Manuel Guerrero A.
Prólogo
"La característica más notable del poder es que algunos hombres pueden, más o menos por completo, determinar la conducta de otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un hombre que es encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que se ejecuta sobre él. No al poder. Pero si puede ser inducido a hablar, cuando su último recurso podría haber sido morderse la lengua y preferir la muerte, entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha sido sujeta al poder. Ha sido sujeta al gobierno." (Michel Foucault)
En 1985, en plena dictadura chilena, cuando tenía quince años de edad, me encontraba abrazado a mi polola observando desde un octavo piso el crepúsculo santiaguino. Ver el sol posarse sobre el horizonte urbano nos llenaba de tranquilidad en aquellos duros días de intensa actividad. Dentro de todo ese momento de ternura, de pronto, desde mi más profundo interior me surgió intempestivamente una duda. A boca de jarro le pregunté a mi chica si ella sería capaz de aguantar la tortura. Mi sorpresa fue grande cuando ella con toda naturalidad me respondió que por supuesto. Me sentí muy incómodo. Me molestó su seguridad. Yo no estaba tan seguro de mí mismo. Ella me miraba en silencio mientras le confesaba que yo creía que no iba a aguantar. No nos dijimos nada más. El silencio era elocuente. Mientras el sol resbalaba a lo lejos, yo ya había perdido su respeto.
Este trabajo, más que un trabajo de investigación, es sólo una modesta entrada a un problema muy delicado. Frente a la inminencia de la llegada del momento de la tortura y el encierro, ¿Podemos prepararnos de alguna manera para ese momento, a partir de algún conocimiento recogido desde las entrañas mismas del poder, y generado por él?
La respuesta a esta pregunta requiere de una dedicación que, por la premura de tiempo de un estudiante, no se lo he podido dar. Por eso lo que más rescato, con mucho respeto, es la autenticidad de las entrevistas, y la disposición de los entrevistados a discutir un problema tan cercano y lleno de heridas abiertas como éste. Para esos hermanos y compañeros van mis reales agradecimientos y admiración.
I. Planteamiento del problema
Este trabajo es la continuación de dos anteriores que he presentado, para Taller de Observación y Taller de Preguntas, en torno a la temática de la cárcel. El primero se refería al "Encierro como experiencia límite", en el que se trataba de sistematizar, en forma general, los distintos momentos que conducen a la cárcel, y a la interacción de los presos con los nuevos espacios y elementos de la reclusión. El segundo se refería más específicamente a la Cárcel de Alta Seguridad, intentando caracterizar, también en forma gruesa, aquella cárcel.
Para el análisis de los elementos recogidos, entrevistas y testimonios escritos, elegí como marco de referencia teórica, algunos elementos tratados por el filósofo francés Michel Foucault. Usando sus conceptos intenté formular preguntas en torno a la cárcel. Una de las que más me llamó la atención, y de ahí la conexión con el tema de este trabajo, es una que habla de la relación poder-saber foucaultiana: ¿Genera la cárcel algún tipo de conocimiento, de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en el tiempo-espacio del encierro?
Esta pregunta, a partir de un trabajo más teórico presentado como anexo, debiera tener una respuesta positiva. En términos generales, siempre desde Foucault, el poder ejercido crea no sólo resistencia, sino que, además, crea un saber que, en el caso del poder que domina, tiene efectos de verdad que, de paso, legitima las relaciones de dominación por medio de la generación de disciplina.
Entonces, donde hay poder hay resistencia, pero esa resistencia ¿logra generar su propio saber? ¿Logra producir mecanismos efectivos de formación y acumulación de saber, métodos de observación, técnicas de registro, procedimientos de indagación y aparatos de verificación?
A partir de los trabajos anteriores he trabajado la hipótesis de que el poder al mostrarse en forma descarada y desnuda en la cárcel, sí genera un conocimiento tanto en los vigilantes como en los vigilados. Este conocimiento se da desde el aprendizaje de rutinas hasta la formulación "orgánica" de un posible contraponer que le gana espacios al poder. Vale decir, el conocimiento socialmente construido, vía la transmisión y una posible conceptualización, se puede volver saber.
Deliberadamente elegí para el presente trabajo esta última hipótesis. Es decir, partí del convencimiento de que experiencias límites tales como la tortura y el encierro sí generan un saber que puede ser "utilizable" por las resistencias. Vale decir, partí con la respuesta ya dada y luego salí a "terreno" a comprobar mi hipótesis. Esto me ayudó para la formulación de preguntas que iban dirigidas a encontrar elementos que apoyaran mi teoría. Reconozco que hay una violencia en esto, pero fue la única forma de la que me pude valer para focalizar algo tan amplio en vivencias, por su singularidad, como lo son la tortura y el encierro. Elegí, entonces, contrastar mi teoría con las respuestas que me iba dando el "terreno".
Para comprobar mi hipótesis opté, por una parte, nutrirme del sustento teórico ya mencionado, de manera que me sirviera como piso para la formulación del problema y las preguntas. Para esto confronté a Michel Foucault con Max Weber, para descubrir, por contraste y comparación, qué había en sus teorías sobre el poder que me acercaran a la relación poder-saber.
Por otra parte elegí la técnica de la entrevista, cuya transcripción y análisis presento en este trabajo. La finalidad de la entrevista era obtener algún tipo de información que comprobara o desaprobara mi hipótesis.
Problema de investigación:
¿Existe la construcción social de saberes compartidos a raíz de experiencias límite como la tortura?
Este estudio, se inserta dentro de una orientación fenomenológica. Se busca encontrar elementos en los discursos de personas que puedan indicar el fenómeno de la construcción social del "saber resistencial" a partir del poder ejercido sobre los cuerpos, desde la perspectiva de actores que han vivido su cotidianidad en lugares como la cárcel, la clandestinidad y la militancia política orgánica, entorno desde los cuales el sujeto tiene una perspectiva de lo social.
II. Marco teórico
a) El problema del poder en Michel Foucault y Max Weber
Al realizar los trabajos de observación en torno a la cárcel en general, y a la Cárcel de Alta Seguridad en particular, y ahora sobre la tortura, nos hemos topado con el inconveniente de no manejar un lenguaje que exprese la tensión ahí observada, por una parte, y con la insuficiencia teórica que poseemos para analizar la experiencia recogida.
En mi caso personal esto se centra, sobre todo, en la cuestión del conflicto que se muestra particularmente desenmascarado en la tortura, en la disciplina horrible a la que son sometidos los reclusos y a la resistencia u obediencia con la que ellos reaccionan ante la privación, impuesta, de la libertad, e incluso de subjetividad.
Concretamente me interesa el "rendimiento" que genera la cárcel tanto para los carceleros como para los presos, y a un nivel más extremo, la tortura tanto para torturadores y torturados.
¿Genera la cárcel algún tipo de conocimiento, de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en el espacio concreto de la cárcel? ¿Genera la tortura algún tipo de saber tanto para el que domina como para el dominado?
Para superar esta invalidez teórica, a la que hacía mención, he tomado a dos "grandes teóricos de la teoría del poder". Mi interés no es demostrar cual de ellos es más objetivo o está más cerca de la verdad. No. Simplemente he intentado confrontar dos teorías, dos lenguajes, con el fin de enriquecer el arsenal teórico básico que poseo, para usarlo como herramientas analíticas de lo observado en torno a la cárcel y la tortura: el poder.
El poder en Michel Foucault
Lo central que logra Foucault con su noción de poder, es desplazar las preguntas clásicas acerca de él (la del sujeto: ¿quién detenta el poder? ¿quién lo soporta?; el lugar de ejercicio ¿en dónde está ubicado?; y la esencia del poder ¿qué es el poder?), con la pregunta por el modo de funcionamiento específico (cómo funciona) y la de sus efectos, (qué produce el poder).
Para el análisis de las relaciones de poder Foucault apunta que "… apenas si disponemos por el momento más que de dos modelos: el que nos propone el derecho (el poder como ley, prohibición, institución) y el modelo guerrero o estratégico en términos de relación de fuerzas".1 Vale decir, tenemos el contractualismo de la filosofía política clásica, -considerada desde sus orígenes hasta Norberto Bobbio- y, por otra parte, la "tradición" crítica de "desencantadores" -que pasa por las figuras centrales como Marx, Nietzsche, Freud de alguna manera, hasta Foucault mismo-.
El perfil propio de Foucault es la preocupación de la relación genealógica del poder con el saber como fenómeno que produce verdad. Su búsqueda va por el lado del análisis de la maquinaria de poder, entendiéndola como tecnología específica con tácticas y estrategias, las que generan discursos que se imponen como verdades. Más concretamente persigue definir el cómo el poder se convierte en un saber que se instala como verdad, y el cómo a través de esta verdad se legitima la exclusión, el dominio y el castigo en el cuerpo social.
Foucault critica, por tanto, principalmente los postulados que se refieren al poder como propiedad, como localización, como subordinación, como modo de acción y como legalidad. En el primer caso se postula tradicionalmente que el poder es algo que lo posee la clase dominante. Foucault dice que el poder no se posee, se ejerce. No es una propiedad sino una estrategia, algo que está en juego. El segundo postulado ubica al poder en el Estado. Frente a esto Foucault sostiene que el poder no tiene un lugar privilegiado, su poder es un efecto de conjunto. El hecho de pensar que es en el Estado desde donde se ejerce el poder ha llevado al error de pensar en la toma del poder como toma del Estado, y la intención de crear un contra-Estado, como la forma de ejercer el poder. Luego la visión de la subordinación apunta a que el poder estaría supeditado a un modo de producción que sería su infraestructura. Foucault resalta que el poder no es una superestructura, un epifenómeno de lo económico. El cuarto postulado sostiene que el poder actúa a través de mecanismos represivos e ideológicos. Foucault insiste, por el contrario, por una imagen positiva del poder: Este produce lo real, transformando técnicamente a los individuos, la normalización. El último postulado dice que la Ley es la expresión del poder del Estado. a la ley, Foucault la concibe como el ejercicio actual de unas estrategias, que entre otras cosas, gestionan diferentes órdenes de ilegalismos.
Foucault encuentra algunos lugares donde el poder se muestra descaradamente. Estos son las prisiones, las escuelas, los hospitales, los sanatorios para enfermos mentales y las fábricas. En la prisión, por ejemplo, el poder se muestra tan abiertamente porque tiene una justificación moral que lo legitima y justifica, dominando sobre el Bien y el Mal, el orden y el desorden.
Por otra parte Foucault manifiesta que el problema de la explotación, de quién se lleva el beneficio, por donde pasa y se invierte, está relativamente claro. Más no así, el problema del poder. Intenta especificar hasta dónde se ejerce este poder que se muestra o está oculto a la vez, que está en todas partes, hasta qué instancias se ejerce. "Nadie, hablando con propiedad, es su titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros en el otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero sabemos quién no lo tiene."2
Las reducciones de las que ha sido víctima el análisis del poder ha llevado a hacer valer el esquema de que el poder es homogéneo en todas partes y a cualquier nivel de dominación. Además se ha planteado en los términos dicotómicos de que el poder, que sería sobre todo negativo, tiene por un lado un soberano que prohibe, y por el otro, un sujeto que se somete afirmando esta prohibición. Esta forma de explicación es la que ha adoptado el derecho occidental.
