La mayoría de nosotros tenemos en mayor o menor medida algo que trabajarnos en el tema del perdón.
Frecuentemente tenemos cosas que perdonar a las personas que más influencia han tenido sobre nosotros:
- Nuestros padres
- Nuestros hermanos
- Nuestros profesores
- Nuestros abuelos
- Nuestros parientes: primos, tíos…
- Nuestros compañeros del colegio
- Nuestros vecinos
- Nuestros amigos
- Los curas y personas de la iglesia
Todos estamos aquí, en este planeta, para superar estas limitaciones, sean éstas del carácter y la magnitud que sean. Siendo también muy importantes para nuestra Evolución.
Estamos aquí para trascender, y… las opiniones de todas estas personas que han acompañado nuestra infancia y adolescencia, nos obligan de alguna manera a reaccionar, a posicionarnos, a elegir quien queremos ser; aunque… nos cuesta mucho no dejarlas que elijan por nosotros.
Hemos venido a experimentar Quien somos ya.
La Humanidad es parte de la Aventura Divina. No hemos venido ni a ser pasivos ni victimas de nadie ni de nada, ni a criticar, ni a cambiar este planeta.
Algunas almas llenas de conocimiento y de sencillez (Jesús, Buda…) que han pasado por este mundo, nos han dado claramente a entender que lo que nosotros llamamos el alma no es ni más ni menos que una gota de la Esencia (Dios).
Dentro de nuestro viaje eterno por el Universo, nuestro Ser Superior escoge nacer en este planeta para vivir una serie de experiencias necesarias para su evolución. Para ello escogemos nuestro físico, escogemos el continente en el que deseamos nacer, el país, la clase social, y sobre todo a nuestros padres. Estos últimos son los que más relevancia tienen en nuestra evolución.
Es irónico que de adultos nos dediquemos a culpar a nuestros padres por lo mal que lo hicieron cuando somos nosotros los que les hemos escogido.
Las personas que han vivido experiencias muy desagradables pueden pensar: "¿Cómo, que yo he escogido vivir ese horror? ¡Ni hablar!" "¡Yo jamás hubiese escogido unos padres así!".
Pero, nos olvidamos de una cosa: cada uno pasa por las experiencias necesarias para su evolución. Y sobre todo: nadie vive experiencias que no pueda humanamente trascender. Nuestra parte divina, la que escoge, es sabia y no nos va a imponer vivir situaciones para las que no estemos preparados. El problema está en que nuestra mente, humana se olvida de su razón esencial de existir.
Nos pertenece decidir si queremos quedarnos estancados en el resentimiento y la culpa o por el contrario entender, perdonar y así liberarnos a nosotros y al que nos hizo daño. Recuperar nuestro poder.
Todos y cada uno de nosotros hacemos lo mejor que podemos en cada momento en función de la conciencia, entendimiento y conocimiento que poseemos.
Nuestros padres y todas las personas de nuestro pasado hicieron lo que pudieron. No hay que olvidar que cuanto más cruel es una persona más grande es el sufrimiento que lleva consigo (consciente o inconscientemente). Una persona cruel, invariablemente ha sido mal-tratada en su infancia.
No estamos diciendo que el que una persona sufra justifique sus acciones. Pero sí nos ayuda a entender y así perdonar y liberarnos. El maltrato tiene muchas caras.
Una herramienta muy útil para poder entender el porqué alguien se pueda haber comportado de una determinada manera son las Constelaciones Energéticas (www.constelacionesenergeticas.com). Estas nos dan una clara imagen de qué ocurre en el alma de la persona y el porqué de su sufrimiento y su comportamiento hacia ella misma y hacia nosotros.
Si le fuese posible saber algo de la infancia de estas personas le sería más fácil entender. Un ejemplo muy claro de esto: una mujer rechazada por su madre. Vivía prisionera de un gran resentimiento hacia ella.
Asistió a un taller de Constelaciones Energéticas donde pudo ver claramente que su madre odiaba a su padre y había estado enamorada de otro hombre viviendo un profundo sufrimiento.
Esta mujer tuvo el coraje de hablarlo con su madre que le confirmó que fue violada por su padre cuando estaba enamorada de otro hombre. Sus padres no la creyeron y la obligaron a casarse.
Aunque esto no justificase su rechazo, la hija pudo entender y perdonar a su madre. El perdón siempre es liberador.
¿Cuántos de nosotros nos sorprenderíamos al averiguar, de corazón, el pasado de nuestros padres?
No debemos olvidar que las vivencias de cada uno son subjetivas. Las vivencias que para algunos no producen mayor sufrimiento para otros son devastadoras.
Cuando nos negamos a perdonar, el rencor se va acumulando y va creciendo en nuestro interior. Es como tomarse una cucharada de veneno diaria. El rencor se va acumulando en determinados tejidos de nuestro organismo corroyéndolos, creando tumores, quistes…No estar dispuestos a perdonar es garantía segura del desarrollo de una enfermedad.
El rencor y el culpar a los demás de nuestro malestar o desdicha, no hace sino impedirnos ser libres y evolucionar. Nos estancamos en la situación del pasado que nos causó el daño. Así vivimos atados al daño y al pasado. Lo revivimos una y otra vez. Renunciamos a nuestro Poder. No debemos olvidarnos de que la culpa siempre busca el castigo.
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