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Cantares de gesta: Los héroes en El cantar de Roldán y las prolongaciones de sus fortalezas

Enviado por Mítzar Brown


    El Cantar de Roldán (Riquer, 1975) narra, desde el punto de vista de los pueblos francos, las incidencias de la lucha por la hegemonía sobre el territorio español, entre francos y sarracenos, habida alrededor del año 778 d.C.

    Así como el poema homérico, la Iliada, nos cuenta sólo la última parte de una prolongada guerra entre griegos y troyanos, el cantar francés está centrado, sobre todo, en la culminación de una larga lucha en la que sobresale la acción heroica de Roldán, figura construida por un imaginario colectivo a partir de un referente real: el valeroso Prefecto, de la Marca de Bretaña, muerto en la Batalla de los Pirineos cuando conformaba la retaguardia del ejército carolingio ( Riquer, 1975:10).

    Los personajes del cantar, la mayoría de ellos, son fabulosos; toman parte de acciones bélicas verosímiles que tienen como referente importante la instalación del cristianismo en Europa, el triunfo de éste como única verdad frente a la creencia pagana, por entonces, todavía persistente.

    En el canto CCLVII (1975:127), el narrador dice: "Baligán ve caer su pendón y desaparecer el estandarte de Mahoma: el emir empieza a comprender que él mantiene la injusticia y Carlomagno, la razón".

    El mensaje cristiano está presente a lo largo del cantar, y en ciertos pasajes de manera explícita, cuando, por ejemplo, el ángel Gabriel acompaña a Carlomagno y le habla: "Rey magno ¿qué haces?" (CCLXI: 129), es la arenga al héroe para que, con renovada fe, lleve a fin con éxito la dura batalla.

    Ésta escena recuerda la pregunta que durante la persecución de Nerón a los cristianos, le hiciera Dios a Pedro y que es el título de la novela de Henryk Sienkiewicz: ¿Quo Vadis? (2003), ¿dónde vas (Pedro)?, y que señala al apóstol su misión frente al pueblo cristiano.

    Los hechos narrados en el cantar son fabulosos, por ello necesitan de la presencia de elementos que contribuyan a que las hazañas heroicas se sucedan con renovada brillantez cada vez.

    Los héroes tienen cualidades singulares inherentes a su especial condición frente a las de los hombres comunes; sin embargo no son suficientes para ofrecer las maravillosas acciones que ameritan las narraciones orales que han de encandilar a los oyentes en el afán no sólo de entretener sino de mantener la tradición.

    Los héroes son valerosos, fuertes, inteligentes, cautos, sabios, hermosos. Con éstas cualidades son favorecidos, sobre todo, los francos, no así los sarracenos que aunque valientes, fuertes e inteligentes, son además asesinos, cruentos, irrespetuosos con sus dioses, capaces de pactar con el enemigo que traiciona a los suyos, como Ganelón, el cuñado de Carlomagno y padrastro de Roldán al que con su traición le causa la muerte. En contra de ellos, los sarracenos, es difícil luchar.

    Por ello, en el imaginario colectivo francés, los héroes cristianos han recibido en sus armas las cualidades que los ayuden a enfrentar lo adverso.

    Así, "la espada" se convierte en un elemento maravilloso por excelencia, es la proyección de la diestra de su dueño, la que culmina la acción que la habilidad y el coraje del héroe proponen.

    Es capaz de hender al más fuerte yelmo, aun de partirlo y ocasionar gran daño a su adversario; tampoco hay cota de malla que resista la dureza ni el filo de su acero; el héroe confía plenamente en ella. Roldán lleva con cariño a su Durandarte, y Oliveros, su compañero, tiene a Altaclara; Carlomagno a Joyosa, y Balizán, el enemigo, tratará de emular al cristiano y llamará a su espada, Preciosa. A Ganelón, traidor de los francos, no le falta la espada protectora que en un comienzo atemoriza a los moros con tan sólo un ademán de su dueño seguido de un breve discurso:

    "(…) echó mano a la espada; la ha sacado de la vaina unos dedos y le ha dicho: ¡Muy bella sois, y clara! ¡Tanto tiempo os he llevado en la corte del Rey! Jamás dirá emperador de Francia que muero solo en comarca extraña, pues cara os tendrán que comprar los más breves". (XXXIV: 29)

    Roldán legitima con su discurso el valor de las espadas: "(…) el rey que posee a Francia, no perderá, que yo sepa, palafrén ni corcel, (…) si no se adquieren primero con las espadas". (LIX: 39). Más adelante, en los cantos CLXXII y CLXXIII que están dedicados, en la voz de Roldán, a la espada Durandarte, a su procedencia divina y a las reliquias que magnifican su hechura, el héroe recuerda las hazañas logradas, los territorios, con ella, para su Rey, ganados. Le duele morir sin dejarla a buen recaudo.

    Este pasaje es importante porque señala la relación entre la calidad del héroe, su valor y su ética, y la excelencia de la espada:

    "¡Ay Durandarte, qué hermosa y sagrada eres! Hay muchas reliquias en tu pomo dorado: el diente de San Pedro, sangre de San Basilio, cabellos de mi señor Sean Dionís y un trozo de vestido de Santa María. No es justo que paganos te posean: debes estar servida por cristianos. Que no os tenga hombre que cometa cobardía (…)". (1975: 90)

    De la misma manera, en el canto CLXXXIII, es la espada de Carlomagno la que es descrita; posee, engastada en su pomo dorado, la punta de la lanza con que fue herido Cristo. Son los elementos sagrados y también maravillosos que el pueblo francés ha asignado a las espadas de sus héroes para que las hazañas contadas sean creíbles, verosímiles.