Por el contrario, para Foucault el poder es coextensivo al cuerpo social; las relaciones de poder son inmanentes a todos los tipos de relación, de producción, de alianzas, familiares, sexuales, jugando roles de condicionante y condicionado; es multiforme, no obedece sólo a la forma de prohibición y castigo; son estrategias en la que se dan relaciones de fuerzas históricas, no se realiza exclusivamente entre instituciones, clases y grupos políticos, es decir sujetos constituidos social e institucionalmente, ya que el poder no está nunca en la exterioridad, más bien cruza los cuerpos y los produce y reproduce, desde el momento en que las relaciones de los hombres se basan sobre rituales corporales cuyo efecto es la verdad (ejemplo de ello son los reglamentos). El poder está en las prácticas que se ejercen sobre el cuerpo. Después vienen los discursos, como efectos de estas prácticas.
Foucault saca como conclusión que la sociedad moderna burguesa es una sociedad disciplinaria. Ejemplos de ello son la arquitectura de las escuelas, hospitales, cárceles, que son disciplinantes institucionales. La crítica fundamental a los postulados clásicos del poder, en definitiva, es a la idea que la teoría se tiene sobre sí misma como un lugar neutro con respecto al poder, más sin embargo, el poder viene y cruza por todas partes. Las relaciones de poder "sirven", no en la medida de que están al servicio de ciertos intereses económicos, sino porque pueden ser usadas como estrategias.
No obstante, no hay relaciones de poder sin resistencias. Estas se forman en el lugar preciso en que se ejercen las relaciones de poder. La resistencia no es externa al poder, existe por que está donde está el poder, es múltiple tal como el poder.
El papel de la teoría en este sentido no es la formulación de sistemas globales que clasifican, sino el estudiar, analizar lo específico de los mecanismos de poder, descubriendo sus enlaces, las extensiones, en pro de la construcción de un saber estratégico.
Antes de pasar a Weber, para ver su noción de poder, precisaré algunas de las cosas antes dichas.
•En forma general se puede decir que el poder para Foucault es una tecnología. Esta atraviesa todos los cuerpos, al conjunto de las relaciones sociales. Es una maquinaria que produce efectos de dominación basándose en estrategias y tácticas específicas. Tanto dominantes como dominados son cruzados por las técnicas de funcionamiento del poder. Este no se encuentra fijo ni localizado per secula seculorum, ni es propiedad de algunos individuos, clases o instituciones. Se difunde diariamente por medio de incontables mecanismos y prácticas sociales, las que al actuar, producen relaciones móviles asimétricas.
•Al poder se le debe entender no como una esencia o sustancia definitiva, sino como relación desigual de fuerzas, como guerra. Lo principal es su modalidad de lucha y enfrentamiento de fuerzas distintas.
•Por otra parte, donde hay poder hay resistencia. Estas se encuentran en una relación de interioridad, generando cualquier ejercicio del poder, una resistencia frente al mismo por parte de los sujetos dominados. De la misma manera como el poder tiene la característica de estar diversificado, atomizado, de la misma forma se despliegan las resistencias, ante los innumerables micropoderes. Las formas de las resistencias son variables, pudiendo ser individuales o colectivas, pacíficas o violentas, espontáneas u organizadas, de corto o largo alcance. Lo principal es que son respuestas específicas a micropoderes específicos, que actúan interrelacionados como estrategias del poder.
•De lo anteriormente dicho se debe desprender la noción de que no existe un poder central, que tenga solamente como referente lo político. Las formas y prácticas del poder son múltiples, por lo que Foucault prioriza la pregunta del cómo se ejerce el poder, antes que la de quién lo personifica. Para él todo poder es un modo, manera de acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder en la medida de que unos individuos sean capaces de "gobernar y dirigir las conductas" de los otros.3 Para Foucault cualquier modalidad de gobierno implica una práctica política mediante la cual se persigue estructurar una disciplina. Conducir conductas significa gobernar, siendo esta la forma más lograda del poder. Sin embargo el poder como gobierno no es sinónimo de sometimiento total de las conductas de los "sujetos" sociales. El poder siempre se enfrentará a sus propios límites, existiendo la rebeldía, la contestación, el suicidio como posibilidades de resistencia y contrapoder de los sometidos. " La característica más notable del poder es que algunos hombres pueden, más o menos por completo, determinar la conducta de otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un hombre encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que se ejecuta sobre él. No al poder. Pero si puede ser inducido a hablar, cuando su último recurso podría haber sido morderse la lengua y preferir la muerte, entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha sido sujeta al poder. Ha sido sometido al gobierno"4
•Los poderes microfísicos se conjugan, conjugándose en una macrofísica de poder, pero "… para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su configuración propia y relativa autonomía".5
•Para Foucault el análisis del poder no debe ir por el lado de la subjetividad de los individuos que detentan el poder. Las intenciones y voluntades de los poderosos no son la importantes, sino más bien la microfísica del poder, las prácticas y los dispositivos tecnológicos de dominación. Así por ejemplo, no la ideología de los sujetos particulares, sino los puestos y funciones sociales que desempeñan y desde los cuales ejercen y reproducen las prácticas del poder.
•Foucault cambia, como decíamos antes, la noción negativa acerca del poder. Pero el que el poder sea positivo no significa que sea contrario a lo negativo, vale decir que sea "bueno" y no "malo". Lo que lo vuelve positivo es su producción de efectos, controles, necesidades, regulaciones del cuerpo social. No es el antónimo de un poder negativo que todo lo prohiba, censure y reprima. Es la producción de deseo, de prácticas y saberes. No es que la ley exista para, mediante la prohibición, destruir, sino que su función es la de reproducir el poder acorde a las relaciones de dominación y explotación existentes socialmente. Así :"…se educa a poblaciones enteras para que se maten mutuamente en nombre de la necesidad que tienen de vivir".6
•Para Foucault el poder y el saber están relacionados dialécticamente, ya que toda forma de poder conlleva un discurso que legitima y reproduce las relaciones de dominación. El poder "crea objetos de saber, los hace emerger acumula informaciones, las utiliza. No puede comprenderse nada del saber económico si no se sabe cómo se ejercía, en su cotidianidad, el poder y el poder económico. El ejercicio del poder crea perpetuamente saber e inversamente el saber conlleva efectos de poder."7 El ejercicio del poder es, en cierta medida, la producción de discursos que se vuelven verdades incuestionadas. El discurso es una forma específica de poder. Procura la legitimación del mismo, mientras el poder institucionaliza al saber. La "verdad" es para Foucault "un conjunto de procedimientos reglamentados por la producción, la ley, la repartición, la puesta en circulación, y el funcionamiento de los enunciados" 8 legitimadores del poder. Pero el saber no es sólo legitimación, sino además es la producción de mecanismos efectivos de formación y acumulación de saber, métodos de observación, técnicas de registro, procedimientos de indagación y aparatos de verificación.
•La relación entre poder-saber-verdad en el capitalismo se da en la forma de la exclusión y la disciplina como técnicas específicas de él. Concretamente, el discurso del capitalismo excluye y censura al constituir al saber en Ciencia, en la verdad absoluta.
•El discurso como forma de poder puede ser asumido a su vez, por grupos sociales e intelectuales contestatarios como medios de resistencia frente a los poderes opresivos. "…Los discursos, al igual que los silencios, no están de una vez por todas sometidos al poder o levantados contra él. Hay que admitir un juego complejo e inestable donde el discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero también obstáculo, tope, punto de resistencia y de partida para una estrategia opuesta. el discurso transporta y produce poder; lo refuerza pero también lo mina, lo expone, lo torna frágil y permite detenerlo".9 Pero, para que la teoría sea critica y logre desenmascarar al poder, no puede plantearse como un sistema totalizador de verdades. Para e invertir los poderes microfísicos propone la construcción de un discurso crítico, que se vea a sí mismo como herramienta de lucha, que analice, cuestione, denuncie públicamente al poder, sus núcleos, y revelar cómo actúa y quién lo sostiene. La teoría contra el poder debe denunciar, formular preguntas, dudar, intuir, y plantear posibilidades de soluciones prácticas. Sin embargo, Foucault se opone radicalmente a que sean los intelectuales quienes hablen por las clases dominadas. Los humillados y ofendidos son los que deben hablar por sí mismos, y no los favorecidos por el sistema del poder-saber que se levantan a sí mismos como los líderes de los oprimidos. Finalmente, la noción importantísima, de que:
•El poder es inmanente. Con esto critica el postulado dualista que divide el cuerpo social en estructura (las relaciones de producción) y superestructura ( ideología, política, moral). El poder no es un invento de la ideología dominante, ni es un epifenómeno de la lucha de clases. El poder es inherente a las relaciones de producción, a las sexuales, familiares, escolares, religiosas y políticas. Para Foucault el poder es un fenómeno propio, indisociable de cualquier práctica social.
El poder en Max Weber
Para Max Weber poder significa "la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad".10 Como encuentra que este concepto es sociológicamente amorfo, ya que son múltiples las situaciones en las que alguien está en posición de imponer su voluntad sobre ellas, desarrolla el concepto de dominación. Por esta entiende la "probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas", vale decir, que "sólo puede significar la probabilidad de que un mandato sea obedecido".11 Por disciplina "debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en virtud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática".12 Vale decir, la "obediencia habitual" de las masas sin resistencia ni crítica, afirma Weber. Para él, la situación de dominación necesita de alguien que mande eficazmente a otro, estando unida a la existencia de un cuadro administrativo o una asociación, o a ambas. La asociación es asociación de dominación cuando sus miembros "están sometidos a relaciones de dominación en virtud del orden vigente".13
Como vemos, en sus definiciones sobre el poder, Weber es fiel a su punto de partida para la construcción de sus análisis, a saber, el actor y la acción social, las relaciones sociales y los hombres interactuando. Sus preocupaciones principales van orientadas hacia la subjetividad de los actores, a las voluntades, la agencia humana y el esfuerzo. Para él es fundamental la noción de que los individuos albergan fines e intenciones en sus actos. Así, por ejemplo, las acciones sociales (acciones orientadas por las acciones de otros, que tienen en cuenta la actividad de terceros),14 y las relaciones sociales (conducta de varios, que se presenta como recíprocamente referida, orientándose por esa reciprocidad, consistiendo en la probabilidad de que se actuará socialmente en una forma, con sentido, indicable)15, pueden orientarse en la representación de un orden legítimo, en la validez de ese orden. La legitimidad del orden puede estar garantizada, según Weber, de manera puramente íntima (por entrega sentimental; racional con arreglo a valores; religiosa), o por las expectativas de consecuencias externas, por una situación de intereses. Por esto un orden puede llamarse convención (cuando, por ejemplo, una conducta discordante tiene como respuesta la reprobación general), o derecho (cuando existe la probabilidad de la coacción -física o psíquica- ejercida por un cuadro de individuos que obliga la obediencia a ese orden y castiga la transgresión).
