sustancia gris, mientras que la sustancia blanca forma la masa interior. Interviene en la coordinación de los movimientos voluntarios y el mantenimiento y control del equilibrio.

El bulbo raquídeo se encuentra debajo del cerebro, por delante del cerebro, en la parte de la columna vertebral. Supone la unión de la médula espinal y el cerebro. Mide unos tres centímetros y tiene forma de con truncado. Está formado por varios cordones anteriores y posteriores se entrecruzan. Está también formado por sustancia blanca y por sustancia gris que se aglomera en pequeñas masas dispersas o núcleos. De estos núcleos parten los nervios craneales. El bulbo raquídeo regula, entre otras, la respiración pulmonar, la eficacia de los órganos internos y las contracciones del corazón

NEURONAS Y NERVIOS

Los nervios son las vías que conectan el cerebro con el exterior y con todos los rincones del cuerpo humano. La transmisión es de naturaleza eléctrica y química muy compleja e instantánea. Las impresiones, los estímulos captados del exterior, las respuestas y las órdenes de los órganos del sistema nervioso central se transmiten de un extremo a otro del organismo a través de los nervios.

Un nervio es un haz de fibras nerviosas envueltas en tejido cognitivo. Las fibras son la prolongación de una cédula nerviosa o neurona

El tejido nervioso cerebral está compuesto de diferentes tipos de cédulas. Las llamadas células gliales, con funciones nutritivas y de sostén, son ocho veces más numerosas que las neuronas. La neurona es la célula nerviosa capaz de procesar información. Hay neuronas de diversas formas y tamaños variables. Se estima que en el cerebro humano se "agrupan" ordenadamente unos 12.000 millones de neuronas. Casi las tres parte de estas neuronas, se disponen en la corteza cerebral.

La corteza cerebral o cortex es una delgada capa de tejido nervioso gris, que cubre la superficie de ambos hemisferios cerebrales. Es un tejido muy activo que acepta, examina, estructura, coteja y exhibe la información percibida. También toma decisiones y da las órdenes oportunas.

La corteza cerebral acoge unos 8.000 millones de neuronas, tiene unos tres milímetros de espesor y extendida, ocuparía una superficie de apenas medio metro cuadrado. De hecho, está formado básicamente por los cuerpos celulares de las neuronas, que constituyen la sustancia gris cerebral, responsable de la inteligencia, la memoria y la voluntad. Se ordena en distintas áreas de actividad, según domine las neuronas sensitivas, las neuronas motoras o la neurona asociativas.

Las áreas sensitivas corticales reciben la información de los músculos, la piel, los órganos internos y los órganos de los sentidos. Las distintas zonas de la áreas motoras controlan todos y cada uno de los músculos de acción voluntaria, las áreas asociativas, que son las que se reservan una mayor superficie, interpretan las informaciones que reciben, las comparan con las existentes y las memorizan o también emiten sus resoluciones. Internamente, se observan unas cavidades cerebrales que contienes líquido cefalorraquideo, cuya misión es proteger al órgano de posibles golpes. En su profundidad se acumulan masas de sustancia gris; denominadas núcleo amigdaliano y cuerpo estriado, que controlan los movimientos. En la base cerebral, entre ambos hemisferios, se encuentran el tálamo y el hipotálamo. El tálamo es una masa celular que dirige la entrada y salida de los impulsos nerviosos. El hipotálamo rige el sistema nervioso autónomo y regula los proceso metabólicos a través de la glándula hipófisis

LA CORTEZA CEREBRAL

El cerebro es el órgano del sistema nervioso central que controla la mayoría de las actividades del organismo humano. Es el centro de la sensibilidad, el movimiento voluntario, la memoria y la inteligencia. También rige las funciones internas y las acciones involuntarias.

GEOGRAFÍA DEL CEREBRO

El cerebro cuenta con diez millones de neuronas por cada gramo de peso. Es órgano que más oxigeno y glucosa consume. Su capa exterior, de marcado relieve, es la principal receptora y transmisora de órdenes, se denomina corteza cerebral o noe-cortex. El cerebro es la región más voluminosa del encéfalo y el órgano más importante del sistema nervioso, aunque las restantes estructuras nerviosas son igualmente imprescindibles para la vida.