    Otro elemento que cumple la función de proyección de las fortalezas de los héroes es el olifante, el instrumento que permite a los héroes hacerse oír a distancia para invocar el auxilio de los suyos o para anunciar su cercana muerte, con la esperanza de recibir un entierro piadoso y no quedar a expensas de los depredadores.

    Roldán se sabe traicionado por Ganelón. Su compañero Oliveros le aconseja hacer sonar el olifante para que Carlomagno regrese y los ayude a luchar en contra del rey Marfil. Él se niega, decide confiar en sus héroes y en su espada Durandarte aunque sabe que las posibilidades son mínimas debido a la diferencia numérica de las huestes en lid.

    Más tarde el olifante será tañido por él para informar al Rey sobre la ya librada batalla; la fuerza de Roldán, ya en sus estertores, atraviesa distancias gracias al cuerno que la magnifica. Un segundo llamado, más débil ya, es la señal inequívoca del cercano y fatal desenlace:

    "Tiene rotas las sienes por haber tañido el cuerno. Pero quiere saber si llegará Carlos: saca el olifante y lo suena débilmente. El Emperador se detuvo y lo escuchó: _Señores _ dijo _muy mal nos va. Mi sobrino Roldán nos deja en el día de hoy. En el tañer del cuerno he entendido que no vivirá mucho". (CLVI: 82)

    Los héroes son magníficos, y magníficas las armas que poseen. Ellas, con su perfección, los completan y los tornan idóneos para sus proezas.

    El hombre es un animal incompleto que debe, para sobrevivir, completarse a sí mismo. Su racionalidad, que lo diferencia de los otros seres vivos, le ha permitido elaborar, a través de los siglos, los elementos necesarios para dominar, en lo posible, a la naturaleza y servirse de ella.

    Se completa gracias a las prolongaciones o proyecciones (Núñez: 22). Ellas, las prolongaciones, le permiten responder a los desafíos; son elemento presente en los cantares de gesta donde los atributos de los héroes son acrecentados de manera fantástica: desde las armaduras que visten los guerreros, especie de segunda piel a manera de coraza impenetrable que los completa en su condición de invencibles, hasta la lanza y la espada, sobre todo esta última que requiere ser de hechura fantástica y sin igual, dotada de aliento divino, y en la que los brazos del héroe hallan la prolongación adecuada. Él es así perfeccionado en su hacer, se torna más aguerrido al saberse hiper dotado.

    Así como hoy el teléfono, en todas sus variedades, es una proyección de la voz humana, en El cantar de Roldán, es el olifante el que hace recorrer increíbles distancias la señal del hombre.

    La materia prima para la elaboración de ambos sonidos, la voz y el tañido, es la misma; el aire es expulsado desde los pulmones hacia el exterior, en el caso del olifante, recibe íntegro aquel aire , sin la intervención de las membranas vocales, y al ser expelido a través del cuerno se magnifica y prolonga la capacidad natural del héroe.

    Por último, el lenguaje mismo se constituye en la prolongación primordial del hombre que "hace surgir las cosas al nombrarlas, aunque sea para reconocerlas e imputarles inmediatamente una utilidad (…) la palabra es vocablo: lo que puede llamar, convocar lo ausente". (1998:24). En el cantar (CLIX, 83) el arzobispo Turpín y Roldán han quedado solos en la batalla, saben que el final está próximo pero anhelan morir luchando; deciden quedarse y enfrentar con valor al enemigo. Roldán le dice a Turpín: "Hoy en este ataque aprenderán los paganos los nombres de Almance y de Durandarte". Los héroes saben que sus hazañas y acciones valerosas pasarán a formar parte de la historia de sus pueblos y de la cristiandad, que serán recordados por sus nombres junto a los nombres de sus espadas, porque ellas no podrán, nunca, enajenarse de sus dueños.

    Los héroes del cantar de gesta son construcciones complejas, están dotados de cualidades inherentes a su naturaleza humana pero en grado superlativo.

    Ellos, además, prolongan sus destrezas (1) a través de elementos que también se distinguen de sus similares porque el imaginario colectivo los ha enriquecido con atributos materiales como oro y piedras preciosas, y divinos, reliquias, con el fin de que, héroes, corceles y armamento, conformen una totalidad suprema.

    La espada, el olifante, la lanza, el corcel, también dotado de atributos superiores , y ni que decir del yelmo y de la armadura que cada héroe lleva, son los elementos que por antonomasia cumplen con el rol de completar la figura del héroe de la gesta medieval, prolongan sus destrezas, exteriorizan y concretan su vigor y audacia.

    Nota

    (1) Sobre la evolución de las destrezas del hombre y su adaptación al medio puede consultarse: Los orígenes de la civilización de Gordon Childe.

    Fuentes:

    Childe, Gordon. (1965). Los orígenes de la civilización. México: Fondo

    de cultura económica.

    Núñez Ramos, Rafael. (1998). La poesía. Madrid: Editorial Síntesis.

    Riquer, Martín de. (1975). El cantar de Roldán. (Traducción del texto

    francés del s. XII del Manuscrito de Oxford..

    Madrid: Espasa- Calpe.

    Sienkiewiez, Henryk. (2003). Quo vadis? Barcelona Editorial Sol 90.

    Autora:

    Mítzar Brown Abrisqueta

    Fecha: 4 de julio del 2005