Como vemos, Weber encuentra las causas del orden, de su legitimidad, de su validez en la voluntad de los individuos mismos, ya sea voluntad orientada "voluntariamente" o por coacción, pero voluntad al fin. Así, los actores sociales creen en una legalidad legítima, en virtud de un pacto, o en virtud del "otorgamiento" por una autoridad considerada como legítima y del sometimiento correspondiente".16
Los sujetos otorgan validez, quitan validez, someten y también luchan: "una relación social es de lucha cuando la acción se orienta por el propósito de imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes".17 En otras palabras, se lucha para obtener mayores cuotas de poder, es decir, de imponer la propia voluntad aun contra toda resistencia. De manera que el poder se posee. Esto queda más claro aún cuando Weber habla de la división del poder en la comunidad.
Weber supera, desde su punto de vista, también la noción de que el poder "en general", dice él, tenga como origen sólo al poder económico. Él sostiene que ocurre lo contrario, que el origen de este último puede ser la consecuencia de un poder ya existente por otros motivos. El poder, incluyendo al económico, puede ser valorado "por sí mismo". Uno de los motivos puede ser el honor social que produce el poseer poder.
Weber sostiene, como decíamos, que el poder se distribuye dentro de una comunidad por las "clases", los "estamentos" y los "partidos". Las clases son producidas por intereses vinculados a la existencia del mercado. El destino de los hombres que son miembros de una clase se define por las probabilidades de valorizar en el mercado sus bienes o su trabajo, vale decir "la situación de clase", la posición ocupada en el mercado. El estamento en cambio tiene rasgos más comunitarios, caracterizándose la situación estamental, no solamente por rasgos económicos, "sino que por una estimación social específica, positiva o negativa, del "honor" adscrito a alguna cualidad común a muchas personas."18 Las clases son, por tanto, parte del orden económico, los estamentos del orden social -en la esfera de la repartición del honor-, y los partidos "se mueven primariamente dentro de la esfera del "poder". Su acción está encaminada al "poder" social, es decir, tiende a ejercer una influencia sobre una acción comunitaria, cualquiera sea su contenido… La acción comunitaria de los partidos, [en oposición a la de las clases y los estamentos], contiene siempre una socialización. Pues va siempre dirigida a un fin metódicamente establecido, tanto si se trata de un fin "objetivo" -realización de un programa con propósitos ideales o materiales- como de un fin "personal" -prebendas, poder y, como consecuencia de ello, honor para sus jefes y secuaces o todo esto a la vez."19
Más adelante afirma Weber, los medios de los partidos políticos "para alcanzar el poder pueden ser muy diversos, desde el empleo de la simple violencia hasta la propaganda y el sufragio por procedimientos rudos o delicados".20
Vale decir, hay una esfera del poder -probablemente central, esto queda más claro en la noción de burocracia moderna- que se alcanza, y que tiene directa relación, o está determinada por ser, acción comunitaria socializadora.
Derechamente el poder no es una tecnología, como para Foucault, sino que es una esfera por la que se lucha, se alcanza, se apropia y se distribuye.
Podríamos ver en la noción de poder en Weber, también una relación desigual de fuerzas, en las situaciones de dominación en las clases y los estamentos frente a los partidos, pero estos tres operan cada uno en su propia esfera, mientras que para Foucault no es que haya una relación desigual de fuerzas frente al poder de unos, sino que el poder es una relación, vale decir que hay poder en tanto que hay relación, teniendo la característica de ser desigual, asimétrica.
Por otra parte, el poder para Weber tiene que ver con la voluntad impuesta sobre otro u otros, llegando a la conclusión, relativamente semejante a la de Foucault, de que hay variadas formas de poder. La dominación sería un caso especial del poder. Aunque entiende al poder como propiedad, sostiene también una postura distinta al economicismo, en la figura de que "como ocurre en otras formas del poder, en la dominación no existe de ningún modo una tendencia exclusiva o siquiera constante, por parte de sus beneficiarios, a perseguir intereses puramente económicos, o a ocuparse preferentemente de bienes económicos."21 Esto resulta interesante porque le permite pensar otras formas de dominación que no se sirvan sólo del medio económico, y de puros fines económicos. Como condición para la dominación de una pluralidad de hombres, Weber señala que se requiere "de un modo normal… un cuadro administrativo; es decir la probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará actividad, dirigida a la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya obediencia se espera."22
Esta definición totalizante del cuadro administrativo, se contrapone a la noción de especificidad de las formas en que actúa el poder según Foucault. Y esto no sólo tiene que ver con los análisis que se hagan con respecto al poder, sino que a la metodología diametralmente distintas, (con contadas excepciones según la lectura que uno haga de Foucault-por ejemplo si el panóptico sería un tipo ideal de dominación, lo que llevaría a la conclusión de que Foucault trabaja a partir de tipos deales-), utilizadas, a las que nos referiremos al final.
En Weber es a partir de las clases de legitimidad que se dan los distintos tipos de obediencia y del cuadro administrativo que busca asegurarla, como del carácter "que toma el ejercicio de la dominación". Es por esto que distingue diferentes tipos de dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad. Porque la dominación "por su propia pretensión de legitimidad, por su índole la hace "válida" en grado relevante, consolida su existencia y codetermina la naturaleza del medio de dominación."23 esto también resulta interesante por asemejarse a la idea foucaultiana de los discursos que produce el poder, que tienen efectos de verdad. Claro que en Foucault esto no es causal, sino que es inmanente a las prácticas de poder.
Otra noción que los acerca es la que se refiere a la "obediencia" (disciplinamiento o normalización en Foucault). "Significa que la acción del que obedece transcurre como si el contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de su conducta; y eso únicamente en méritos de la relación formal de obediencia, sin tener en cuenta la propia opinión sobre el valor o desvalor del mandato como tal."24
Con respecto a los poderes microfísicos cuyas prácticas resultan totalizantes, Weber menciona "el ámbito de la influencia autoritaria de las relaciones sociales y de los fenómenos culturales es mucho mayor de lo que a primera vista se parece. Valga como ejemplo la suerte de dominación que se ejerce en la escuela mediante la cual se imponen las formas del lenguaje oral y escrito que valen como ortodoxias… La autoridad de los padres y de la escuela lleva su influencia mucho más allá de aquellos bienes culturales de carácter (aparentemente) formal, pues conforman a la juventud y de esa manera a los hombres."25
En este sentido, podemos decir que Weber no tiene una pura noción negativa, prohibitiva de la dominación, del poder. Al menos los efectos de las dominaciones producen un tipo saber y también de sujetos. La diferencia entre los autores radica en el concepto de legitimidad, que en Weber -como veíamos antes en torno al derecho y la convención-, es producto de los sujetos mismos que se valen luego del poder, y no ellos productos del poder que es la visión foucuoltiana, más dialéctica a nuestros ojos.
Weber distingue, como es conocido, tres tipos puros de dominación legítima: la de carácter racional, la tradicional y la carismática. Nos detendremos brevemente en la primera, en su versión de dominación legal con administración burocrática, que es la específicamente moderna según Weber. En forma general Weber define la dominación racional, como la que "descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad"26, que sería la autoridad legal. El tipo más puro de esta dominación es la que se ejerce por medio de un cuadro administrativo burocrático, cuya aparición es el germen del estado moderno occidental. En este sentido lo que nos interesa de lo que resalta Weber, es que "el gran instrumento de la superioridad de la administración burocrática es… es saber profesional especializado… La dominación burocrática significa dominación gracias al saber; éste representa su carácter racional fundamental y específico."27
Esta idea es muy cercana a la que señalábamos en Foucault, en cuanto el poder y el saber están relacionados dialécticamente, aunque en Weber quizás no se pueda hablar de dialéctica, sino más bien el parte con su idea de racionalidad.
Luego Weber continúa "… y lo mismo que los dominados sólo pueden defenderse normalmente de una dominación burocrática existente mediante la creación de una contraorganización propia, igualmente sometida a la burocratización, así también el aparato burocrático mismo está ligado a la continuidad de su propio funcionamiento por intereses compulsivos tanto materiales como objetivos, es decir, ideales… La burocracia continúa funcionando para la revolución triunfante o el enemigo en ocupación, lo mismo que lo hacía con el gobierno hasta ese momento legal."
Resaltamos esta idea, porque es la que más se acerca a la noción de inmanencia de poder en Foucault a toda práctica social, aunque en la figura de la burocracia. Para Weber, aunque haya capitalismo o socialismo, la burocracia no desaparecerá, ya que es lo característico de este momento histórico. El socialismo sólo logrará un perfeccionamiento de los métodos burocráticos. Por eso para Weber "la cuestión es siempre ésta: ¿quién domina el aparato burocrático existente?"28 Para Foucault, la burocracia es evidentemente un efecto más del poder, ya que su "definición" de poder es radicalmente distinta como hemos visto. Para él el poder es la práctica social misma, por lo que no desaparece.
Metodologías empleadas por los autores
Mientras Weber ocupa "… la metodología propuesta para la construcción de tipos ideales… (que) para explicar un comportamiento político, por ejemplo, hay que fijar primero cómo se hubiera desarrollado esa acción de haberse conocido todas las circunstancias y todas las intenciones de los protagonistas y de haberse orientado éstos para la elección de medios, de un modo racional en relación con los fines. Este tipo-ideal así concebido permitirá analizar las acciones reales como desviaciones de ese modelo"29, Foucault se opone a la noción unitaria y totalizante de un discurso omnicomprensivo, lineal y en permanente desarrollo lógico. "Frente a la continuidad se subraya la discontinuidad, con relación a la unidad se prioriza la diferencia, en vez de la totalidad se reivindica la dispersión y la autonomía."30
Mientras en Weber "tanto como una sociología hay en él una filosofía de la historia, recorrida por una idea-fuerza, la de la Racionalidad: El desarrollo del hombre es el de una creciente racionalidad en su relación con el mundo"31, Foucault critica la concepción trascendental de la historia, "la cual postula la existencia de un origen y un final de las cosas,… rechaza cualquier forma de teleología y causalismo, renuncia a los conceptos de devenir y progreso, y se aparta del planteamiento de un macrosujeto racional… Busca, en definitiva, cuestionar la tradicional concepción historicista del devenir, a la cual sustituye por el análisis de las transformaciones y discontinuidades de los discursos en su especificidad."32
Conclusiones de la discusión Foucault-Weber
Como vemos, ambos autores hacen un estudio exhaustivo del poder, de las relaciones de poder y de la dominación. Curiosamente, por el orden que le hemos dado a nuestra exposición, hemos hecho prácticamente una lectura foucoultiana de Weber. Esto en el sentido de que hemos confrontado categorías gruesas de Foucault con la sistematicidad que caracteriza a Weber.