El cerebro se aloja en la caja craneana, envuelto por unas membranas o meninges, rodeado del líquido cerebro espinal, que lo baña y protege. Tiene la consistencia de la leche cuajada, su color es rosáceo-blanquecido y consume una cuarta parte del oxigeno inhalado y de la glucosa ingerida.

El cerebro adulto posee unos 12.000 millones de células nerviosas o neuronas, que se organizan en bloques de acuerdo a sus tareas, de allí la especialización de cada una de las zonas del cerebro. Externamente, en el cerebro se distingue en dos mitades, conocidas como hemisferios cerebrales. Cada hemisferio, derecho e izquierdo, posee áreas con funciones concretas; no obstante, todo el órgano actúa coordinadamente.

La neuropsicología moderna, especialmente los doctores Miguel y Julián de Zubiría, han presentado modelo hipotético de cómo se realizan las Operaciones Intelectuales han presentado un modelo hipotético de como se realizan las operaciones intelectuales en el cerebro, destacando la actividad de un quinto lóbulo que se ubicaría en la intersección del parietal, temporal y occipital, recibiendo el nombre de parietotemporoccipital. Su nombre científico es el área de Wesnicke. Se afirma que el lóbulo parietotemporoccipital sería el lugar donde se realizan las tareas definitorias del siquismo humano como son conceptualizar, decodificar y codificar (De Zubiría M, 1996), entendiendo, mediante las siguiente proposiciones, los conceptos que ayudarán a comprender las Operaciones Intelectuales, así:

  • La codificación es el proceso intelectual mediante el cual transformamos ideas o conocimientos, para compartir con otros seres humanos. En la codificación intervienen Instrumentos de Conocimientos (conceptos) y Operaciones Intelectuales de diversas índole (síntesis, juicios críticos, etc.).
  • Decodificar es transformar las palabras escuchadas, leídas o tomadas de un texto, en sus respectivos conceptos y unir dichos conceptos en ideas o proposiciones. La decodificación es la puerta de acceso por excelencia, la mejor a nuevos conocimientos. Para que la codificación pueda ser interpretada, se deben compartir los elementos culturales humanos, es decir, los códigos.
  • Conocer un objeto consiste en incluirlo en conceptos.
  • Los conceptos son Instrumentos de Conocimiento.

El lóbulo parietotemporoccipital es su estructura fisiológica se compone de innumerables proyecciones eferentes y aferentes de "Cabeza de neuronas". Es entonces el área cortical de máxima asociación neuronal. Por este hecho, está vinculado a los mecanismos interpretativos en general.

La célula esencial del sistema nervioso es la NEURONA. Su citoplasma, llamado también cuerpo o soma, está rodeado por una serie indeterminada de prolongaciones largas, a veces incluso de algunos métros de longitud, se denomina axones. Las dendritas reciben los impulsos y los transmiten al cuerpo de la neurona, y de allí los impulsos parten por los axones. La zona de unión entre dos neuronas es la sinapsis.

RESUMEN FUNCIONES

AREAS CEREBRALES

1. Lóbulo frontal

  • Funciones motoras
  • Toma de decisiones
  • Control de atención
  • Almacén de recuerdos de duración breve
  • Pensamiento abstracto
  • Intereses humanos

2. Lóbulo occipital

  • Visión

3. Lóbulo temporal

  • Área auditiva y equilibrio humano

4. Lóbulo parietal

  • Función gustativa
  • Táctil – kinestésico

Una división más rigurosa permitirá ubicar el lóbulo frontal con todas las funciones antes decritas y uno pre-frontal exactamente después del frontal y de la cisura de rolando o central que se encarga específicamente de las funciones inherentes al pensamiento humano, a sus intereses y motivaciones. En el fondo del surco interhemisférico se aprecia una masa blanquecina o cuerpo calloso que, tendido como un puente, conecta y relaciona a ambos hemisferios.

El aspecto abrupto e irregular, con circunvoluciones, otorga al cerebro una extensión real, treinta veces superior, a la que tendría si fuera un óragano liso y plano. La corteza contiene las principales áreas sensitivas, motoras y asociativas de todo el sistema nervioso. De hecho, el cortex es el centro de las actividades físicas y mentales del ser humano.