Más allá de las diferencias, tanto epocales como epistemológicas, hemos encontrado un gran nexo, que es al que brindamos mayor interés: La relación entre poder y saber. Ambos autores tocan esta relación llegando a conclusiones bastante cercanas, al menos en el sentido de su "inmanencia", de su determinación mutua. Es en esta línea, la del poder-saber que tiene efectos de verdad que legitiman ciertas prácticas de dominación, y la de la creciente racionalización weberiana que lleva al poder de los especialistas, legitimando al poder burocrático, que nos interesará continuar una investigación que complemente el aspecto teórico con su versión empírica. Las categorías utilizadas por ambos autores nos ofrecen un amplio espectro de análisis para las observaciones e investigaciones que queramos emprender.
b) Fuentes posibles de la construcción del "saber resistencial"
Los relatos e historias de la vida diaria de estas personas podrían constituirse en posibles fuentes de este saber específico que hemos llamado "resistencial". En las conversaciones o a través de los medios de difusión de información propios de sus entornos particulares, se debiera advertir la recurrencia de narraciones de torturas, donde debieran quedar registrados los indicios que manifiestan la peligrosidad de una situación perfectamente posible para ellos. En estas historias debieran aparecer una víctima y un victimario en un escenario, su encuentro, la interacción mediada por técnicas específicas y el resultado del encuentro. Estos elementos de registro colectivo constituirían al "saber resistencial".
De esta manera, surge una producción de todo un conocimiento que comprende el proceso de reconocimiento e identificación de los actores y de los resultados de sus acciones, pues los relatos revelan la identidad y la lógica de la actuación del torturador, aspecto que permite al lector o al oyente, proyectarse o anticipar la posibilidad de constituirse en víctima potencial y planificar acciones preventivas. Por tanto, se aprende cuándo, dónde y frente a quién actuar de determinada manera. Se actúa pues, porque hay sujetos y situaciones definidas socialmente como amenazantes. Se comparten en estos "saberes resistenciales" también toda una serie de medidas, las que se materializan en el despliegue de una serie de acciones planificadas para proteger la información poseída y a las personas de las que se tiene conocimiento, hacer más difícil el acceso del torturador a esta información preciosa, y en lo posible neutralizar su acción.
En la conformación del saber intervienen pues, la confrontación de hechos y procesos simbólicos y comunicacionales tales como: la experiencia misma de la tortura y el acceso a los diferentes relatos de experiencias de este tipo por otras personas, que se obtienen de:
- La comunicación de las experiencias a través de la conversación cotidiana de estas personas en las relaciones cara a cara;
- la recepción de mensajes provenientes de diferentes medios de difusión "especializados" de información, como libros-testimonios, estudios, etc.
S esto así fuese, en la experiencia de la tortura, el sujeto se presenta ya con imágenes y categorías preconcebidas obtenidas de narraciones anteriores, que le orientan sobre el posible curso de la interacción. Pero así mismo la vivencia de la tortura introduce elementos que podrían "enriquecer" en más información las diferentes versiones, para luego traspasarla a otros (saber colectivo).
Ambos procesos comprenden la construcción de tipificaciones, en el primero de la experiencia de primera fuente, en el segundo de la narración de otros con los cuales existe una identificación. Tanto el uno como el otro se introducen en un proceso continuo de representación y acumulación de conocimiento asociado al evento del encuentro.
a) La experiencia de la tortura
La experiencia de la tortura, es la vivencia que confronta al sujeto (a pesar de su resistencia) con el hecho de relacionarse con un Otro que resulta ser "predador" de la propia integridad, y a sí mismo como "presa". La experiencia de la tortura es una experiencia límite en el sentido de instaurar la permanente desconfianza en los límites de uno mismo y de la organización a la cual uno pertenece y la certeza de la factibilidad del acto. La vivencia de la tortura se convierte en un testimonio indudable asentado en la legitimidad del interlocutor. Es fuente directa de la posible construcción de versiones que se transmitirán y se tipificarán constituyendo ellas mismas fuentes "verdaderas" para el continuo proceso de categorización y tipificación, que confirman la realidad material del hecho.
b) Los relatos de tortura en la conversación cotidiana:
Una de las principales fuentes de la conformación del "saber resistencial" a la tortura, es la presencia y recurrencia del tema en las conversaciones de la vida cotidiana de estas personas. A través de la conversación, se transmiten y comunican los relatos acotando los comportamientos y características posibles de los actores y contextos.
El hecho de participar en narraciones que presentan situaciones de tortura en las cuales la víctima resulta un sujeto conocido, -un amigo, un camarada, un hermano-, constituye la prueba material de la factibilidad del hecho. Se puede decir que existe un principio de identificación entre aquellos que participan en el relato, que les permite asumir que lo que le pasó a otro con el que se comparten ciertas condiciones de vida, le puede suceder verosímilmente al sujeto. Es decir, el sujeto se plantea: "yo pude estar en su lugar".
De este modo, la conversación de la vida cotidiana es una fuente donde privilegiadamente se reúnen sujetos semejantes a compartir experiencias similares, pues los grupos a los cuales pertenece la persona le predisponen a introducirse en ciertos contextos conversacionales, así como a determinados contenidos conversacionales en lugar de otros. Se puede pensar que en cada conversación se ofrecen casos y personajes posibles, se fijan los modos e identidades de los actores, y la víctima es alguien como uno mismo.
La información acumulada aparece como un oráculo colectivo que indica lo que ha ocurrido y ocurrirá, señalando el peligro de la vida y la organización. Probablemente cada narración gatillen otras narraciones, en un flujo comunicacional entre los hablantes que producen tablas categoriales y taxonomías propias que ordenan la información dispersa. Esta sistematización colectiva, el "saber resistencial", cumplirá la función de adquisición de conocimientos que permitirán el despliegue de prácticas de evitación y defensa.
En este sentido, se va acumulando todo un conocimiento en torno al encuentro. Pero es un conocimiento singular, ya que el contenido y eficacia de las diferentes historias se fundamenta en la gama posible de vivencias comunes, (en virtud de compartir condiciones sociales y materiales de existencia) que en términos generales delimitarían las circunstancias del evento para cada grupo de víctimas posibles, permitiendo así el compartir y creer la veracidad de las historias. De este modo, la posesión de recursos y objetos, el tipo de vida que se mantiene (ser ex-preso político por ejemplo) y la red de proyectos y valores del grupo, es esencial como escenario y como elemento estructurador de los relatos posibles.
III. Método del presente estudio
El principio teórico que subyace en este estudio se inserta dentro de la tradición fenomenológica de las ciencias sociales (Alfred Schutz y Harold Garfinkel) junto con elementos del teórico del saber-poder, Michel Foucault. Es decir, partimos de la premisa que sostiene que la conducta humana -lo que dice y hace la gente-, es producto del modo en que define su realidad (Taylor, S. J y R. Bodgan: 1990).
En nuestro estudio ampliamos esta definición con la noción foucaltiana de poder, que viene de una tradición distinta a la fenomenológica. Según ésta, como lo hemos discutido, el poder es una tecnología que cruza todos los cuerpos, produciendo efectos de dominación basándose en estrategias y tácticas específicas. Es una relación desigual de fuerzas, que tiene una modalidad de lucha de fuerzas distintas. Pero lo más importante, y de ahí que se nos haga posible entroncarla con la construcción social de la realidad: donde hay poder hay resistencia. Estas se encuentran en una relación de interioridad, generando cualquier ejercicio del poder, una resistencia frente al mismo por parte de los sujetos dominados. El poder es positivo, en el sentido que es la producción de deseo, de prácticas y saberes.
En términos específicos, cuando hablamos de la construcción social de "saberes resistenciales", se quiere explorar fundamentalmente los procesos y fuentes comunicacionales, así como un conocimiento del sentido común elaborado en torno a la posibilidad del encuentro con un Otro amenazante. Este se expresa en un discurso que contiene los relatos y explicaciones que codifican el evento (el encuentro) permitiendo así a los sujetos la definición y aprehensión del fenómeno.
Como estrategia de investigación, se ha decidido implementar la metodología cualitativa pues se asocia al estudio fenomenológico de la vida social (Taylor, S. J y R. Bodgan. 1990). Este modo de investigación permite la producción de datos descriptivos, que constituyen ellos mismos la perspectiva de los actores investigados: sus palabras, sus acciones. De acuerdo con esta idea, se ha implementado una metodología de carácter cualitativo como modo de investigar el discurso y la experiencia asociados a la vivencia de la tortura.
a) Técnica de recolección de información: La entrevista grupal
Se ha implementado la entrevista grupal como estrategia metodológica, pues permite acceder a los significados y a los relatos estructurados verbalmente, que se asocian a la experiencia de la tortura. La entrevista es un método que se adapta a los propósitos de este estudio, pues permite explorar y registrar lo que es importante para los sujetos; sus perspectivas y definiciones; el modo en que ven, clasifican y experimentan ellos mismos su realidad (Taylor, S. J y R. Bodgan. 1990). En su versión grupal, la entrevista permite acceder a la trama colectiva que significa las experiencias vividas, por medio de un habla y una escucha grupal.
Por lo delicado del tema, la tortura, no diseñé una entrevista dirigida que tuviera un cuestionario escrito de antemano. Preferí lanzarme a una entrevista no dirigida, para darle la iniciativa casi plena a mis entrevistados. Esto, por el temor a la posibilidad de no poder siquiera lograr algún nexo de confianza para que me hablaran de sus experiencias y reflexiones. Mis preguntas, que de todas maneras tenían cierta intencionalidad dirigida, las intenté formular de tal manera que mis entrevistados pudiesen narrar sus propios puntos de vista y vivencias.
El riesgo de basarse en la entrevista es la probabilidad de distorsión que puede haber de mi parte como entrevistador con lo que ellos me han transmitido. He transcrito, por esto, la entrevista en su integridad y en forma literal. La otra deformación es la que puede venir de ellos por problemas de memoria; por el tiempo transcurrido entre, por ejemplo, el momento de la tortura y la entrevista -varios años-; por el que inconscientemente la memoria haya querido seleccionar sólo algunos aspectos de lo acontecido; y, algo no menos relevante, por tratarse de un tema tan desgarrador -el haber aguantado o no la tortura, es una información profundamente íntima y compleja-, el olvido puede haber operado tanto por motivos de "auto análisis", como por la presencia al temor a posibles problemas de seguridad. Debido a estas razones es muy probable que el habla entrevistada esté autocensurada, y halla elegido voluntariamente obviar ciertas informaciones o deformarlas conscientemente.
Sin embargo, he optado, por respeto hacia ellos y por tratarse de una única entrevista, no sospechar de sus palabras y tomarlas como verdaderas, asumiendo que tras los contenidos manifiestos expresados también habitan contenidos latentes a dilucidar.
Un elemento que resultó recurrente, y que pudo entorpecer la entrevista, fue el problema del vocabulario. Tras un tiempo de lecturas académicas y sociológicas, mi forma de expresión ha cambiado sustantivamente, alejándose del "sentido común". Por lo tanto hablo, sin notarlo, con conceptos y categorías que para mí resultan claros y precisos, pero no así para mis entrevistados. Los significantes que lanzo pueden significarse de maneras totalmente distintas a la perseguida. Esto constituye un "obstáculo epistemológico" importante a superar. Por el hecho de no haber operado con una entrevista estructurada este problema aparecía con mayor facilidad. En el curso de la entrevista intenté corregir esta falencia, tratando de ponerme en un papel, que por lo demás era como me miraban ellos, de igual a igual, incluyendo a lo que se refiere al lenguaje. (En la transcripción de la entrevista se puede observar esto con mayor detalle).
b) La muestra
Dadas las premisas de este estudio, se consideró desde el principio entrevistar a personas que hayan vivido la experiencia de la tortura. Además, se quiso tomar en cuenta la experiencia de la tortura en diferentes épocas, tanto en dictadura como en democracia. Por ello, cada informante que nos ofreció su habla constituyó un aporte de valor inestimable para la comprensión del problema que estudiamos.
Elegí tres entrevistados como medida para favorecer una posible discusión a partir de un escucharse colectivo. Para mi sorpresa, después de asegurarles el anonimato y el buen manejo de la información, esta discusión se dio fácilmente lo que hizo olvidar, de alguna manera, que lo que los convocaba era el dispositivo de una entrevista. El hecho de que dos de los entrevistados me conocieran, o tuvieran al menos antecedentes sobre mí, facilitó que se hablara con soltura y confianza.
c) Proceso de Recolección de Información
Este proceso se llevó a cabo en dos etapas. Una exploratoria y otra de la entrevista misma. El proceso se desarrolló entre los meses de septiembre y noviembre de 1998 en la Universidad Arcis.
La fase exploratoria consistió en una serie de conversaciones abiertas, utilizando el sistema de rastreo "bola de nieve". El propósito de estas conversaciones fue principalmente el intentar asegurar la configuración de un "grupo auténtico" y rico en información para el momento de la entrevista grupal, simultáneamente que "legitimar" al propio entrevistador, de manera que me tuvieran suficiente confianza ("ir dateado") para el tipo de información que se me iba a ofrecer. Estas conversaciones sirvieron, además, para ir tanteando tópicos a tocar y profundizar como para descartar otros.
La entrevista se realizó en un ambiente conocido y cotidiano para los entrevistados, de manera que el entorno del encuentro interfiriera lo más mínimo posible en la entrevista misma. Frente a mi propuesta de realizar la entrevista en un lugar privado, mis entrevistados prefirieron hacerla en un lugar lo más público posible.
d) Procedimiento analítico
El análisis de resultados comprendió fundamentalmente el análisis de contenido de la entrevista y la organización e interpretación de la información para dar cuenta del fenómeno.
IV. La entrevista
Tenemos tres entrevistados, a los que llamaremos Esteban, Bernardo y Jorge. Los tres pasaron por la tortura, estuvieron presos durante varios años, y luego fueron dejados en libertad. Bernardo y Esteban estuvieron en la cárcel en el período de la dictadura, y Jorge en democracia. Los tres pertenecían a orgánicas paramilitares de izquierda. La transcripción es literal.
*¿Creen ustedes haber desarrollado algún tipo de conocimiento en la cárcel?
B: Es una buena pregunta, desarróllala más. Justamente por ese tema me he peleado con muchos.
J: ¿Con conocimiento tú te refieres a si hay alguna relación que se genera ahí dentro, con el guardia?
*Por ejemplo, si es que ustedes antes de caer a la cárcel ya estaban preparados para caer a la cárcel… si es que habían trabajado la idea de cómo iba a ser cuando cayeran en la cárcel.
B: No. (Sí, es una buena pregunta.) Incluso eso fue motivo de discusión por la idea de generar una cartilla, una pauta, una guía para entregárselas a los compañeros que cayeran. Es decir una cartilla que indicara cómo enfrentar la tortura, qué decir, qué contar.
E: Yo cacho que en esta huevá siempre hubo una previsión respecto a esta huevá. Se supone que las chapas, el manto y la leyenda tenían relación con que tú tenías que construirte una historia, una justificación del porqué tú te encontrabas en el lugar, cachái. Eso también tenía mucha dependencia con la forma como te detenían. Si te detenían en un asalto, donde te agarraban a balazos obviamente no tenías muchos… Pero en otras fases había, digamos, una estructuración y revisión respecto a este problema. Igual la gente asimilaba o no, consciente o no, siempre yo creo que estuvo la idea de preparar a la gente para el interrogatorio, y para la tortura. A lo mejor hubieron otros casos, pero no es la oportunidad para traerlos acá. Pero esa es la impresión que tengo yo.
*Pero en el caso tuyo J. ¿se dio una preparación antes, una discusión en torno como enfrentar la tortura o la cana?
J: Bueno, mi condición es bien particular. Pero yo cacho que cualquier persona de izquierda en tiempo de dictadura o que siguió actuando posterior a eso, contemplaba dos alternativas: una era la muerte y la otra caer preso. Aunque el siempre el caer preso era una cosa que nunca le iba a pasar a uno. Cachái, no estaba dentro de los cánones esa posibilidad, o muerte o nada, cachái o no, o la clandestinidad absoluta. Pero siempre estaba como alternativa también posible. Pero dentro de todo eso yo creo que lo que ayudaba para poder sostenerse, lo que en definitiva uno, o cualquiera de los presos con los que yo al menos he conversado, sostenían que había una preparación, en el sentido de que se sabía que si uno entrega a alguien cuando cae preso y en la tortura, ese alguien iba a tener hijos, iba a tener padre y madre, entonces la seguidilla iba a ser muy grande, y la gente que iba a sentir dolor iba a ser muy grande, entonces uno buscaba la forma de cómo poder soportar eso para poder decir lo menos posible, o no decir nada.
*Por ejemplo el año 74-75 hubo mucha gente de otra generación que cayó presa y que pasó por la tortura, el tiempo en que se armó el Comando Conjunto etcétera, ¿Hubo un traspaso de alguna forma de la experiencia de ellos, hacia ustedes por ejemplo?
B: No.
J: Yo creo que en la lectura sí. Uno podía constatar a través de la cuestión teórica…
*En la lectura, ¿Pero, por ejemplo, a nivel orgánico hubo un nexo?
E: No, por que yo te digo que la gente del 74 o del 73 es gente que se fue al exilio después de la tortura. Sólo nos llegaban resonancias desde Europa, pero nada más. La que se quedó se quedó, no sé poh, en Melinka, otras varias ligadas a centros de tortura. Ellas quedaron locas, o los reventaron, digamos, la gente pensaba con la suerte de que esta huevá iba a bajar de perfil. Creo que de alguna medida hubieron ciertos sectores que empezaron a funcionar seriamente frente a esto, alrededor del 78.
B: Yo, por lo que me acuerdo, por ejemplo todas las experiencias anteriores que hayan tenido otros militantes desde año del golpe, todo esas experiencias, por lo que yo tengo claro, se fiscalizaron en manuales de seguridad personal. Ahora, esos incluso fueron complementados con todo lo que eran las técnicas operativas que se aprendieron afuera. Pero yo insisto, una preparación que tuviera cuerpo, que fuera constante en función de enfrentar la tortura, o la cárcel, no hubo. A lo que se refiere E. quizás son las representaciones típicas y naturales que uno se hace, bajo las posibilidades de ser detenido. Incluso hay experiencias tan vulgares, tan pencas con respecto a ese trabajo, que simplemente muchas veces esas dudas se obviaban con el simple decir que "el Rodriguista o el Combatiente en la tortura no habla". Lo cual era totalmente ajeno a la realidad, la mayoría de los combatientes que caían sí hablaban, sí entregaban información. Nunca callaban en su totalidad. Yo insisto, nunca hubo una preparación dirigida, nunca hubo una cartilla que dijera, puta, prepárense pa' esto, pa' esto otro, lo demás eran simplemente imágenes que uno se hacía bajo la alternativa de caer muerto o caer preso.
*¿Ustedes creen que si hubiese habido esa preparación hubiese sido más fácil enfrentar la tortura, por ejemplo?
B: Por supuesto.
E: No.
J: Yo tengo otra teoría al respecto. O no teoría, sino lo que a mí me ha tocado ver o lo que otros presos me han contado, que han hablado o que no. Había como una especie de…, quizás no habían estas cartillas que dice este loco, quizás lo que se aprendía o se enseñaba a través de esta teoría, de escribir algunas cosas, eran las determinadas formas de trabajar, de conspirar etcétera. Pero no había algo más allá, que dijera " en la tortura tienes que hacer esto o lo otro". Si no que lo que había era lo que hacía cada mando, cada grupo, cada gente que trabajaba, el jefe, por que mucho estaba determinado por el jefe que tuvieras, ya que los mandos eran unipersonales, entonces el jefe era el que te determinaba toda una forma de trabajo al resto. Entonces se puede notar, si se hiciera un análisis sociológico de cómo se distribuían orgánicamente, se podría ver que cada jefe incidía a su manera sobre la situación de este u otro, de cuando cayeron presos o del enfrentamiento, si es que se enfrentaron. Entonces, también uno tendía a hacer ciertos compromisos entre amigos, y eso te seguía hasta el momento en que tenías que pensar en que ibas a caer en la cana. El compromiso ese en el que uno se decía "nunca hay que hablar, nunca voy a decir", ese te perseguía durante toda la vida. Te ibas fortaleciendo en las conversaciones. Eran la forma de fortalecerte para una actitud en un momento determinado.
*Osea, si de alguna manera interpreto bien lo que tú dices, ¿Ese compromiso que había suplía de alguna manera, esta falta de conocimiento acerca de la tortura?
J: Sí, es que un conocimiento… por que tú puedes leer, de hecho uno lee los documentos de los que han salido de la tortura, que claro uno no logra imaginarse lo que sienten. Podrás leer que, claro, le pegaban con un palo, que lo metían en un submarino, que le pegaban cachetadas en las orejas, etc., pero son cosas que uno, independientemente de estar leyéndolas, no se imagina el dolor que se puede sentir. O si es la tortura psicológica, que te dicen que tu hermana está ahí, que tú mamá está ahí y la están torturando, que se siente cómo llora, todas esas cuestiones… Por eso hay dos tipos de tortura, las que han utilizado en este gobierno: una es la dura…
B y E: La física…
J: y la tortura psicológica, en que te meten veinticinco días incomunicado, en la cual tú no sabí nada, si cayó toda la gente, si no cayó toda la gente, si realmente tienen a tu mamá ahí o no la tienen, cachái o no, entonces todo eso te va generando las posibilidades para quebrarte. Hay mucha gente que la quebraron así, que quizás no le pegaron ninguna cachetada, pero le dijeron que estaba la mamá ahí.
E: Osea, hay que hilar finito. Estos huevones en un transcurso de tiempo se perfeccionaron, aprendieron. Y esto tiene que ver con que los tipos percibieron qué es lo que era más efectivo. Había un tratamiento que los tipos lo definían como la política del ablandamiento. Te cachaban que tú no queríai hablar y no te preguntaban ninguna huevá, te daban, te sacaban la conchatumadre, onda, veinticuatro horas, cuarenta y ocho horas, setenta y dos horas, te daban duro, cosa que cuando el huevón llegara a preguntarte vos cacharai la mala de los huevones, esa era la más brutal, cachai. Pero la más efectiva, donde te hacían simulacros, de repente te percutaban una pistola y la huevá estaba, chucha, sin balas cachai; o te ponían en un muro y te disparaban al lado, y la bala caía en un polígono, y no te atrevíai ni a mover ni un dedo porque no sabías si estabas vivo, cachai. Huevás como esas… y lo otro era el truco, que oías lo que ocurría en la otra celda, te ponían mucho ruido, muchos alaridos de dolor, entonces tú no cachabai lo que estaban haciendo.