TALLER – EVALUACIÓN

  1. Escriba un listado de términos relacionados con el sistema nervioso.
  2. Desarrolle un pequeño escrito (codificado) sobre el tema en donde se encuentren los términos arriba relacionados.
  3. Aparear: sobre la línea izquierda coloque el número de la derecha que corresponda.

_________Integra mecanismo complejos de sanciones y movimientos en áreas de estructura y función especifica.

1. Pedagogía conceptual

_________Sensaciones corporales en general

2. Lóbulos pre-frontal

_________Se relaciona con al visión humana

3. Lóbulo parietal

_________Se encarga de tomar decisiones

4. Neocortex

_________Modelo pedagógico seguido en Colombia presentado por Miguel y Julián de Zubiría.

5. Lóbulo occipital

¿QUÉ ES EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO?

¿QUÉ SE CONOCE?

Resulta fundamental intentar contestar la pregunta. A fin de cuentas todo lo que vendrá a lo largo y a lo ancho del capítulo tiene relación con dicha pregunta. En razón a que estudiaremos el Proceso de Conocimiento, uno de cuyos aspectos esenciales lo es el Objeto que se conoce. Existen diversos niveles y grados en la comprensión o en el conocimiento de un objeto.

Un grado muy elemental en el conocimiento de dicho Objeto consistirá en conocer (o re-conocer) su función: sirve para escribir.

Un avance notable ocurrirá al ser capaces de incluir el objeto en un proceso de conocimiento en una CLASE GENERAL de Objetos: es una máquina de escribir.

Otro avance en el camino hacia el conocimiento del Objeto podría consistir naturalmente en comprender cómo opera: de que manera interactúan sus partes para producir los efectos que producen sobre el papel.

Un teórico cuarto escalón sería recorrido al conocer (re-conocer) la historia de las modificaciones en los mecanismos).

Una advertencia, el orden primero, segundo, tercero, etc., no es necesariamente, el orden natural recorrido a medida que se profundiza en el conocimiento de un Objeto. Lo que si es cierto, es que el conocer los Objetos avanza a medida que los incluye en un cada vez mayor número de conceptos. "Existen diversos niveles y grados en la comprensión o en el conocimiento de un Objeto…".

Ahora bien, aunque podría pensarse lo contrario, la minoría de nuestros conocimientos los hemos producido nosotros mismos… la inmensa minoría.

Contradiciendo lo que creen, ingenuamente, los constructivistas, la inmensa mayoría de los conocimientos depositados en nuestra corteza cerebral acerca de los objetos provienen de otras personas, de quienes hemos aprehendido "nuestros" conocimientos. Ahora bien, si buena parte, la inmensa mayoría de nuestro conocimiento acerca del mundo – de los otros, de la sociedad y de nosotros – proviene de otras personas, hemos de concluir que la fuente principal del conocimiento está localizada en los otros seres humanos. Y que el mecanismo consiste en "absorber" los conocimientos que otros seres han conocido; no producido. Estamos en capacidad de "absorber" los conocimientos. Sí. ¿Cómo? Decodificando su lenguaje. Decodificando el lenguaje mediante el cual sabios generosos "codificaron" o plasmaron sus conocimientos, a beneficio de la humanidad toda. Conocimientos – eso sí, construidos – con mucho sacrificio, con mucha tenacidad, con mucha inteligencia. De no haber sido codificado el conocimiento se perdería siempre. Muchos otros sabios se fueron sin dejar codificada su sabiduría, siéndonos imposible acceder a ella.

Ahora bien, el lenguaje etiquetador de conocimientos puede tomar formas distintas, operar como: a) lenguaje verbal y oral, b) Lenguaje escrito, como escritura.

Durante miles de siglos a la cultura humana le bastó con el lenguaje verbal u oral. Con la escritura el ritmo evolutivo cultural se hizo infernal. A tal punto que hoy, la inmensa mayoría del conocimiento poseído por una persona en particular, mucho más tratándose de un erudito procede de la lectura.

Todo lo anterior puede resumirse en una elemental proposición: El cerebro humano obtiene conocimientos de tres fuentes. O bien de a) Objetos o bien de b) discursos verbales, o bien de c) textos escritos.