*Osea, por el lado de ellos, de los torturadores, del poder llamémosle, tomaron conocimiento…
J: Aprendieron, por que utilizaban tres métodos en términos generales que yo puedo constatar. Uno era la parte física, que principalmente si tú erai ideológico esa huevá vos la aguantabas y les gritabas miles de huevás, y te íbai en la dura con ellos, en la indiada, eso te generaba mayor rabia, y mayor deseos de gritarles huevás y mantenerte callado. Porque, en definitiva, te estaban golpeando. Si no eras ideológico, obviamente al primer cachetazo el huevón gritaba todo.
La segunda era la cuestión psicológica, que estaba dividido en dos: una era para subirte la moral, tratarte como jefe, ya que hay una huevá de ego, cachái. Cuando te dicen "vos soy jefe en esta huevá, poh", entonces vos como estái picado con la huevá le decí "sí poh, y puse una bomba y los cagué". ¿Y qué lo que estabai ganando con eso? Era entregarte más, cachai. Otra era que te decían que tu familia estaba ahí y te poníai a hablar huevás, judicialmente jodidas. Lo importante para ellos era que hablarai, que le cerraras el círculo, porque ellos tenían miles de elementos que manejaban, pero les faltaba el tuyo.
El problema es que uno no sabe hasta dónde ellos pueden saber. Pero si tú estás ideológicamente claro que si tú, independientemente de lo que ellos sepan, no les dices nada, vas a salir bien, orgulloso de la huevá que hiciste. Es una pelea más que tú tení que dar.
* En la medida en que ustedes van contando, ustedes detectaron técnicas que ellos utilizaban. Quizás transmitiendo estas técnicas a nuevas orgánicas, ¿Puede ser posible que otros puedan aguantar más o aprovechar estas técnicas?
E: Es que era muy difícil pensar en elaborar un documento que sirviera para enfrentar la tortura. Primero, porque, bueno tú puedes a lo mejor resistir la tortura física, porque tú tienes un umbral de dolor, en el que tu llegas al umbral y de ahí no pasai…
J: No sentí nada más…
E: eso es lo que lograi experimentar. Ahora, dentro de la huevá psicológica, que era lo más brutal, hay elementos distintos. Derrepente te preguntaban huevás na' que ver, tú negando afirmabai huevás de otras cosas, de otros líos que habían por ahí, y los huevones ya cuadraban una idea. Osea, incluso yo, como lectura de esta huevá, he cachao que, consciente o inconscientemente, siempre tu igual entregabai información. Porque la máquina de los huevones era muy grande, osea, tenían psicoanalistas, teníai psiquiatras, teníai psicólogos, tenían médicos, huevón, que te oscultaban pa' saber si tú resistíai más. Te drogaban, te ponían Pentotal, sólido y líquida, vía pastillas o vía pene. Entonces, puta el pentotal qué lo que hace: te desconecta el consciente del inconsciente, entonces tú en tanto estai drogado, los huevones te meten un rollo, y te lo hacen escribir o te lo hacen hablar. Ahora ¿qué te hacen hablar?: hablai las mismas huevás que te hablaron los compadres. Es como depositar pa' que después vomití, entonces qué es lo que hacían los huevones, jugaban mucho al truco de filmarte y de grabarte, entonces después editaban una declaración y te la mostraban. Entonces, ah!, puta qué efectivo, el suero de la verdad, cachái. Entonces vos te veíai quizás hablando huevás y entregando información concreta, es decir la cagué y no me dí cuenta. Y esa es una técnica pa' decirte, "oye huevón, ya cagaste, nosotros ya sabemos, y ordenemos la huevá de la mejor forma", cachái. Y con ese truco te cagaban "ene" compadres.
Maña, huevón, pa' la tortura, lo único que considero como lo más efectivo, son dos elementos: la huevá ideológica compadre y el corazón bien puesto. Son dos elementos que bien puestos, dieron un muy buen resultado, independientemente que tu hayas entregado información en forma inconsciente, negando o afirmando huevás, que no tenían que ver con lo que te estaban preguntando ni con lo más próximo a ti.
Y en ese contexto era muy difícil huevón de tratar de estructurar esta suerte de manual, huevón, de instructivo, pa' poder orientar a la gente. Yo creo que la huevá más fehaciente era haber probado a los huevones, y haberlos maquineado… Pero la huevá era muy siniestra también. Creo que se trataba de la capacidad de cada hombre de saber conjugar en la concreta cuáles son los pro y los contras de esa situación.
J: Creo que dentro de todo esto, uno igual aprendía cosas. Porque tú sabíai, y era una huevá que siempre se decía, si tú hablái una huevá, vay a tener que hablar más. En cambio si aguantabai, puede que los huevones en un momento dijeran, ah este huevón no sabe na'. O hablar mucho de los recuerdos de niño, que era otra de las cosas que decían, cuando ibai a la escuela, para hablar de eso, y no iba a ser lo que ellos querían que hablaras.
B: Pero para resumir, osea, al margen de todas las experiencias particulares que son muy específicas, en el fondo hay una cosa: El enemigo siempre se caracterizó por una preparación constante, por una sistematización de la información, siempre ellos fueron aprendiendo cosas nuevas, de cómo obtener mejor información en función de desbaratar todo el aparato, todas las orgánicas. En cambio nosotros, desde la cúpula hacia abajo, nunca hubo eso. Al margen de las cosas que cuentan ellos, conversaciones por aquí y por allá, pero nunca se sistematizó. Yo por ejemplo, eso que hablaban del pentotal lo desconocía Esa es la gran diferencia, que generó discusiones, discrepancia. Todos estos lugares comunes de decir lo del corazón, las convulsiones, el Rodriguista no habla en la tortura…, entonces, yo creo que por ejemplo, esa falta de conocimiento, contribuyó y ayudó caleta a que los procesos, que podrían haber sido mucho más simples, y por ende mucho más fácil de obtener la libertad, se hicieron mucho más difíciles. Porque no solamente no te preparaban para la tortura, sino que no te decían que la declaración extrajudicial no tenía ningún peso, y en el fondo llegabai a las fiscalías y declarabai sin ningún conocimiento ni preparación, y la cagabai. Y eso era responsabilidad de las direcciones, de haberlo sistematizado, y haber hecho un manual bastante amplio. Si manuales habían, de operaciones militares, de seguridad personal, métodos conspirativos habían, pero ninguna cosa hablaba de estas cosas. Fue un error, una falencia, un agujero.
*¿Por qué será que no se pudo sistematizar esto?
J: Porque cada persona es distinta a otra.
*Así también los torturadores… pero ellos han sistematizado, han sacado experiencia, del tiempo de los nazi, de las guerrillas, etc. …
J: Porque los torturadores obedecen a un mando, y a una organización con todas las posibilidades de orden que se puede dar en una organización, cachái. Tienen pautas, y van elaborando esas pautas y las van ordenando. Mientras nuestras organizaciones, te vuelvo a decir, mucho dependía de los jefes, en la medida en que ese jefe hubiese tenido experiencia anteriormente, te podía preparar para cosas. Pero si teníai uno sin experiencia, obviamente te iba a preparar mal.
B: Pero, fíjate que esa es la respuesta que se da a porqué el enemigo, las fuerzas armadas, qué se yo, el ejército, o el aparato de seguridad, han podido sistematizar todo el aprendizaje que ellos han tenido. Bueno, es entendible que ellos cuentan con una infraestructura mucho más grande, ellos son un ejército profesional, tienen todo el tiempo, trabajan en eso, pero no justifica en nada eso en que nosotros no hayamos sistematizado nuestra experiencia. Yo creo que las causas que están en la base de la ausencia de esto, es desidia, apatía, flojera. Porque…
J: No, yo no estoy de acuerdo con eso. Uno de los problemas que había era el cambio constante, entonces no había una consecución lógica…
* Pero ahora, por ejemplo, con ustedes que tienen esa experiencia, ¿Si yo me metiera a un movimiento ahora, adónde chucha acudo, que leo, etc.? Estaría en las mismas condiciones que estuvieron ustedes.
B: Claro.
J: Pero además, hay que internalizar una cosa, que era lo que se decía. Si tú les escribí, cachái, ésta es la experiencia… los huevones, tú sabí que lo van a tener en un momento dado. Entonces van a decir, ah mira, vamos a cambiar el método. Entonces, por eso la transmisión es oral. Les estai diciendo cómo… no, es que, uno no puede hacer una cartilla, que tome todos los aspectos…
B: Pero debiera haber habido alguien. Debiera haberse preocupado alguien. Nadie tiene un banco de datos, un informativo, un archivo, donde haya recopilado toda la experiencia, frente a la tortura, frente a la cárcel. Mal que mal ningún manual es estático, definido para siempre, entonces, no se ha enriquecido. Ahora menos, por la dispersión, la derrota, la apatía que reina al conjunto de la izquierda… además que el momento como que tampoco está. Entonces toda la gente que cayó en el último tiempo no tienen la posibilidad de acceder al aprendizaje. Ni siquiera aprendieron los que cayeron de nuevo. Entonces, así mismo, fíjate que tampoco se ha aprendido mucho en términos políticos. No se ha aprendido, las mismas discusiones que se generan en función de rearticular la izquierda, son discusiones totalmente añejas, elevadísimas, sin ningún asidero, sin ninguna terrenalidad, se vuelve a lo mismo, se vuelve a buscar la discusión, por discusión. Yo creo que no se ha aprendido mucho. Yo no sé si será una falencia idiosincrásica del chileno, de la izquierda chilena, pero es una huevá cíclica. Las discusiones son siempre los mismos tópicos, las mismas frases, los mismos clichés, las mismas tendencias y los malos hábitos, entonces no se aprendió. y no hay nadie que quiera sistematizar y plantear un aprendizaje. Además que ya está todo desarticulado, entonces no tiene mucha vigencia, necesidad de discutir, ya nadie quiere discutir. Toda le gente se fue para la casa, por lo menos la generación nuestra. Están todos dedicados a estudiar, a tener familia, y por lo tanto el tiempo que le pueden dedicar a la militancia o tratar de hacer algo es lo mínimo, y es sin fuerza y sin ganas. Hay mucho dejo de derrota. Y eso, por más que no lo quieran reconocer en el discurso, se manifiesta implícitamente en la actitud. La huevá de la abulia tiene su raíz en la derrota no más. En que el discurso hoy día ya no suena, no tiene eco, no tiene solidez, suena hueco. Entonces yo cacho que hay que dejar el discurso y hacer huevás, pequeñas cosas, que te vayan reafirmando, que le vayan dando cuerpo al discurso, carne, contenido. Es muy difícil dejar atrás la derrota. Inconsciente o conscientemente, yo cacho que vamos a volver a repetir la misma experiencia… Eso del mito demencial del eterno retorno, todo vuelve a repetirse. Es diabólica la huevá, pero es así. Yo pienso que vamos para allá. a lo mejor va a ser distinta la forma, pero el mismo contenido.
V. Análisis de los datos: Experiencia límite y saber
a) La "cana"
Es considerada un momento posterior y estable a la experiencia caótica de la vida en clandestinidad, la detención y la tortura misma. El período de la cárcel es percibido como un momento de relajo y seguridad, por el hecho de haber sobrevivido la tortura. La cárcel, es un "relajo" en el sentido que ya no hay que observar complicadas normas de seguridad, ni temer por la vida, sino que más bien, hay que adaptarse a rutinas ya diseñadas que ofrecen una cierta y mayor, en comparación a la clandestinidad, estabilidad.
Respecto a la posibilidad planteada de la construcción de un saber resistencial los entrevistados (sobre todo Bernardo, al final de la entrevista) señalan no haber aprendido a cómo no caer preso. Pero la cárcel misma en cambio, por la estabilidad que conlleva, elabora un aprendizaje interno, tanto como preso, en particular, y como persona, en general. Así, por ejemplo, hay quienes recién en la cárcel pudieron terminar su enseñanza media (el caso de Jorge), o desarrollaron su afición por la novela latinoamericana (Bernardo).
Por otra parte se establece todo un entramado de relaciones con los otros presos, vínculos humanos que perdurarán a posteriori de la cárcel, produciéndose un acercamiento natural entre los ex-presos en tiempos de libertad. Incluso se crean lazos de amistad con gendarmería, por el status ocupado en la cárcel como preso político con rango que es respetado por los guardias, por el buen comportamiento, y por la actitud de vida de estos sobrevivientes. Esta actitud viene marcada por la experiencia de la tortura. Esta experiencia es de una fuerza tal, que tras ella cualquier situación parece fácil, y se asume la vida de una manera más intensa.
Los presos desarrollan en la cárcel todo un trabajo que crea una rutina propia, que opera por sobre o por debajo de la impuesta. Se adhiere a ciertos códigos permitidos, desarrollando los presos los suyos propios. El espacio de la cárcel es aceptado como "espacio propio" provisoriamente, sin mayores cuestionamientos, aunque esto no implica la formulación de ciertas demandas que pasan a formar parte de la dinámica propia de la cárcel.
En la cárcel, por tanto, se enlazan en forma cruel, opresiva, esclavizante e injusta, dos sujetos: el guardia y el recluso. Este antagonismo forzado crea un tipo de relación tan compleja y ambivalente que ninguno de los dos sujetos queda sin marca. Sin embargo, podemos observar por medio de lo manifestado por los entrevistados, que incluso en este ambiente de asfixia normativa de institución total, el control nunca es absoluto. Esto porque más allá de lo reglamentado formalmente, guardias y reclusos negocian sus propias interpretaciones del orden social, muchas veces atentando contra las reglas formales y las técnicas de control, sustituyéndolas con alternativas que devienen tan formales, aunque de manera tácita, como aquellas que reemplazan.
El orden generado sobre la base de negociaciones es la consecuencia de una interacción de tipo "tira y afloja". Este "orden pactado", fruto de acciones recíprocas y entendimientos, es completamente ajeno a lo que aparecerá en los relatos sobre la tortura, en la relación entre torturador y torturado.
Por lo tanto, en la cárcel sí se configura un aprendizaje a partir de conocimientos elaborados socialmente, pero no me atrevería a llamarlos un "saber de la resistencia". Esto porque en los casos estudiados, el saber de "la cana" se refiere más a un "orden pactado" que, por ejemplo, a la preparación de una fuga, por lo que este saber se refiere más a una adaptación recíproca entre vigilantes y vigilados que a una pugna por el ejercicio del poder, o por la neutralización de los efectos de este. No obstante siempre nos quedará la duda respecto a un doble valor que puede adoptar este "saber del orden pactado":
- Perfectamente puede tratarse de un saber resistencial "enmascarado", que opera negociando precisamente para neutralizar los efectos disciplinantes y coercitivos del poder;
- O bien, puede tratarse de una artimaña, una concesión estratégica del poder mismo que aparentemente cede, para lograr neutralizar a un posible saber resistencial potencial que se puede ir en su contra.
b) La tortura
En el caso de la tortura, se sugiere que no ha habido una sistematización de las experiencias individuales en un saber aplicable por otros. La recomendación que se da, por ejemplo, para resistir la tortura es "ser ideológico y tener el corazón bien puesto". Se reconoce como falencia, por una parte, el no tener manuales en los que se sistematice, en forma de saber, el cómo enfrentar la tortura. Por otra se habla de una imposibilidad de esto, por temor a que caiga en manos del enemigo y sea utilizado en contra de los, llamémosles, insurgentes. Se tiene, por la derrota es una de las explicaciones, la sensación de no haber aprendido nada. Reconociendo, en cambio, el aprendizaje sistemático por parte del enemigo.
Esto resulta curioso. Como podemos ver en la medida que los entrevistados van hablando, sí se observa un conocimiento, un cierto sentido común compartido, que claro es vivencial, pero que en la medida que se deshilvanan los testimonios y se entrecruzan los diálogos, se va produciendo un discurso grupal en forma de saber.
Se habla de detalles técnicos de la tortura (el pentanos, por ejemplo), y el cómo hacerles frente. Se habla de los distintos tipos de tortura, clasificando a ésta en distintas formas e incluso dándoles un sentido metodológico al análisis de estas formas, se elabora una taxonomía (por ejemplo, se distingue con toda claridad entre tortura física y tortura psicológica).
Sin embargo, no se reconoce este conocimiento como un saber transmisible por el hecho de no estar escrito en forma de manual o cartilla. Es curiosa la identificación y reducción de una sistematización del conocimiento con su forma escrita de manual.
Se reconoce, por ejemplo, que hay una transmisión oral de las experiencias, vivencias y reflexiones. Desde nuestro estudio podríamos perfectamente catalogar al contenido de estas transmisiones como saber que ha generado el mismo poder en el momento del ejercicio descarnado de su dominación, como lo es la tortura, y que es construido socialmente como "saber resistencial" (que puede, por su relato, proyectar, anticipar al Otro y al momento de la interacción).
Sin embargo, los entrevistados no le dan el estatuto de saber a estas experiencias y transmisiones, sino que se insiste en el perfil ideológico del que cae (perfil absolutamente individual, distanciado de todo compartir un saber colectivo), y no en su posible preparación por otros que han caído.
Se destaca, por ejemplo, el papel personal de los jefes en la preparación, y en otro momento se habla de direcciones y de cúpula. De esta manera se reconoce como saber lo que viene dado desde relaciones verticales, y no lo producido en relaciones horizontales y transversales como en las conversaciones entre compañeros y amigos. Estas conversaciones tienen su importancia en cuanto al compromiso que definirá una actitud en el momento de caer, pero no son reconocidas como saber.
Podemos ver, entonces, por estas insistencias en el "no se ha aprendido nada" – a pesar de haber aprendido muchísimo podríamos decir nosotros-, una cierta epistemia que domina la forma de enfrentar y analizar la cuestión del saber. Más allá de llamarle saber o no a la experiencia de dominación y resistencia vivida, el contenido de este saber es el que no se realza como algo valioso en sí. Se le ve siempre con relación a otra cosa (cartilla, manual, etc.).
Respecto a la injerencia que puede tener el dominar este posible "saber" antes de caer, en el aguantar en la tortura, no hay acuerdo entre mis entrevistados. Uno piensa que ayudaría y los otros dos piensan que no. El que cree en la ayuda efectiva de este saber para enfrentar estas situaciones límites, realza la importancia de lo aprendible por sobre las características personales del que cae, que es lo que realzan los otros dos.
VI. A manera de conclusión
Más que conclusiones nos surgen nuevas preguntas, que de todas maneras nos ayudan a avanzar en la cuestión que queremos estudiar, y abren nuevos caminos a investigar.
1.- Podemos decir que la tesis de que el poder en su ejercicio genera un saber, tanto por el lado del que domina como del dominado, sí es cierta. En los términos en que hemos formulado la pregunta que guiaba nuestra investigación podemos concluir que sí existe la construcción social de saberes compartidos a raíz de experiencias límites como la tortura.
Sin embargo, esta categoría de saber es muy imprecisa para dar cuenta de la diferencia que perciben confusamente los propios sobrevivientes de la tortura, distinciones, por ejemplo entre: saber y conocimiento, saber y vivencia, saber y experiencia propia transmitida a terceros. ¿Estos terceros serán poseedores de este saber al asimilarlo teóricamente, o el saber presupone la experiencia práctica, propia? (Ver, por ejemplo, en la entrevista la idea de "lo más fehaciente sería probar a los huevones, y haberlos maquinado" [cita libre], vale decir, hacer pasar a los propios compañeros por la experiencia de la tortura para prepararlos frente a la tortura posible. Es decir, la experiencia como única forma real de conocimiento.)
Los relatos de la tortura en la conversación cotidiana pierden potencia frente a la prepotencia de la experiencia de la tortura. La peligrosidad de la situación de la tortura posible es subsumida por la experiencia que rebasa cualquier narración. La experiencia límite, a pesar de que es hablada, no se deja decir completamente, y este no decirse plenamente se constituye en el horizonte de la conversación cotidiana. Horizonte en doble sentido: por un lado horizonte como límite de la conversación, ya que toda narración acerca del escenario, la interacción, el encuentro y el resultado de la tortura topan con un límite que es percibido como natural, la experiencia misma. Por otro lado, horizonte en el sentido que la experiencia como límite de la narración se presenta como línea demarcatoria de un más allá de la narración, más allá infranqueable por el habla.
Si esto es así, entonces estamos diciendo que la conversación queda muda a la hora de afrontar la experiencia. Esta mudez, sin embargo creemos a raíz de esta pequeña investigación, es la mudez que se refiere exclusivamente a la imposibilidad de la experiencia límite de saberse como saber compartido. La experiencia al narrarse lleva al límite a las palabras mismas con las cuales se narra. Las palabras quedan diminutas frente a lo vivido, y esta ineficiencia del lenguaje deja el sabor amargo al que narra su experiencia de que no ha podido decirlo todo, y que como él los otros tampoco pueden hacerlo, por lo que no se alcanza a constituir un saber. Ojalá pudiésemos redactar un manual de la tortura para resistir mejor, es la esperanza. Pero es una esperanza desesperanzada porque a la vez que se traza una tarea anuncia su imposibilidad.
No obstante, insistimos: sí se ha construido socialmente un saber compartido a raíz de la experiencia límite. Este saber compartido puede incluso constar de que no ha sido posible el saber, o que es imposible. Pero este acuerdo común ya constituye un saber. Es más, me atrevería a decir que se ha construido socialmente un saber compartido de carácter resistencial, con la paradoja que no se sabe como tal.
El saber que genera el ejercicio del poder se constituye de manera distinta desde el poder que desde la resistencia. El poder sistematiza de la manera como tradicionalmente opera el saber: identifica y asimila. La resistencia lo hace de manera distinta. Hay una relación dispareja, por tanto, entre el saber del poder que se alza casi omnipotente, y el de la resistencia que es de carácter fragmentario.