Las dos vías privilegiadas del conocimiento son en suma:

  1. Conceptualizar realidades
  2. Decodificar o interpretar mensajes o ideas de otros seres humanos, bien estén plasmados materialmente como b1) diálogos, o como b2) textos escritos.

FUNCIÓN DE LOS PROCESOS INTELECTUALES

Una observación de enorme importancia: si bien al conocer se CONCEPTUALIZAN Objetos o se DECODIFICAN lenguajes, allí no terminan las posibles actividades relacionadas con los Procesos Intelectuales. También los procesos intelectuales participan al TRANSMITIR y al PRODUCIR conocimientos. Y en una forma muy importante. La transmisión como la producción de conocimientos son la otra cara de la moneda. La cara complementaria a la "extracción" de conocimiento. Gracias a la CODIFICACIÖN somos capaces de convertir nuestras propias ideas en lenguaje(s).

Al conceptualizar realidades o al decodificar mensajes o ideas tomadas de otros seres humanos procedemos "pasivamente", en tanto no productores, sino asimiladores de conocimiento previamente producidos por otros seres humanos. Al codificar, otra cara de la moneda, convertimos nuestras propias ideas en discursos o en textos. Propias ideas en el sentido en que están en nosotros, no en cuanto resulten cien por ciento originales; en ese sentido tampoco "nuestras" propias ideas lo son cien por ciento originales; y en ese sentido tampoco "nuestras" como propiedad individual.

El término Codificar puede sugerir que las ideas se transforman en discursos asignándole a cada idea una frase verbal.

En mayor medida que Decodificar o que Conceptualizar, codificar exige poner en acción operaciones intelectuales humanas en sumo complejas. Mucho más cuando la Codificación toma la forma escrita y no la forma verbal.

"Somos buenos para hablar, malos para escribir". ¿Por qué llega a ser tan complicada la escritura? Por muchas razones, de las cuales solo estudiaremos una. Antes de convertir en palabras, dichas o escritas, los pensamientos deben ser precisados, jerarquizados, secuenciados y coordinados.

Trabajo intelectual puro y duro. Precisar las ideas, jerarquizarlas en orden de importancia, secuenciarlas y coordinarlas unas con otras no es posible por fuera de una intensa actividad intelectual.

Escribir es una tarea compleja, muy compleja. En resumidas cuentas, los procesos intelectuales participan en dos actividades fundamentales. Tanto al: a) INTERPRETAR los

hechos reales (Realidad material) o escritos (Realidad Simbólica) como al b) PRODUCIR o CODIFICAR realidades simbólicas. Realidades simbólicas en las cuales habitamos la mayor parte de nuestro tiempo, en mayor medida, seguramente, aún, que en las realidades. ¡O no! Las funciones intelectuales interpretativas como las funciones intelectuales productivas constituyen dos funciones complementarias vitales, cada una de ellas revestidas con singular importancia. O más resumido aún: El conocimiento conoce o comprende o aprehende o interpreta o intelige o decodifica (todos ellos términos sinónimos) "objetos" de la realidad o "Objetos" de las realidades simbólicas; en este segundo caso, bien podrían ser: artículos o conferencias, o discursos. De una parte, pero de otra, los procesos intelectuales participan, así mismo, y de manera muy activa, al producir como al retransmitir conocimientos a los demás congéneres; bien sea utilizando discursos verbales, o bien sea utilizando escritos.

EL PENSAMIENTO NOCIONAL

Las operaciones intelectuales nocionales

Las Nociones semejan monedas de tres lados. Por sus herramientas intelectuales disponer de tres caras, los niños (hasta cumplir seis años de edad mental) habitan en tres realidades, y aunque interconectadas, por completo disímiles. La realidad:

– Objetual o Real

– Nominal (Signos y palabras)

– Simbólica (imágenes mentales)

Siendo los Instrumentos de Conocimiento Nocionales, tripletas, admiten seis transformaciones entre componentes, cuatro efectivas.

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Obsérvese cómo aparece tachada la conversión Palabra-Objeto, a la par como la conversión Objeto-Palabra. ¿Cuál es la razón? Una sencilla. Descúbrala. Estudiaremos cada uno de los cuatro principales operaciones intelectuales propias del período nocional.

Suboperación Nocional 1. Introyectar [0 ® I]

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Para identificar como miembro de una Noción a un objeto cualquiera que aparece en la realidad-real del niño, el pequeño lo compara –suponemos– contra imágenes almacenadas en su "banco de imágenes". Y lo realiza a fin de descubrir si cuadra o no con alguna de ellas. El juego intelectual consiste en descubrir a que imágenes corresponde cada uno de los distintos objetos existentes en el mundo infantil. Gracias a esa inclinación humana a jugar tal juego es factible aprehender las miles de Nociones que debe almacenar antes de cumplir seis años.

Suboperación Nocional 2. Proyectar [I ® 0]

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Sin embargo, el juego también ocurre en dirección contraria. Esto es, desde la imagen hacia los Objetos. Con una imagen en mente, los niños son capaces de buscar objetos que les convengan. algo semejante a cuando refundimos las llaves. Instalamos en nuestro Lóbulo Occipital derecho (por qué derecho) la imagen visual de las llaves y comenzamos a comparar los distintos objetos que se van presentando (libreta de teléfonos, almohada, zapato izquierdo, cuaderno, lápiz) hasta dar con un Objeto – real que coincida con la Imagen -llave.

Suboperación Nocional 3. Nominar [I ® P]

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¿Cómo se relacionan las Nociones con el lenguaje? De dos maneras principales. Ahora estudiaremos la primera. Consiste en encontrar la palabra correspondiente a una imagen mental y decirla. O en encontrar las palabras correspondientes a algunas imágenes mentales y convertirlas en un enunciado verbal. Como "Quiero helado", "Me duele la cabeza", "¿Mami, vienes?"

Gracias a la operación intelectual Nominar los pequeñines, a diferencia de las loras, hablan articuladamente. Esto es, convierten sus pensamientos en palabras o frases.

Suboperación Nocional 4. Comprehender [P ® I]

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Y la operación nocional recíproca, comprehender. Gracias a la cual es posible la conversación y el diálogo (mecanismos por excelencia para adquirir las nociones de la cultura adulta). Al utilizarla el pequeño convierte palabras escuchadas de otros seres humanos en imágenes. Comprehende las palabras y las frases sencillas; muy sencillas. Por supuesto, en muchas situaciones –casi siempre- participan dos, tres o las cuatro operaciones intelectuales, en secuencia. Una niña de unos dos o dos y medio observa sobre una ramita elevada una especie de pájaro desconocida por ella.

Dada la gran altura, lo asocia, incorrectamente, con la imagen-zancudo (Introproyección).

Le asigna nombre a la imagen mental y lo expresa: "Mami, zancudo alto" (Nominación).

La mamá le pregunta: ¿Dónde lo ves? La niña comprehende la expresión lingüística de la mamá (comprehensión).

Entusiasmada, eleva la cabeza. Observa al pájaro, lo identifica por segunda vez incorrectamente como zancudo (introyección). Convierte su imagen mental en una expresión lingüística y grita: "allá, allá, allá !" (Nominación).

La madre cariñosamente le responde: "NO, no es zancudo; es pájaro, un lindo pajarito". La niña sorprendida (compre-hensión), y un tanto malhumorada replica: "No, no pájaro; zancudo, zancudo!" (Proyección ® Introyección ® Nominación). En la última sección actúan tres operaciones en rápida secuencia.

– Proyecta su imagen de pájaro (no coincide)

– Introproyecta el objeto percibido (coincide con la imagen de zancudo)

– Nomina la introyección

Ahora bien, las Operaciones Intelectuales Nocionales forman la inteligencia infantil. Definen la mitad de la inteligencia preescolar. Su ejercicio es imprescindible, capital.

La introyección enriquece al ir ampliando el radio funcional para cada Noción. A medida que los pequeñines incorporan objetos a sus nociones en formación, estas herramientas intelectuales aumentan su extensión. Inicialmente la imagen-zancudo sirve a un único, singular y privilegiado zancudo-real, Durante un segundo encuentro, otro zancudo entra a formar parte de la misma imagen. En la tercera oportunidad ya la imagen sirve para "inteligir" tres zancudos. Al cabo de diez operaciones introyectivas la extensión de la Noción ha ganado en grado enorme. Y así sucesivamente hasta convertirse en un Potente Instrumento de Conocimiento capaz de introyectar centenares, miles, TODOS los zancudos.