Si podemos hablar desde los relatos estudiados de un saber, y aquí subrayo la vaguedad de este concepto cuando se lo confronta con la práctica, éste es un saber que se resiste, por variadas razones, a saberse sistematizado y escrito. La transmisión oral puede ser una forma de resistencia de este saber a no verse utilizado por el poder, e incluso a no ser saber. Vale decir, mantener su autonomía como vivencia única, transmisible a medias "entre amigos", pero no clasificable o disecable como saber constituido y cerrado.
2.- Hemos sostenido, por tanto, que el poder genera resistencia. Esta sentencia no quiere decir, sin embargo, que en el acto de la tortura un yo se forma en oposición a un otro yo. Y aquí debemos tratar de hilar más fino. La identidad del torturado no es reactiva, no se trata de un yo que se constituye contra otro yo ya existente previamente. El torturado durante la tortura misma, no alcanza siquiera a desarrollar una identidad como tal. Su cuerpo queda reducido al juego perverso de una economía política que lo fija a un campo de fuerzas, tan intenso, que queda vedada toda posibilidad para una subjetividad de entrar en relación consigo misma. Durante la tortura el torturado está expuesto en un estado de inmediatez con la tortura misma. El torturado es uno con la tortura, en plena tortura se encuentra atormentado por la sensibilidad, no produciéndose ningún tipo de distancia. La inmediatez de la experiencia límite impide que haya una experiencia para el torturado.
El poder por medio del ejercicio de la tortura tiene efectos totalizantes, lo que para el torturado significa encontrarse con la cruel paradoja de estar rebosante de vida, lleno de vida. La cantidad de vida que tiene es tan abundante, y síntoma de ello es el dolor que no termina nunca, que no hay lugar para la subjetividad. El torturado no puede relacionarse con su experiencia límite, está en la experiencia, expuesto a la intensidad del poder. Y en la experiencia no hay nada que aprehender, no se puede aprehender. Este ejercicio sólo se puede consumar a posteriori de la experiencia, y ese es el momento de la construcción social de un saber. Pero como es una reconstrucción, la tortura misma nunca se dejará hablar en su totalidad.
Por ahora tenemos la sospecha de que la experiencia límite al dejar sin palabras al torturado -y en eso consiste la tortura: arrebatarle al otro el derecho soberano del uso de la palabra para dejarlo sin secretos y destruir en él, de esta manera, su alteridad-, vuelve al torturado en un ser puro cuerpo en descomposición que jamás podrá constituirse y asumirse como un yo torturado. El torturado pierde toda posibilidad de ser una entidad estable, tornándose en puro devenir tortuoso: no ser lo que ha sido y no será lo que es.
La dureza de la tortura pulveriza toda distancia reflexiva impidiendo elaborar, distinguir y descifrar lo vivido, obstaculizando así la construcción de una determinada pertenencia a un "nosotros" de la tortura. Los relatos y narraciones pueden, como podemos ver en la entrevista, configurar un "nosotros", pero este nosotros es ante la tortura, y no en la tortura. Por los relatos se desprende que en la tortura cada uno se las arregla como puede. Depende exclusivamente de uno que sea "ideológico", que tenga el corazón bien puesto, que haya tenido la suerte de haber tenido un buen jefe que lo haya marcado positivamente, etc. Es decir, uno está abandonado a sus propios límites, a sus propias limitaciones.*
De esto se sigue que sí es pertinente hablar de resistencia. Esta, como producción, como efecto de una relación desigual de fuerzas en un momento específico de ejercicio del poder, permite como concepto alojar la mudeza y singularidad de la experiencia límite de la tortura. La resistencia no necesita de la formación de un "yo". La resistencia es inmanente al ejercicio del poder, y en esto consiste la paradoja existencial del poder: por donde quiera que cruce genera resistencia.
Por lo tanto, al momento de enfrentarnos a la tortura como problema, el problema de la tortura nos insta a abordar un tópico difícil y profundo: los límites (limitaciones) de hablar desde una filosofía del sujeto al tratar este tema, ya que ésta, y aquí la sospecha, no resiste abordar una experiencia como la de la tortura. Este es un punto que queda abierto para una futura investigación.
3.- En el intento de abordar la no construcción consciente de un saber resitencial, y agregamos consciente a estas alturas de la investigación por las conclusiones que hemos sacado, se nos presenta el problema del sentido. ¿Qué razón habría que justifique esta no producción consciente, es decir de un saber que se sepa necesario? Veamos:
De los relatos podemos desprender que todo el momento previo a la captura, consiste en un juego embriagador: la inconsciencia de los límites propios, que expulsa toda noción real, material, efectiva de riesgo. Esta embriaguez es la que permite operar "tranquilamente" en la clandestinidad; bajo Estado de Sitio; durante un toque de queda; o sobre (bajo) el escenario confuso y peligroso de una democracia intervenida. Se trata de un ejercicio siempre frágil, nunca rutinario, de jugar con fuego, al límite de lo posible, arriesgando la integridad física en cada acción, a cada minuto.
Hablamos, entonces, no de una autoconsciencia que se desplaza consciente, valga la redundancia, de sí misma por los vericuetos de la vida en peligro. Hablamos de una embriaguez que como tal no hace sentido con la materialidad del peligro real. [Ver lo que dice Jorge en la entrevista: "Aunque el siempre el caer preso era una cosa que nunca le iba a pasar a uno."]
Embriaguez, por tanto, de jugar con el límite, y no resignación fatalista a que ‘igual vamos a caer, qué más da’. De otra manera no podemos explicar, por ejemplo, el sentimiento de arbitrariedad, violencia y sorpresa con que se vive el momento mismo de ‘caer preso’. Si mediara un cálculo racional en la operatoria de la insurgencia, la detención no sería un acontecimiento, y la eventualidad positiva de la tortura se asumiría previniéndola con un tipo de saber que anticipe los actores, los actos y las situaciones.
La tortura, entonces, será el dispositivo a cargo de quebrar la embriaguez, y en su función disciplinaria instalará otra, de distinto tipo.
4.- El punto recién señalado se refería a la no construcción de un saber antes de la tortura. Veamos ahora su posibilidad, y dificultad, tras la tortura.
Sospechemos. El saber colectivo: ¿supone una experiencia común constituyente? Lo problemático de esta pregunta no está sólo en que haya experiencia, sino en que esta sea común. Se pueden dar distintas interpretaciones de un mismo hecho, pero la multiplicidad de enfoques no sería un problema para la constitución de un saber colectivo. El problema surge cuando nos preguntamos si las interpretaciones se ocupan del mismo hecho o no. Debido a que la tortura maltrata al cuerpo de uno, a la hora de hablar sobre esta experiencia nadie tiene la seguridad de estar hablando sobre lo mismo. La crudeza de la experiencia pasada no permite su articulación y pronunciamiento total, por lo que éste (éstos) pasado(s) no encuentra(n) un lugar único para descansar en paz. Este lugar podría ser el saber colectivo. Sin embargo, la experiencia vivida no tiene nombre, -cualquier nombre le queda pequeño-, no tiene sentido, -la tortura suspende todo sentido, por la inmediatez no permite hacer sentido-, y, por lo tanto, no tiene lugar para ser fijado. Esta experiencia se agita, por tanto, en la existencia de estas personas interminablemente, ensuciando la transparencia de un posible presente puro. El poder ha dejado huellas, pero las huellas sólo duelen, no se dejan hablar completamente, como para "superar", "olvidar" lo acontecido. Fueron infringidas en un momento finito, pero vinieron para quedarse y no se irán más.**
Para los torturados, es la presencia de estos mugrientos y ensangrentados recuerdos infijables los que no nos dejan ser. O, más bien, nos hacen ser distintos ontológicamente al resto. Ironía insoportable porque nuestra lucha siempre ha consistido en poder llegar a ser uno con todos. Pero, finalmente, sí hemos sido marcados: llevamos el signo de Caín en la frente sin poder asumir esa identidad ya que no estuvimos ahí cuando nos la inscribieron. Estábamos, pero sólo en el dolor insoportable, por lo que estábamos ahí, dónde, pero cuándo, en otro lugar, más allá o más acá: solos, muy solos, sin saber.
No hay datos fríos, realistas, generalizables, compartibles o donables que podamos sacar de esta experiencia.
En este sentido, nuestro intento es y ha sido complicado, porque tratamos de atrapar a un pez supuesto, que se muestra pero que se escurre de nuestras manos. Quizás en eso está la esencia de un posible saber resistencial: No dejarse atrapar, no dejarse sorprender, no dejarse dominar por el poder, ni siquiera por un observador bien intencionado.
La experiencia límite ha dejado a el habla muda, en el sentido que hemos querido demostrar. Y a lo que a la investigación del límite se refiere, ésta no hace más que mostrar el límite de la investigación.
BIBLIOGRAFÍA
1Michel Foucault. Un diálogo sobre el poder, Madrid, Alianza, 1981.
2 M. Foucault, Op. cit.
3 M. Foucault. Cómo se ejerce el poder, en La cultura en México, Revista Siempre, 13/3/85, p. 41. Citado en Héctor Ceballos Garibay. Foucault y el poder, Ediciones Coyoacán, México, 1994, p. 38.
4 M.Foucault. Hacia una crítica de la razón política, en la cultura en México, Revista Siempre, 3/11/82, p.IX. Citado en Héctor Ceballos Garibay. Foucault y …, ob. cit., p. 39.
5 M. Foucault. Microfísica del poder, Ed. La Piqueta, Madrid, 1980, p. 157.
6M. Foucault. Historia de la sexualidad, vol. I, siglo XXI, México, 1983, p.165.
7 M. Foucault. Microfísica…, ob.cit. , p.99.
8 Ibid. , p. 189.
9 M. Foucault. Historia de la sexualidad, vol. I, Siglo XXI, México, 1983, p. 123.
10 Max Weber. Economía y sociedad, Ed. F.C.E., México, 1983, p. 43.
11 Ibid.
12 Ibid.
13 Ibid.
14Ibid. p.18
15 Ibid. p.21
16M. Weber. Economía y…, ob. cit., p. 29.
17Ibid. p. 31.
18Ibid. p.687.
19Ibidem.
20Ibidem.
21 M.Weber.Economía y…, ob. cit., p. 695.
22Ibid. p. 170.
23Ibid. p. 171
24Ibid. p.172.
25Ibidem. p. 172.
26Ibidem. p. 172.
27Ibidem. p.178.
28Weber. Economía y…, ob. cit., p. 178.
29Juan Carlos Portantiero. La sociología clásica: Durkheim y Weber, Centro editor de América Latina, p.29. [No aparecen más datos bibliográficos; texto de circulación interna ARCIS]
30H. Ceballos Garibay. Foucault y el poder, ob. cit., p. 20.
31J.C.Portantiero. La sociología…, ob. cit., p.29.
32H.Ceballos Garibay. Foucault…, ob. cit., p.20.
AUTOR DEL TRABAJO: Manuel Guerrero Antequera
e-mail:
estudios: Licenciatura en Sociología, Universidad ARCIS, Santiago de Chile.