La proyección dota a las pre-nociones en tránsito a genuinas Nociones de un poder inmenso. Los objetos-imaginados tienen sus correspondencias en objetos-reales. La imaginación subordinada la realidad. La mente tiene ahora la facultad de anticipar objetos y acontecimientos que aún no ocurren. De allí al método científico y a la tecnología no hay sino unos pocos años de distancia.

La nominación faculta a la crisálida de ser humano para expresar sus elementales pensamientos. Para hablar como lo hará a lo largo de su vida. Le otorga el verbo.

La comprehensión asegura el diálogo. Es el mecanismo privilegiado para aprehender nociones. Es la llave al conocimiento depositado en la mente de los niños y adultos amorosos que quieren compartir con él sus conocimiento, su sabiduría, ayudarlo a crecer, hasta convertirse en un verdadero Homo Sapiens Sapiens.

Cuatro operaciones intelectuales Nocionales, en suma:

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Las nociones otorgan al niño poder para pensar; ni más ni menor! Al poseerlas hereda la mayor parte de su legado cultural. Por el solo hecho de pertenecer a la amorosa especie humana. Cuando es que nace en un ambiente sociocultural donde habitan adultos cultos (en tanto depositarios de grandes volúmenes de Herramientas Intelectuales, ricos intelectualmente). Y cuando dichos adultos disponen de tiempo, paciencia y dedicación para transferirle su riqueza al pequeño… virtudes cada vez más infrecuentes e inusuales. Al destruir primero la familia extensa el capitalismo nacional y luego la familia, el capitalismo transnacional está destruyendo la segunda y última cualidad con que cuenta la especie humana para sobrevivir con dignidad, parte de la inteligencia chimpancé: la enorme capacidad amorosa aprehendida, precisamente, en el seno familiar. Aprehendida al interactuar, jugar, compartir y departir con madres amorosas de tiempo completo: no con madres a horario fijo, ni trabajadoras afectivas a destajo.

EL PENSAMIENTO CONCEPTUAL

Las operaciones intelectuales proposicionales

Ya lo sabemos, existen cuatro operaciones intelectuales nocionales:

Op1. Introyección: Objeto ® Imagen

Op2. Proyección: Imagen ® Objeto

Op3. Nominación: Imagen ® Palabra (o enunciados)

Op4. Comprehensión: Palabra ® Imagen

Las IMÁGENES son el centro neurálgico para todas las operaciones nocionales, sin excepción. Tienen que pasar por ellas. Las imágenes median entre los objetos-reales y las palabras-objeto. El mundo de los objetos reales precede a los niños, está ahí dado. El avance gigantesco de la especie humana consiste en dotar a cada objeto de su correspondiente imagen-objeto y a cada imagen de su correspondiente palabra-objeto.

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Las PROPOSICIONES constituyen el centro neurálgico para todas las operaciones Proposicionales, sin excepción. Todas pasan por ellos. Las Preposiciones median entre los hechos y los textos o relatos.

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Gracias a las operaciones intelectuales proposicionales es sencillo llevar a cabo cuatro acciones intelectuales muy significativas.

Primero. Proposicionalizar hechos. Convertir hechos en proposiciones [Hechos ® Proposiciones]. Por caso, luego de observar a una mamá pájaro de comer sus crías el niño descubre el embrión de una nueva Proposición: "Ah ! los pájaros también alimentan a sus hijos. No solo lo hacen los perros y los gatos". Trayendo a escena su destreza proposicionalizadora en un hecho y acontecimiento singular descubre regularidades. Entre este "descubrimiento Proposicional" y el descubrir Principios Generales, como lo hacen los grandes científicos, hay escasa distancia intelectual. Razón tienen los constructivistas cuando imploran a las escuelas del futuro de mantener en los niños y en los jóvenes la llama del descubrimiento, la llama que alimenta las pasiones intelectuales. Proposicionalizar hechos es un segundo escalón en el ascenso intelectual en el camino a convertirse en científico. Cuál cree es el primer escalón.

Segundo. Ejemplificar Proposiciones [Proposiciones ® hechos]. Operación intelectual con enorme capacidad pedagógica y educativa, a fin de cuentas todos somos profesores, profesionales o no, enculturadores. Sin embargo, ni los profesores, ni tampoco los escritores la han desarrollado plenamente. Para la muestra un botón, el presente Módulo está escasamente ejemplificado. En contravía a la Proposicionalización, la ejemplificación avanza desde la proposición hacia los casos o acontecimientos reales.

Tercero. Codificar Proposiciones. Plasmar nuestros propios pensamientos en textos o relatos, tanto orales como escritos. Comunicarlos a otros seres humanos.

Cuarto. Decodificar [Textos ® Proposiciones]. La operación recíproca.

Ciertamente, dada la enorme importancia del lenguaje como vía regia al asimilar conocimiento y transferir conocimiento, las dos últimas operaciones son capitales. Buena parte de los fracasos escolares de los niños durante su escolaridad primaria tienen que ver casi con exclusividad con déficits en estas operaciones proposicionales. Dificultades para comprender textos orales (las clases por ejemplo) o escritos (lectura) y para comunicarse oral o por escrito, por ejemplo durante las innumerables evaluaciones académicas.

EL PENSAMIENTO FORMAL

Ahora se estudiarán dos herramientas de la lógica, la deducción, base de la lógica formal matemática, y la inducción, a partir de la cual se han formulado las más importantes leyes y principios de las ciencias, base de la lógica popular y algunas ciencias sociales.

La primera, rigurosa, exacta, restringida. La segunda muy creativa, amplia, pero sujeta a inexactitudes.

Aún cuando no seamos conscientes de ello, nos encontramos realizando inducciones con mucha frecuencia. Frases como estas son muy comunes, y grandes ejemplos de las inducciones populares:

"El cielo está nublado, está venteando muy fuerte, seguramente va a llover".

"Jairo no vino a clase, anoche se acostó tardísimo, debió quedarse dormido".

"La autopista está muy trancada, normalmente no lo está, debe haber un accidente".

A pesar de que son mucho menos frecuentes las deducciones, estas son la base de todas las ciencias de rigor tales como física, matemáticas, química, etc. Todas las demostraciones de estas ciencias están basadas en esta potente herramienta. En vista de la enorme importancia de estas dos herramientas, una en el campo científico, y la otra en el cotidiano, creemos de vital importancia que los alumnos reciban un fuerte trabajo en estas áreas, para perfeccionar estos mecanismos de razonamiento, y poder desenvolverse más fácilmente en estos ámbitos.

EL PENSAMIENTO CATEGORIAL

Del pensamiento formal al categorial

El pensamiento formal es lineal; el pensamiento precategorial, por el contrario, es ramificado. En el ejemplo del color de los cabellos, aparecen tres proposiciones:

P1 [María es menos trigueña que Sonia]

P2 [Sonia menos trigueña que Angela]

se debe concluir que:

P3 [María es menos trigueña que Angela]

Tres proposiciones que se derivan en un orden lineal.

P1 y P2 ; se sigue P3

P1 y P2 Þ P3

Tal tipo de razonamiento podría linealmente continuarse de manera indefinida, originando lo que en el Instituto Alberto Merani se denomina una "cadena de razonamientos". Es decir, un encadenamiento lineal de varias proposiciones interconectadas.

Características básicas del pensamiento categorial

El pensar categorial, es ramificado. Consta de "árboles" proposicionales; no únicamente de cadenas.

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Lo anterior es una estructura de pensamiento precategorial elemental. Formada por seis proposiciones (1 a 6). Observe como el "árbol" consta de subcadenas formales:

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Lo interesante del pensamiento precategorial es que integra en una estructura de árbol todas las proposiciones. Pero, lo más útil, el pensamiento precategorial opera con cualquier tipo de nexo argumentativo o derivativo. No solo con nexos de naturaleza lógica (formal). Operan con diversos (cualquier) grado de argumentatividad o de derivatividad. Esto es, aceptan grados de rigor lógico.

Desventaja y ventaja, a la vez.

Desventaja: menor rigor. Mientras la conclusión de una cadena de razonamiento formal es válida y transferible a cualquier contenido (o mejor, por ser transferible a cualquier contenido posee plena validez formal), las conclusiones de un mentefacto precategorial oscilan entre la máxima y la mínima validez. La validez de un árbol depende del contenido de las proposiciones; así como de la validez y fortaleza de los conectores argumentales o derivativos.

Ventaja: El hecho de que las estructuras precategoriales acepten "conectores lógicos blandos " les imprime ciertas desventajas, pero a la vez unas muy potentes ventajas, sobre los razonamientos formales clásicos. El pensar precategorial está más próximo a los modos de pensar vinculados con los descrito por Piaget e Inhelder actúa exclusivamente en sistemas por completo cerrados (deducibles al 100%). Poco interesantes, ya que la inmensa mayoría de las estructuras ideativas con las cuales se topa la ciencia moderna, Categorías, así como el razonamiento cotidiano son probabilísticos y conjeturales … no estrictamente deductivos. Luego de las evidencias epistemiológicas presentadas por T. Kuhn, S. Toulmin y G. Bachelard, es claro que aún las ciencias, las tecnologías y seguramente el arte, –excluidas las disciplinas formales– estén constituidas por sistemas solo parcialmente delimitados … muy parcialmente. Por sistemas blandos, lógicamente hablando.

Es razonable suponer que las estructuras precategoriales inherentes a los "espacios proposicionales probablemente definidos", a los sistemas blandos, que son la inmensa mayoría, poseen una alta pertinencia social, y, lo que nos interesa, una enorme potencia pedagógica. Pues el pensamiento de los jóvenes discurre al interior de discursos blandos provenientes de las disciplinas sociales y humanas y aún de las ciencias naturales. Y, por supuesto, de la cultura. Ni qué decir de la "blandura" de los discursos políticos, psicológicos. cotidianos, en los cuales se habita una inmensa cantidad de tiempo. Al respecto bien vale la pena considerar en profundidad la afirmación de Jerome Bruner (1988), cuando concluye:

"En la nueva lógica modal, más incisiva, no preguntamos si una proposición es verdadera o falsa, sino en qué clase de mundo posible sería verdadera. Sucede además que si puede demostrarse que es verdadera en todos los mundos imaginables, es casi con toda seguridad una verdad que deriva de la índole misma del lenguaje y no del mundo, en el sentido de que la afirmación "un soltero es un varón no casado" puede ser verdadera en todos los mundos posibles."

Podemos concluir, de este enramado de proposiciones, que un currículo INTEGRAL será aquel que, como sugiere la palabra, apunta a desarrollar en el niño las formas más elevadas del conocimiento, valorización y destrezas. Que entienda al pequeño una persona en construcción, donde es tan importante alimentar el cerebro como el corazón y los músculos… empleando una figura didáctica.

EL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN (1)

DISTINTOS TIPOS DE COMUNICACIÓN (1)

LA SUPERIORIDAD DEL LENGUAJE-PALABRA (1)

ELEMENTOS DE LA COMUNICACIÓN (1)

TIPOS DE COMUNICACIÓN (1)

INTERFERENCIAS (1)

FUNCIONES DEL LENGUAJE (1)

EL SIGNO (1)

SIGNOS DE LA LENGUA (1)

CARACTERÍSTICAS DEL SIGNO (1)

DESCRIPCIÓN SISTEMÉTICA DE LA LENGUA (1)

DIACRONÍA Y SINCRONÍA (1)

DESARROLLO HUMANO Y LENGUAJE (1)

ITINERARIO (1)

DIMENSIONES HUMANAS (1)

ETAPAS Y MANIFESTACIONES (1)

.TEORÍAS SOBRE LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE (1)

OTRAS RELACIONES ENTRE LENGUAJE Y PENSAMIENTO (1)

RELACIONES LENGUAJE Y PENSAMIENTO (1)

(1) Para ver la monografía completa seleccione la opción "Descargar" del menú superior

 

 

 

Autor:

DR. ÁSBEL QUINTERO MONCADA

DOCENTE UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI

UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI

" COMPROMETIDOS CON EL SER"

1999

Partes: 1, 2
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